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Cómo Nueva York perdió su brillo 

Cortometraje explica la trágica decadencia de la capital mundial que alguna vez fue grandiosa

Nueva York se siente menos como una tierra de oportunidades y más como una ciudad donde la gente está ansiosa por abandonar. (Andrés Sebastián Díaz)

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Hasta hace poco, visitar Nueva York era uno de mis mayores sueños. Hollywood retrataba la ciudad como un lugar mágico para el romance, la moda y los negocios. Para mí, Nueva York era la definición del éxito, el glamour y la riqueza. 

Cuando finalmente la visité en 2021, me encontré con una realidad muy diferente. Me vi corriendo de un vagabundo que me acosaba. Como turista, me sentí impactada por este asunto y muchos otros episodios desagradables. La constante necesidad de estar en alerta no parecía un incidente aislado. Se sentía como una gran carga para los neoyorquinos.

Alguna vez fue un símbolo global de ambición y prosperidad, la ciudad de Nueva York hoy lucha con las consecuencias de una mala gestión política, erosionando las libertades y el espíritu emprendedor que impulsaron su ascenso.

Mi experiencia personal despertó mi interés por un nuevo documental: La Historia de 400 Años de NYC: Construida por el Comercio, Destruida por los Políticos, estrenado el 18 de febrero por el Center for Freedom and Prosperity (CFP). Este cortometraje de 30 minutos analiza cómo el exceso de intervención política ha desgastado las bases que alguna vez hicieron de Nueva York la capital del mundo.

CFP rastrea los orígenes de la ciudad como un centro comercial para comerciantes europeos y nativos americanos durante la época colonial, y destaca cómo el sector financiero generó oportunidades económicas y permitió que la ciudad creciera. Un ejemplo de ese dinamismo emprendedor es el auge de Wall Street, que convirtió a Nueva York en el epicentro financiero del mundo.

Sin embargo, los altos impuestos y controles más estrictos sobre el sector financiero se han vuelto en contra de la esencia misma del éxito de Nueva York. Tradiciones antes centrales en Wall Street—como las subastas en vivo o el comercio callejero—han comenzado a desaparecer. Las políticas económicas restrictivas han desmotivado la inversión, mientras que la falta de responsabilidad política ha agravado los problemas de la ciudad: enfermedades mentales sin tratar, un sistema de metro colapsado, una gran cantidad de personas sin hogar y mendicidad, y una economía informal de subsistencia.

Nueva York se siente menos como una tierra de oportunidades y más como una ciudad donde la gente está ansiosa por abandonar—y eso es exactamente lo que está ocurriendo.

Más impuestos, menos soluciones

El estado de Nueva York ocupa el último lugar en el Índice de Competitividad Fiscal Estatal 2025 de la Tax Foundation, debido a sus altas tasas impositivas y su estructura compleja y fatigosa. El impuesto sobre la renta individual más alto del estado es del 10.9%, mientras que los impuestos corporativos varían del 6.5 al 7.25%. El impuesto estatal sobre las ventas es del 4%, pero combinado con los impuestos locales puede alcanzar el 8.53%. Los no residentes que trabajan para empresas con sede en Nueva York también deben pagar impuestos sobre la renta al estado, creando una doble imposición en muchos casos. Nueva York impone además impuestos sobre sucesiones y transferencias inmobiliarias, lo que desincentiva aún más la inversión y el dinamismo.

Aunque la Tax Foundation reconoce que históricamente Nueva York ha atraído personas, su alta carga fiscal es ahora un problema crítico. En 2024, Nueva York se ubicó en el quinto estado de EE.UU. con mayor migración hacia el exterior en términos porcentuales. El año anterior, el estado de Nueva York tuvo la mayor pérdida neta de población, en cifras absolutas, de todo el país. Según datos oficiales, el 1.1% de los residentes abandonaron el estado en 2023: 480,000 personas se fueron, mientras que 300,000 nuevos residentes llegaron.

Al mismo tiempo, bajo la administración de Joe Biden, aproximadamente 5.8 millones de inmigrantes han ingresado a los Estados Unidos a través del asilo u otras vías. De ellos, solo la ciudad de Nueva York ha recibido cerca de 100,000 solicitantes de asilo y ha gastado más de $12 mil millones hasta el año fiscal 2025 para apoyarlos.

Aunque los funcionarios públicos promueven con orgullo a Nueva York como un refugio para inmigrantes, la realidad en las calles cuenta una historia muy distinta. Los servicios públicos están sobrecargados, el crimen violento va aumentando y la insatisfacción pública está creciendo.

Según una encuesta de 2023 realizada por el centro de estudios no partidista Citizens Budget Commission (CBC), solo el 30% de los encuestados calificó la calidad de vida en Nueva York como excelente o buena, una caída drástica desde el 50% en 2017. Además, un tercio de los residentes de la ciudad describieron la calidad de vida como pobre, señalando un descontento profundo y creciente con el rumbo de la ciudad.

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De transporte innovador a sistema colapsado

La historia del sistema de metro de Nueva York, que comenzó como una iniciativa privada antes de ser absorbido por el sector público, refleja el espíritu original de innovación y emprendimiento de la ciudad. Encarnaba la verdadera esencia del capitalismo: un vehículo para el progreso humano. El metro conectaba a los trabajadores con sus empleos, a los mercados con los consumidores y a los barrios con las oportunidades.

Sin embargo, cuando el metro pasó a manos públicas, perdió los incentivos propios de la gestión privada para mantener la eficiencia, el mantenimiento y el servicio al cliente. Hoy, el sistema enfrenta problemas de hacinamiento, mantenimiento deficiente e infraestructura obsoleta. Los pasajeros enfrentan estaciones sucias y vagones deteriorados, señales claras de un sistema que ya no puede mantenerse al día. Según la encuesta del CBC de 2023, “menos de la mitad de los neoyorquinos se sienten muy seguros o algo seguros en el metro, y esa cifra cae al 22% cuando se trata de la seguridad en el metro durante la noche.”

Como muestra el cortometraje del CFP, la historia de Nueva York encarna el verdadero significado y potencial del capitalismo: no solo la acumulación de riqueza, sino el crecimiento dinámico y la capacidad de ofrecer soluciones a los problemas reales. El capitalismo permite que un inventor con una idea brillante obtenga la inversión necesaria para hacerla realidad.

La grandeza de Nueva York se construyó sobre los cimientos de confianza, transparencia y la innovación. Cuando se abandonan esos valores, la decadencia se vuelve visible no solo en las estadísticas económicas, sino también en la experiencia cotidiana de quienes toman el metro, caminan por sus calles y tratan de construir una vida en la ciudad.

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