Con el retorno de Donald Trump a la Casa Blanca, el nearshoring también regresa. Considerando el reverso de la deslocalización, el nearshoring es una estrategia estadounidense que anima a las empresas a trasladar sus cadenas de suministros y operaciones de fabricación más cerca de Estados Unidos, particularmente a países vecinos de América Latina. Los principales objetivos son reducir la dependencia de proveedores lejanos en Asia, reforzar los lazos comerciales regionales y aumentar la resiliencia de la cadena de suministro.
El nearshoring se alinea con los objetivos más amplios de comercio y seguridad de Estados Unidos bajo Trump, con el objetivo de crear economías más estables e interconectadas en las Américas. Los defensores del nearshoring sostienen que puede aportar muchos beneficios:
- Geopolítica: Al acercar las cadenas de suministros a las costas de Estados Unidos y fomentar lazos económicos más estrechos con los países vecinos, el nearshoring contrarresta la creciente influencia regional de China.
- Proximidad: Trasladar las operaciones a países cercanos reduce los tiempos de envío, los costos de transporte, y los riesgos asociados con el comercio a larga distancia.
- Resiliencia: Estrechamente relacionada con la proximidad, se refiere a la reducción de la dependencia de las cadenas de suministro mundiales, vulnerables a interrupciones como pandemias o tensiones geopolíticas —especialmente cuando tienden a surgir en Asia—.
- Economía: El nearshoring refuerza la integración económica con América Latina, especialmente Centroamérica, promoviendo la creación de empleo y el crecimiento económico en la región.
- Inmigración: Al impulsar la industrialización en América Latina, el nearshoring crea más oportunidades de empleo formal con acceso a servicios sociales.
La política hacia América Latina de la primera administración de Trump sembró las semillas de la estrategia de nearshoring, al reclamar más inversiones estratégicas en la región. En agosto de 2020, Mauricio Claver-Carone —entonces asesor especial del presidente y ahora enviado especial de Trump para América Latina— comentó sobre la iniciativa América Crece de la primera administración Trump.
“América Crece es la iniciativa de los marcos que hemos hecho para el financiamiento de energía e infraestructura, cuyos marcos ya hemos firmado con casi una tercera parte de la región. Más de 10 países han firmado marcos. Y la verdad es que ha sido un programa exitoso en el cual hemos podido sobrepasar muchas de las barreras para la inversión y el financiamiento por parte de instituciones privadas de los Estados Unidos y canalizando inversiones privadas con el trabajo del DFC, la Corporación de Desarrollo Financiero.”
El proyecto de América Crece fue ampliamente visto como la respuesta de Trump a la ambiciosa y ampliamente financiada Iniciativa Belt and Road (BRI) de China. Como informó The Guardian en 2020, la estrategia BRI de China pretende establecer proyectos de inversión en comercio marítimo e infraestructuras en países estratégicamente situados de todo el mundo. En aquel momento, 19 países de la región se habían suscrito la BRI, y empresas chinas dirigidas por el Estado se habían asegurado importantes proyectos en los sectores de minería, energía y transporte.
Enfatizando la necesidad de contar con el apoyo del sector privado de Estados Unidos para América Crece, Michael G. Kozak, entonces secretario adjunto en funciones de la Oficina de Asuntos Internos del Hemisferio Occidental del Departamento de Estado, explicó en septiembre de 2020:
“América Crece es una parte significativa de la positiva agenda económica del gobierno de EE. UU. para el hemisferio. Los países de la región se enfrentan a un déficit crítico de infraestructura, que sobrecarga el crecimiento económico. América Crece canaliza recursos y experiencia del gobierno estadounidense para atraer inversiones del sector privado en infraestructura de energía, transporte y telecomunicaciones en toda la región”.
Kozak específicamente mencionó la importancia de la inversión en Guatemala. Desafortunadamente, la inversión extranjera directa (IED) de Estados Unidos en Guatemala disminuyó un 37% en el último periodo de cinco años que finalizó en 2023, en comparación con el periodo de cinco años anterior. Mientras tanto, la IED total proveniente de otros países aumentó un 68.5% en el mismo período, según datos del Banco Central de Guatemala.
La disminución de la IED estadounidense en Guatemala sería aún mayor si se tuviera en cuenta la inflación. En estos periodos, la IED estadounidense en Guatemala pasó de representar una media del 27% del total del total a poco menos del 15%. Esa es una receta para la pérdida de influencia en Guatemala, un país esencial para la nueva estrategia de Trump de priorizar a América Central y del Sur en la política exterior estadounidense, en sentido amplio.
El nearshoring une los principales temas sobre los que Trump hizo campaña en 2024: inmigración, seguridad nacional y combate al creciente poder económico de China.
La administración entrante ya ha empezado fuerte, suspendiendo programas de USAID para ponerlos bajo revisión. Como ha señalado Ryan Berg, del CSIS, la administración entrante de Trump manejará su política exterior bajo los principios de América Latina primero, algo que EE.UU. nunca ha hecho antes. En su primer mes en el cargo, el secretario de Estado Marco Rubio visitará Centroamérica, incluida Guatemala.
En este contexto, el nearshoring debería ser una de las prioridades regionales para Estados Unidos, ya que representa una situación beneficiosa para ambas partes. Ya se han sentado las bases. En 2023, el congresista Mark Green (R-TN) reintrodujo la Western Hemisphere Nearshoring Act, emitiendo la siguiente declaración:
“En respuesta al desafío económico que supone el dominio de China en el sector manufacturero, una política que ha ido ganando adeptos es el nearshoring, es decir, la reubicación de las cadenas de suministro y las operaciones empresariales dentro de una región cercana en lugar de en medio mundo.”
Del mismo modo, la representante María Elvira Salazar (R-FL) y el senador Bill Cassidy (R-LA) han copatrocinado la iniciativa Americas Act. En palabras de Salazar:
“Ya es hora de que liberemos todo el potencial económico de Estados Unidos y América Latina. La Ley de las Américas es LA solución para hacer crecer nuestra economía y aportar estabilidad al hemisferio… Este proyecto de ley creará oportunidades empresariales y puestos de trabajo de primer orden en Miami, ayudará a nuestros aliados en América Latina, reforzará la resistencia de las cadenas de suministro estadounidenses y combatirá la influencia de China.”
Ambas iniciativas pueden alcanzar apoyo bilateral bajo la actual administración Trump. Tanto Nearshoring Act como Americas Act fueron copatrocinadas por demócratas, en la Cámara de Representantes y en el Senado.
Desde la década de 1980, Centroamérica no había desempeñado un papel tan destacado en la estrategia global de Estados Unidos. Los países centroamericanos se enfrentan ahora a una clara elección en cuanto a sus vías de desarrollo político y económico: alinearse con la administración Trump y su énfasis en el nearshoring o renunciar a enormes oportunidades de crecimiento.