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La dolarización puede ser un punto de inflexión

La constante caída del lempira no muestra señales de detenerse.

dollarization honduras
La dolarización podría anclar la estabilidad de precios, reducir las tasas de interés y proteger los ahorros en Honduras. (Andrés Sebastián Díaz)

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Nota: Lea nuestra investigación sobre dolarización en América Latina para aprender más sobre lo que se debe hacer y no se debe hacer en política monetaria y las experiencias anteriores en la región: “Dollarization Compared: Ecuador, El Salvador, Panama,” por Paz Gómez.

Los lempiras que antes alcanzaban para el pasaje del bus y una baleada caliente ahora apenas cubren uno u otro. Desde 1990, el dólar estadounidense se ha encarecido más de 500% al compararlo con los lempiras. En julio de 2025, el tipo de cambio alcanzó los 26 lempiras por dólar.

Henry Rodríguez, economista y profesor de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras, advierte que esta tendencia está erosionando el poder adquisitivo de los hondureños: “La inflación va en aumento; el tipo de cambio se dispara; y los bancos ajustan las tasas de interés a las señales que envía la economía.”

Para muchos, la pregunta ya no es si el dólar dominará la vida diaria. De hecho, la dolarización de facto va en picada. Los alquileres, bienes raíces e incluso contratos comerciales se cotizan cada vez más en dólares. Como asegura José Castañeda, representante de las MIPYME hondureñas: “La economía hondureña ya está dolarizada en la práctica.”

¿Cómo puede Honduras aprovechar el potencial de desarrollo de la dolarización para poner el crecimiento en marcha acelerada? La clave serán los ingredientes adicionales correctos.

La dolarización ya está sobre la mesa

La dolarización no es un debate teórico. Es una respuesta a la creciente crisis de credibilidad monetaria y a la escasez crónica de divisas. Según el informe 2024 Investment Climate Statements del Departamento de Estado de Estados Unidos, los inversionistas en Honduras reportan crecientes dificultades para acceder a dólares. De las empresas encuestadas, 65% declaró tener problemas para pagar a importadores y proveedores extranjeros.

Además, Honduras depende en gran medida de las remesas para abastecerse de divisas. Entre enero y mayo de 2025, los hogares hondureños recibieron US $4.663 millones, un incremento del 20,5% respecto al mismo período del año anterior. Cuatro de cada cinco dólares provienen de Estados Unidos, donde residen casi 1,8 millones de hondureños. Para uno de cada cuatro hogares, las remesas son un salvavidas; y para el 10%, constituyen la fuente principal de ingresos.

A pesar de esta entrada de recursos, las reservas internacionales del Banco Central de Honduras sumaban apenas $9.000 millones a mediados de 2025, frente a los $27.000 millones de Guatemala. Con una deuda equivalente al 40% del PIB y un déficit fiscal cercano al 2% del PIB, el margen de maniobra es reducido si la confianza en el lempira sigue cayendo.

Lecciones de la región

Honduras no estaría sola al considerar la dolarización. Ecuador, El Salvador y Panamá adoptaron el dólar por diferentes razones, con resultados diversos.

En Panamá, por ejemplo, la dolarización fue parte de la fundación de la nación y su actividad comercial por el canal. Luego derechos de propiedad sólidos y apertura comercial convirtieron la estabilidad monetaria en prosperidad. Hoy por hoy, el sistema bancario panameño es uno de los más fuertes de la región. Los depósitos equivalen al 117% del PIB.  

En los años noventa, Ecuador enfrentó el colapso del sistema bancario y una inflación anual mayor al 100%. El dólar estadounidense, adoptado en el año 2000, terminó con la inflación y fortaleció al sector financiero.  Sin embargo, la falta de reformas económicas y fiscales minó el potencial de la dolarización y dejó la profundización financiera en un 37% del PIB.

La dolarización podría anclar la estabilidad de precios, reducir las tasas de interés y proteger los ahorros en Honduras. También podría aliviar la escasez de divisas que ya interrumpe a las empresas.

Cambiar de moneda, sin embargo, no resolverá los problemas estructurales: baja productividad, corrupción, debilidad del Estado de derecho y servicios públicos deficientes. Como argumenta Mario Palma, investigador del Foro Social sobre la Deuda Externa y Desarrollo de Honduras (FOSDEH): “el problema de la economía nacional es estructural… independientemente de la moneda que se use.”

La economista ecuatoriana y defensora de la dolarización Gabriela Calderón reconoce: “la dolarización no es una panacea.” Sin embargo, explica que al menos confina a los gobiernos a gastar solo lo que recaudan o piden prestado, eliminando la tentación de imprimir dinero.

La dolarización es solo un paso

Como explica el economista argentino Ricardo López Murphy: “La dolarización debe ir acompañada de una reforma fiscal, una reforma laboral y la recuperación del grado de inversión.” Sin esos pilares, una moneda ancla no puede desplegar todo su potencial.

Honduras se encuentra en una encrucijada. La constante caída del lempira no muestra señales de detenerse. Las remesas y las reservas ofrecen cierto respiro, pero sin reformas decisivas, Honduras vive tiempo prestado. La nación corre el riesgo de deslizarse aún más en un ciclo de devaluación, escasez e incertidumbre.

La elección no es entre dolarización o reforma. El país centroamericano se beneficiaría de ambas. Adoptar el dólar daría estabilidad, pero la prosperidad significativa sólo llegará si Honduras utiliza esa estabilidad para construir instituciones más sólidas, imponer disciplina fiscal y abrir su economía a la inversión.

Este artículo se publicó originalmente en Diario El País.


This article reflects the views of the author and not necessarily the views of the Impunity Observer.


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