Los inmigrantes ilegales están a la merced de las organizaciones no gubernamentales (ONG) de Estados Unidos que actúan cuando hay fondos públicos disponibles. James O’Keefe, periodista de guerrilla y cineasta, destaca este problema en su reciente documental Line in the Sand (100 minutos). Estrenado el 10 de octubre de 2024, el largometraje muestra cómo los migrantes se convierten en un activo lucrativo para organizaciones que se benefician de su sufrimiento, incluidas aquellas que supuestamente los ayudan.
El documental comienza con impactantes imágenes de personas abordando vehículos en la frontera sur de Estados Unidos, ilustrando la magnitud de esta actividad ilegal. O’Keefe luego presenta su hipótesis: la negligencia de los patrulleros fronterizos juega un papel clave en la debilitación de la seguridad de las fronteras.
Sin embargo, durante una entrevista, un oficial de la patrulla fronteriza responde a una pregunta sobre la detención de nuevos migrantes: “No hay mucho que podamos hacer o decir… Al final del día, somos solo peones”. Esta declaración motivó a O’Keefe a investigar las fallas sistémicas del control fronterizo. De esta forma, identificó a tres principales enemigos que operan en el sistema de migración ilegal: (1) organizaciones sin fines de lucro fraudulentas que engañan al gobierno de EE. UU., (2) carteles que lucran del miedo y la incertidumbre de los migrantes ilegales, y (3) autoridades que abusan de los migrantes.
Organizaciones sin fines de lucro que buscan lucrar
O’Keefe descubrió que la mayoría de las ONG asociadas con programas de asistencia a migrantes se benefician económicamente de los dólares de los contribuyentes estadounidenses. Sus actividades suelen estar orientadas a resolver problemas que enfrentan los extranjeros una vez que llegan a Estados Unidos, como transporte terrestre y asistencia legal para la regularización. Estas ONG no intentan disuadir la migración ilegal y se verían perjudicadas si lo hicieran.
En el largometraje, O’Keefe identifica algunas de las ONG que reciben fondos públicos: Southwest Key Programs, que recibió $918 millones del gobierno estadounidense en 2024, Catholic Charities ($42,8 millones) y Immigrant Defenders($6,6 millones).
Lo mismo sucede con la asistencia legal para solicitudes de asilo y permisos de trabajo. Migrantes entrevistados por O’Keefe mencionaron haber pagado $600 dólares o más a las ONG para recibir su asistencia solicitando asilo, aunque este trámite puede realizarse gratis a través de la aplicación digital CBP One.
Además, el New York Post informó que, entre octubre de 2022 y octubre de 2024, la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias destinó $1,4 mil millones para abordar la crisis migratoria. Este programa financió alojamiento y otros servicios para los migrantes.
El crimen organizado es el gran ganador
En su documental, O’Keefe aborda la causa raíz de la migración: “No se trata de personas. Se trata de dinero, pero todo es cuestión de vida o muerte”. Aquellos que arriesgan todo para entrar a Estados Unidos lo hacen impulsados por la desesperación. Muchos recurren a cualquiera que les ofrezca un atisbo de esperanza, tras enfrentar las duras realidades de la pobreza y la inseguridad en sus países de origen.
El documental revela cómo los coyoteros, ahora en colaboración con el crimen organizado, son cada vez más conscientes de los factores emocionales que impulsan a las personas a migrar. Como resultado, la influencia de estos traficantes de personas ha crecido en los últimos años. La mayoría se hace pasar por agencias de viajes en redes sociales, atrayendo a individuos con promesas del elusivo sueño americano.
Algunos funcionarios también se llevan una parte del pastel
El documental también expone abusos de poder por parte de las autoridades migratorias. En México, por ejemplo, los migrantes entrevistados revelaron que algunos oficiales les extorsionaron pidiendo sobornos para permitirles el paso. Otros oficiales de frontera violan a los migrantes, algo que se ha vuelto más común debido al creciente número de mujeres y menores no acompañados que intentan cruzar por zonas remotas.
En julio de 2024, el boletín digital 19th News, enfocado en temas de género, reportó que, históricamente, la mayoría de las muertes en la frontera entre Estados Unidos y México eran hombres. Sin embargo, esta tendencia ha cambiado con los años. Por ejemplo, la patrulla fronteriza de El Paso informó de 140 muertes en 2023, de las cuales el 51% eran mujeres. De manera similar, en la región desértica de la frontera en Arizona, el 22% de las muertes en 2023 fueron mujeres, mientras que entre 2010 y 2020 representaron solo el 10%.
Con respecto a los menores no acompañados, solo en 2024, la Agencia de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. encontró 99.704 menores no acompañados. El documental informa que algunos niños tienen tan solo tres años. A menudo, viajan con otros parientes menores de edad que sufren la misma incertidumbre que los más pequeños.
Como explica el filme, una vez que los menores no acompañados llegan a la frontera estadounidense, son enviados a centros de detención. En 2024, el Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU. (HHS) destinó $48 millones a estos centros, los cuales luego asignan a los menores a patrocinadores.
Sin embargo, el documental sugiere que estos patrocinadores no siempre pasan por verificaciones exhaustivas de antecedentes, lo que puede resultar en que los menores sean colocados en hogares abusivos. Tara Rodas, una denunciante del HHS, dijo a O’Keefe que sus colegas no se preocupaban por enviar a los niños a direcciones marcadas por abuso sexual. Los trabajadores del HHS argumentaron que serían sancionados si mantenían a los niños bajo cuidado gubernamental por mucho tiempo, pero no había castigos por entregarlos a traficantes.
Temas que salen a la luz
O’Keefe pone sobre la mesa temas que vale la pena discutir, como quién se está beneficiando de la migración ilegal. Si bien los migrantes suelen comenzar su travesía buscando un futuro mejor, los grupos criminales, los oficiales corruptos y las ONG oportunistas se llevan las mayores ganancias, quizás más que los propios migrantes.
Sin embargo, el documental lucha por ir más allá de la superficie, dejando a los espectadores sacar sus propias conclusiones y buscar información más allá de lo que ya se entiende ampliamente. Por ejemplo, O’Keefe menciona brevemente los servicios que las ONG brindan a los migrantes, pero no examina su impacto en la crisis migratoria, como si aumentan las cifras o ayudan con la integración. De manera similar, sugiere que los carteles se benefician de la migración ilegal como fuente de tráfico de personas y órganos, pero no profundiza en esta observación.
O’Keefe llama la atención sobre el sufrimiento y señala a las ONG que buscan ganancias y al crimen organizado. Sin embargo, Line in the Sand hace poco esfuerzo por explorar los factores económicos detrás de este fenómeno, y sus inserciones partidistas restan credibilidad a su mensaje. Con o sin las ONG, la inestabilidad, la inseguridad y las mínimas oportunidades en los países de origen llevan a las personas a tomar caminos increíblemente arriesgados hacia Estados Unidos. Salvar vidas y promover una migración saludable y legal requerirá superar desafíos profundos que van más allá de narrativas políticas y soluciones rápidas.