El reciente ensayo del historiador Mark Mazower sobre lo que implica la victoria de Donald Trump para la democracia global muestra cómo las élites académicas y políticas siguen sin comprender el más grande fenómeno de nuestros tiempos: Trump y el movimiento Make America Great Again-MAGA.
Mazower inicia con la débil premisa de que Europa tiene normas democráticas más robustas que Estados Unidos. Su visión sobre la democracia está determinada por los círculos académicos y de formuladores de políticas en un entorno sesgado y antidemocrático, como lo explica Richard Hanania del Centro de Estudio de Partidismo e Ideología.
El Tratado de Lisboa (2007) de la Unión Europea afirma que “cada ciudadano tiene el derecho a participar en la vida democrática de la Unión. Las decisiones se deben tomar lo más abiertas y cercanas posible a la ciudadanía.” Esta afirmación es evidentemente falsa.
Es ampliamente reconocido en círculos académicos que la Unión Europea sufre de un déficit democrático. Sus instituciones y procedimientos de toma de decisiones carecen de aportes democráticos y rendición de cuentas. Mazower debería haber abordado el debate en torno a esta premisa.
La Unión Europea no garantiza la libertad de expresión y, bajo la narrativa de confrontar el discurso de odio y la desinformación, señala públicamente en redes sociales. Para la Unión Europea, la desinformacion es basicamente disentir con los juicios predominantes sobre inmigración, clima, género y aborto. Los ejemplos abundan en Países Bajos, España, Alemania, Francia y el Reino Unido. La ausencia de libertad de expresión también afecta la libertad de culto, como ha sucedido en Francia. En Reino Unido, los miembros del parlamento recientemente anunciaron que planean interrogar a Elon Musk, dueño de X, para que testifique sobre supuesta desinformación y discurso de odio en su plataforma.
Mazower hace referencia al autor y diplomático François-René de Chateaubriand, quien describe al republicanismo representativo de Estados Unidos como el mejor descubrimiento político de la modernidad. Este modelo “resolvió el problema que se pensaba imposible de resolver”: la pregunta de cómo millones de personas podrían vivir juntas bajo instituciones democráticas.
Mazower se lamenta que “en esta ocasión, los votantes estadounidenses permitieron el retorno de un programa basado en el proteccionismo, controles migratorios y el rechazo al multiculturalismo”. La inferencia de Mazower de que el electorado es de alguna forma moralmente defectuoso e ignorante al reelegir a Trump revive los argumentos mal fundados de otro historiador, Allan Lichtman. Lichtman justificó su predicción electoral fallida con una postura asombrosamente elitista: culpó a la xenofobia y al racismo de su equivocación. El análisis de Mazower sobre Trump y las elecciones de 2024 es casi igual de absurdo.
Trump no plantea iniciar guerras comerciales. Más allá de los méritos económicos de las tarifas, el proteccionismo previsto en su Ley de Comercio Recíproco esencialmente responde a otros países que mantienen prácticas comerciales desleales.
En cuanto a inmigracion, Mazower pasa por alto el hecho de que Trump está reaccionando a una crisis fronteriza catastrófica. Luego de haber mencionado que la frontera era más segura, Kamala Harris admitió en Octubre que la inseguridad era un problema solamente porque le tocaba. El Comité de la Cámara Baja de Seguridad Nacional informó en septiembre que los encuentros fronterizos a nivel nacional bajo el gobierno Biden-Harris superó los 10,3 millones, comparado con 3,1 millones en el periodo fiscal 2017-2020, un incremento de aproximadamente 200% frente a la presidencia de Trump. Estas cifras excluyen un estimado de 2 millones de fugados registrados por la Oficina de aduanas y control fronterizo desde el inicio del año fiscal 2021.
La posición de Trump sobre la migración ilegal es popular. De acuerdo con una encuesta de CBS, 57% de los encuestados aprobaría un programa para deportar a todos los migrantes ilegales. Esta postura era la dominante hace no mucho tiempo atrás. En 2009, el entonces presidente Barack Obama reconoció que Estados Unidos no podía permitir que 500.000 personas crucen las fronteras sin mecanismos de control en rigor. Él añadió:
“Para los trabajadores indocumentados… ustedes han infringido la ley; no vinieron acá de la forma que debieron hacerlo. Así que no quedarán impunes… van a pagar una multa significativa. Van a aprender a hablar inglés… y volverán a la fila para no colarse a alguien que estaba en Ciudad de México esperando respuesta a su aplicación legal.”
En su Discurso del Estado de la Unión en 1995, el presidente Bill Clinton declaró:
“Los trabajos que tienen [los inmigrantes ilegales] serían adjudicados a migrantes legales o ciudadanos estadounidenses. Los servicios públicos que utilizan imponen más peso sobre nuestros contribuyentes. Es por ello que nuestra administración se ha desplegado agresivamente para asegurar más nuestras fronteras, contratando a un número sin precedentes de nuevos oficiales fronterizos, deportando el doble de criminales extranjeros que nunca antes, terminando con la contratación ilegal y retirando beneficios de bienestar para los extranjeros ilegales.”
Una política migratoria racional dista mucho de ser una idea iliberal. El economista Thomas Sowell dijo “no existe política migratoria a menos de que controlemos la frontera”. Así mismo, para el ganador del Premio Nobel de Economía Milton Friedman, el modelo de migración libre que Estados Unidos tenía antes de 1914 no es viable bajo el Estado moderno de bienestar: “una cosa es tener inmigracion libre para empleos, otra cosa es que la inmigración libre sea para el sistema de bienestar. Y no puedes tener ambas”.
Mazower falla al no considerar que el creciente multiculturalismo es en sí mismo una amenaza para las normas democráticas. Pese a su oda a la ausencia de polarización europea, Mazower ignora que la inmigración descontrolada y el multiculturalismo no contribuyen en nada al consenso europeo. Mazower no prevé los peligros sociales que representa el flujo de entrada masivo de migrantes cuyos sistemas de creencias socioculturales son todo lo contrario a la vida democrática moderna.
Mucho antes de Trump, los líderes europeos reconocieron las falencias del multiculturalismo. La ex canciller alemana Angela Merkel dijo en 2010 que el multiculturalismo ha fracasado completamente. El primer ministro de Reino Unido David Cameron dijo lo mismo. Mazower haría bien en recordar las palabras que dijo el ex presidente frances Nicolás Sarkozy en 2011:
“La verdad es que, en todas nuestras democracias, hemos estado muy preocupados por la identidad de los nuevos arribos y no lo suficiente sobre la identidad del país que los recibe.”
Mientras la sociedad europea sea degradada por un flujo de entrada masivo de inmigrantes inadmisibles con normas socioculturales incompatibles con la democracia, será bueno para la causa de la democracia que surja la versión europea de MAGA. Mazower está en lo cierto en una cosa: Europa es excepcional y merece salvarse. Un esfuerzo democrático para hacer grande a Europa otra vez quizá tome fuerza algún día, antes de que sea demasiado tarde.
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