Durante la visita del secretario de Estado Marco Rubio el 4 de febrero, el presidente guatemalteco Bernardo Arévalo accedió a recibir deportados de Estados Unidos. Arévalo habría aceptado cualquier condición del gobierno de Donald Trump que no desafiara su presidencia. Arévalo llegó al poder debido a la imposición fraudulenta del régimen de Joe Biden.
Trump no continuaría conscientemente con la política de Biden. Sin embargo, la aversión de Trump a la intervención extranjera, combinada con la traición de la burocracia permanente del Departamento de Estado (DOS), ha llevado a que se mantenga por error la traición de Biden— aunque eso podría cambiar pronto.
La visita de Arévalo a Taiwán el 5 de junio fue probablemente una treta para demostrar a Rubio y Trump que trabajaría con Taiwán y rechazaría a la República Popular China. En Taiwán, Arévalo actuó en contraste a todo lo que ha hecho como presidente y presidente electo.
En sus declaraciones en Taipéi, Arévalo dijo que los acuerdos bilaterales con Taiwán, los que firmaría ese día, “ayudarían a avanzar en la inversión bilateral.” Esto proviene del candidato que representa un partido político cuyo sitio web refiere a las “odiosas desigualdades generadas por un capitalismo descontrolado centrado en acumular riqueza”.
Arévalo enfatizó “que Guatemala valora y aprecia altamente a Taiwán”. Guatemala ha tenido, en efecto, una relación históricamente fuerte con Taiwán. Sin embargo, existen indicios de que Arévalo ya está trabajando con China. En todo caso, él traicionaría a Taiwán en un instante, correspondiente con su ideología y de su partido, como lo hizo con Israel, aliado de Guatemala por 77 años.
La historia de Guatemala con Israel comenzó en 1947. Jorge García Granados, embajador de Guatemala ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), fue un miembro clave del Comité Especial sobre Palestina que presentó la resolución que llevó a la creación del Estado de Israel. El embajador emitió el primer voto a favor de la creación del Estado de Israel. Hay muchas calles que llevan su nombre en Israel.
El padre de Arévalo, Juan José Arévalo, era presidente cuando García Granados fue instrumental en ayudar a crear el Estado de Israel. Juan José más tarde se convirtió en embajador en Israel. Bernardo vivió allí por más de una década, incluso sirviendo en la misión guatemalteca.
Israel ayudó a Guatemala a defenderse de los guerrilleros apoyados por Fidel Castro al suministrar equipo militar después de que Jimmy Carter detuvo la ayuda estadounidense a Guatemala. Es probable que los guerrilleros hubieran derrocado al gobierno, sin la ayuda de Israel. Sin embargo, Arévalo está alineado con los sucesores de los guerrilleros, quienes, con el respaldo del DOS, siguen decididos a imponer su ideología totalitaria.
El embajador de Arévalo votó en 2024 a favor de una resolución que instaba al Consejo de Seguridad de la ONU a reconsiderar la admisión de un Estado palestino como nuevo miembro. Guatemala también se abstuvo en una resolución que exigía el retiro de los “territorios palestinos ocupados.” Esto contrasta con la historia de Guatemala con Israel, que incluye haber sido el segundo país después de Estados Unidos en 2017 en trasladar su embajada de Tel Aviv a Jerusalén.
Como presidente electo, Arévalo fue invitado especial de la novena reunión del Grupo de Puebla en México en 2023. Como ha señalado el excongresista venezolano Julio Borges, el Grupo de Puebla se ha “alineado con los intereses de los dictadores del continente”. Es anti estadounidense y pro China. Entre sus miembros están Cuba, Nicaragua y Venezuela—el estado cliente de China en el hemisferio occidental. El grupo apoyó explícitamente a Arévalo.
Para ratificar la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados en 1997, Guatemala necesitó una excepción al Artículo 27 que especifica que la Convención tiene preferencia sobre las leyes de los signatarios. La Constitución de Guatemala le da preferencia sobre los acuerdos internacionales. Arévalo notificó a ONU en abril que Guatemala renunciaba a la excepción, lo que pondría los acuerdos internacionales por encima de la Constitución. Esto permitiría la confiscación de propiedad privada como parte del “patrimonio ancestral,” así como el aborto y la ideología de género.
La Fiscal General de Guatemala, Consuelo Porras, a pesar de los crímenes del DOS y de Arévalo en su contra, investigó y probó el fraude electoral que hizo presidente a Arévalo. Si se aplicara correctamente la Ley guatemalteca, Arévalo sería destituido de la presidencia. El DOS ha intimidado a magistrados, congresistas y al sector empresarial para mantener ilegalmente a Arévalo en el poder. Esto continúa bajo el gobierno Trump.
Si Arévalo sigue siendo presidente en 2026, podrá nombrar un nuevo fiscal general y nuevos magistrados electorales y de la Corte de Constitucionalidad. Con ese poder, Arévalo se convertirá en un dictador firmemente en el campo China-Venezuela y un adversario abierto de Estados Unidos.
Esto va mucho más allá del destino de Guatemala. Va al tema central de la presidencia de Trump: ¿gobierna el Estado profundo o gobierna el pueblo en Estados Unidos? La forma de evitar la traición de Arévalo y promover el gobierno del pueblo en Estados Unidos sería exponer y castigar a los traidores del DOS, incluidos aquellos que hicieron presidente a Arévalo fraudulentamente. Otros países presentarían sus historias de intervención ilegal y antiestadounidense. Esto crearía apoyo público para cambios radicales en la burocracia federal para que deje de ser una cuarta rama de gobierno de facto al servicio de los intereses de Washington.
