Este artículo se publicó originalmente en The Epoch Times.
La negativa de la Corte Suprema de conocer la demanda electoral de Texas casi ha terminado con nuestro sistema constitucional y ha condenado a Estados Unidos al totalitarismo. Sucumbir al fraude de Pennsylvania, Georgia, Wisconsin y Michigan lo ha establecido como la norma.
Los candidatos republicanos al senado en Georgia son ahora la última resistencia contra la dominación de un solo partido por los socialistas a nivel federal.
La elección presidencial no fue entre Donald Trump y Joe Biden, ni siquiera entre republicanos y demócratas. Fue entre dos sistemas: una república constitucional basada en el consentimiento de los gobernados contra el colectivismo manejado por las elites para su propio beneficio.
Hasta 2017, tanto los republicanos como los demócratas representaban el globalismo y atendían a sus amigos mercantilistas. Ellos han disfrutado de los excesivos beneficios creados por la explotación laboral china y el comercio desequilibrado que favorece a China a expensas de Estados Unidos.
Google, Twitter y Facebook han apostado su futuro a la derrota de Trump. Su censura incluye el informe del New York Post sobre la corrupción de Joe y Hunter Biden. Las grandes empresas de tecnología violan abiertamente su protección federal de responsabilidad basada en ser plataformas neutrales.
Los socialistas se acostumbraron al poder bajo Barack Obama y violaron la ley para no perderlo. Han hecho lo que sea necesario, sin importar la ley, para recuperarlo.
Los burócratas federales naturalmente quieren más poder y han resistido a Trump durante todo su mandato. Ahora el FBI y el Departamento de Justicia no han mostrado interés en investigar el fraude electoral.
Los socios de la alianza temían que un segundo mandato de Trump fuera desastroso para ellos. Sabían que Trump ganaría unas elecciones libres, así que conspiraron para arreglarlo. Los demócratas, acostumbrados a cometer fraudes en las grandes ciudades que controlan, han estado proponiendo cambios para facilitar el fraude electoral. El COVID-19 les dio la excusa.
Hay evidencia abrumadora de fraude en los estados demandados. El eje central de la demanda de Texas fue que los estados cambiaron inconstitucionalmente los procedimientos electorales. Lo que hicieron es del dominio público. También hay imposibilidades virtuales estadísticas que indican fraude. La demanda de Texas citó algunas de ellas, que fueron posibles por los cambios electorales inconstitucionales.
Los perpetradores también sabían que sus cambios inconstitucionales en los procedimientos electorales eran obvios. Contaban con su guerra de información para intimidar a otros, incluyendo a las autoridades electorales, para que vieran la victoria de Biden como un hecho consumado. Los gigantes de la tecnología censuraron las pruebas de fraude, y los medios de comunicación tradicionales pretendieron que no existían.
Biden y sus camaradas han intimidado con éxito la última línea de defensa de la libertad: la Corte Suprema. De las respuestas de algunos acusados, la guerra de información corrupta era todo lo que tenían. El fiscal general de Pensilvania dijo que el objetivo de la demanda era “ungir al candidato preferido de Texas” y que Texas no puede dictar cómo otros cuatro estados llevan a cabo sus elecciones.
Texas alegó que los estados acusados habían violado la Constitución de Estados Unidos, y Texas ofreció pruebas convincentes. Ese era el razonamiento legal. La respuesta del fiscal general no lo fue.
Las autoridades georgianas no han tomado medidas para corregir sus violaciones a la ley estatal. El fallo de la Corte Suprema contra Texas le dice a Georgia que es libre de continuar con sus métodos fraudulentos. Un Senado controlado por los demócratas acabaría rápidamente con el filibusterismo. Al tener la mayoría Demócrata en la Cámara de Representantes y la Casa Blanca, aumentarán el número de magistrados de la Corte Suprema.
Los nuevos jueces serían actores políticos como Emmett Sullivan y Eric Holder. Los cinco jueces originalistas actualmente en la corte, encontrarían a sus nuevos colegas ni siquiera pretendiendo fallar de buena fe. Tomarían decisiones políticas sin tener en cuenta la Constitución.
El éxito económico de Trump ha contrariado a los detractores socialistas, que ahora están de regreso en el Despacho Oval. Una administración Biden casi garantiza un retroceso para los trabajadores estadounidenses, lo que significa que los demócratas no pueden ganar otra elección libre.
Con el fin de eliminar la política de “America-first” y permanecer fuera de la cárcel, la alianza colectivista no volverá a entregar pacíficamente el poder. La única esperanza de tener alguna posibilidad de salvar nuestra Constitución de los totalitarios es que los republicanos prevalezcan en Georgia el 5 de enero y mantengan su mayoría en el Senado.
Join us in our mission to foster positive relations between the United States and Latin America through independent journalism.
As we improve our quality and deepen our coverage, we wish to make the Impunity Observer financially sustainable and reader-oriented. In return, we ask that you show your support in the form of subscriptions.
Non-subscribers can read up to six articles per month. Subscribe here.