Matt Walsh se suma a los estafadores raciales con su película “Am I Racist?”

Una oportunidad desperdiciada en un falso documental sin gracia

Matt Walsh

En Am I Racist?, Walsh se inmiscuye innecesariamente en varios sucesos y trata de ser gracioso —pero no lo consigue. (Sebastián Díaz)

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Nota: esta reseña incluye spoilers. 

Si disfrutaste de What Is a Woman?, te horrorizará ver qué tan bajo ha caído Matt Walsh con Am I Racist?. Los adjetivos negativos que se aplican a esta película son muchos. Sin embargo, la verdadera tragedia es que su intento fallido de comedia arruina lo que pudo haber sido un análisis histórico y humillante de los “estafadores raciales”.

Con el eslogan “Una comedia sobre DEI”, Am I Racist? (101 minutos) se estrenó el 13 de septiembre y buscaba combinar el periodismo guerrillero con un falso documental al estilo Borat—pero ha sido un desastre. El objetivo de esta secuela de facto de What Is a Woman? (2022) es opaco, pero el espectador se lleva la impresión de que Am I Racist? es un intento apresurado y de baja categoría para ganar dinero aprovechando la tensión racial en Estados Unidos. Walsh, del Daily Wire, en lugar de persuadir a su audiencia, ha perdido su toque mágico y se ha convertido en el mismo villano y estafador del que intenta burlarse.

Lamentablemente, la diversidad, equidad e inclusión (DEI) es uno de esos temas, como los mandatos de vacunación y el tema de las personas transgénero en los deportes, que dividen profundamente a las personas a lo largo de líneas partidistas. Esta división es una señal clara de que prevalece la confusión y de que los demagogos están demonizando al bando opuesto. El antídoto es la claridad: la luz que permite al mundo ver lo que ocurre.

What Is a Woman? proporcionó esa luz al hacer preguntas simples a individuos prominentes que abogan por la reasignación de sexo y por la idea de que las llamadas mujeres trans son mujeres. De manera similar, el documental The Red Pill (2016) de Cassie Jaye entrevistó a feministas prominentes y a críticos del movimiento por los derechos de los hombres. En ambos casos, los supuestos expertos se autoinmolaron—fueron sus propios peores enemigos y se revelaron como intelectualmente superficiales.

No obstante, en Am I Racist?, Walsh se inmiscuye innecesariamente en varios sucesos y trata de ser gracioso —pero no lo consigue— interrumpiendo frecuentemente y haciendo preguntas en su mayoría triviales. Esta es una oportunidad desperdiciada, pues su equipo logró reunir a los líderes más importantes del DEI, pagando bastante dinero, para que aceptaran ser entrevistados. Por ejemplo, Robin DiAngelo, autora de White Fragility (2018), dio una entrevista de dos horas por $15,000, y la parte principal que se incluyó fue Walsh persuadiéndola para que diera $30 a un hombre negro como reparaciones. Lo que se supone que esto debe lograr es un misterio.

Además, el equipo de Walsh logró meter cámaras en una cena dirigida por las dos mujeres que lideran Race2Dinner: Regina Jackson y Saira Rao. Ellas literalmente cobran miles de dólares por asistir a una cena con ocho mujeres blancas y adoctrinarles en contra de “la supremacía blanca, el racismo y la xenofobia”. Este fascinante tren de la culpa demuestra el peso que muchas mujeres blancas sienten, con o sin justificación, y la ocasión prometía ofrecer ideas valiosas sobre el pensamiento de las dos líderes y las ocho participantes. Sin embargo, Walsh se hizo pasar por un camarero y prácticamente interrumpió toda la velada. Las asistentes apenas pudieron hablar. Mientras Rao decía a las asistentes que los republicanos son nazis y que Estados Unidos es una nación vulgar que merece caer y ser reemplazada, Walsh derramaba los platos y anunciaba que estaba contento de que se pudieran tener conversaciones como esa.

La ironía es que el espectador, incluso si ya siente desprecio por las iniciativas DEI, probablemente simpatice con quienes lideran estos eventos. Apenas pudieron hablar, y se supone que debemos molestarnos cuando expulsan a Walsh de sus eventos. Cualquier persona que lidere un taller haría lo mismo. Estos diálogos inmaduros de ida y vuelta eclipsan el error intelectual y la disonancia cognitiva de los defensores de DEI, que no ocultan su postura anti blancos.

La película tiene algunos destellos de verdad. Por ejemplo, Wilfred Reilly, autor de Hate Crime Hoax: How the Left is Selling a Fake Race War (2019), explicó que los llamados crímenes de odio representan una fracción minúscula de los crímenes en Estados Unidos y distraen del sufrimiento real. Reilly señaló que la demanda de crímenes de odio supera la oferta, lo cual es consistente con el hecho de que muchos de estos crímenes resulten ser fabricados. El infame y falso crimen de odio de Jussie Smollett es solo uno de muchos que demuestran que ser una víctima tiene sus recompensas.

Sin embargo, el intento de transmitir un mensaje serio a través del falso documental fracasa. Walsh apenas se eleva por encima del nivel de un troll inmaduro, y uno se pregunta si toda la película es una sátira. La verdad principal que surge de la película es quizás involuntaria: la raza sigue siendo el combustible del conflicto en Estados Unidos, y los estadounidenses difícilmente se resisten a la tentación de tomar el anzuelo y entregar su dinero para ser espectadores.

Aunque los defensores afirman que la diversidad es una bendición para las empresas, es más bien una bendición para la industria del DEI —la cual surge de los desafíos de las poblaciones más diversas— y eso no parece que vaya a cambiar en el corto plazo. Tal vez Jaye necesita una llamada y pueda abordar el DEI de una manera más perspicaz. Mientras tanto, Benjamin Boyce ha lanzado una serie documental reveladora de 24 partes, Let It All Hang Out: The Evergreen Story, que muestra cómo el Evergreen State College propuso una forma de terminar con el DEI.

Fergus Hodgson

Publisher: Fergus Hodgson, CAIA, is the director of Econ Americas, a financial and economic consultancy. He holds an MBA in finance from Rice University and bachelor’s degrees in economics and political science from Boston University and the University of Waikato. He was the founding editor in chief of the PanAm Post. Follow him on Twitter and LinkedIn.

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