Editor general: el Departamento de Estado de Estados Unidos ha contradecido su supuesto apoyo a la libertad de prensa al cancelar la visa estadounidense del columnista Carlos Torrebiarte y su esposa. Ha escrito verdades que incomodaron al Departamento de Estado y está sufriendo represalias en su contra.
Tenía razón Ronald Reagan cuando dijo que la libertad nunca está a más de una generación de la extinción y que cada generación debe luchar por ella y defenderla. Aunque se refería a Estados Unidos, este es un fenómeno mundial.
En Guatemala hemos perdido nuestras libertades y coraje desde 1996, cuando permitimos que extranjeros verificaran los acuerdos de paz. Nuevamente en el 2006, fuimos tontos al entregar nuestra soberanía a la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), permitiéndole transformar a la parte derrotada de la guerra en victoriosa. A través de los tribunales, el Ministerio Público (MP) y la Corte de Constitucionalidad (CC) encarcelaron a personas inocentes y convirtieron los juicios en circos mediáticos para crear terror y quebrar la voluntad de la gente. Como resultado, hoy tenemos ciudadanos castrados que prefieren callar en lugar de defender su nación por temor al chantaje de Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, a quienes no les importa pisotear la soberanía de esta nación.
Para los extranjeros, es prohibido y antidemocrático esperar que el MP investigue legalmente, dentro de nuestro propio país, las irregularidades del Tribunal Supremo Electoral (TSE), para acabar con la corrupción de la institución encargada de nuestros votos y lograr que elecciones futuras sean transparentes.
A raíz de mis comentarios en Nuestro Diario y mientras se lleva a cabo una investigación sobre anomalías cometidas por el TSE, fui informado por la Embajada de Estados Unidos que la visa de mi esposa y la mía fueron revocadas después de 45 años y que, de repente, nos hemos vuelto inadmisibles para entrar al país. Este intento de intimidar a quienes tienen opiniones discrepantes, en situaciones que no involucran a sus países, es una afrenta a la libertad de expresión, propia de Estados totalitarios.
Si defender la propiedad privada, la libertad y escribir mi opinión sobre los problemas de Guatemala es algo que afecta sus intereses, que así sea.
Carlos Torrebiarte
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