El 7 de septiembre, El Salvador se convirtió en el primer país en aceptar al bitcóin como moneda de curso legal. En lugar de acoger a la criptomoneda disruptiva, sin embargo, los salvadoreños se están tomando las calles para protestar en contra de lo que muchos ven como otro paso del presidente Nayib Bukele hacia el autoritarismo.
De hecho, los salvadoreños no rechazan al bitcóin en sí, lo que reclaman es la forma en la que el gobierno gestionó su implementación. Tres meses atrás, cuando Bukele anunció el proyecto de ley –no en El Salvador, sino en Miami– la mayoría de salvadoreños nunca habían escuchado del bitcóin, mucho menos lo habían usado. Como era de esperarse, 70% de ellos se opone a la ley.
El costo de la bitcoinización
Lo que debió haber sido una extensa discusión en el Congreso fue una parodia. La mayoría legislativa del partido de Bukele aprobó el proyecto de ley en tan solo cinco horas, bloqueando a la solicitud de la oposición de tener tiempo para analizarla. Luego el Banco Central y el Ministerio de Finanzas se apresuraron a redactar el reglamento a la ley antes de la implementación a inicios de septiembre, que ocurrió en medio del descontento social y fallas técnicas.
El experimento social tiene un costo de $200 millones: $150 millones para un fideicomiso que permita convertir bitcoines en dólares, $30 millones para entregar bonos a quienes se descarguen la billetera desarrollada por el gobierno, y $20 millones para una campaña educacional. El economista George Selgin ha calculado que este esfuerzo no está ni cerca de ser suficiente para bitcoinizar una economía entera y, evidentemente, los contribuyentes terminarán asumiendo estos y los costos adicionales.
Para un sistema monetario que permanece en la internet, la realidad está lejos de ser la ideal. La conectividad alcanza a tan solo 45% de las familias salvadoreñas. Aunque la ley obliga a los negocios a aceptar bitcóin, la mayoría se está resistiendo, y más del 80% de los receptores de remesas siguen prefiriendo el dólar estadounidense, la otra moneda de curso legal del país.
Para empeorar las cosas, la Administración de Bukele no ha sido transparente sobre los acuerdos para desarrollar la billetera de bitcóin oficial, Chivo –una expresión que significa “chévere”–, y para desplegar los cajeros automáticos de bitcoin en todo el país con apoyo de Athena, una compañía establecida en Chicago.
Athena hizo un solo anuncio a finales de junio, diciendo que esta invertirá alrededor de $1 millón para instalar 1.500 cajeros en El Salvador. Para el 7 de septiembre, el gobierno ya había colocado 200 de estos, cada uno capaz de soportar 4.000 usuarios por día.
Pese a que Bukele dijo que los salvadoreños no pagarán tarifas en los cajeros automáticos, Athena tiene que generar ganancias de alguna forma, quiza mediante subsidios financiados por los contribuyentes.
El cripto equipo oculto
Otra preocupación para los salvadoreños es la falta de certeza acerca del equipo técnico de Bukele. Aunque el presidente contrató a Jack Mallers, fundador de la plataforma de pagos Strike, para que le ayude a redactar el proyecto de ley y sea el vocero en la industria de las criptomonedas, otros están jalando las cuerdas.
De acuerdo con documentos filtrados y publicados por el medio independiente El Faro, Bukele y su hermano Karim han eludido a los ministros y funcionarios públicos que deberían estar tomando decisiones. En contraste, ellos han entregado la implementación del bitcóin a dos venezolanos que son parte de un gabinete secreto, Sara Hanna y Lorenzo Rey.
Ni Karim ni Hanna ni Rey son servidores públicos, y ningún contrato los vincula con el gobierno salvadoreño. En reuniones con empresas de la cripto industria para discutir oportunidades en El Salvador, Hanna se ha presentado como asesora de Bukele y ha liderado las negociaciones. Rey es la cabeza técnica, encargado de gestionar el desarrollo de Chivo.
Pese a que los salvadoreños pueden utilizar otras billeteras de bitcoines, a través de Chivo el gobierno puede acceder a los datos de los usuarios, rastrearlos y congelar sus fondos si lo desea. Este no es un escenario lejano; el 1 de septiembre, la policía arrestó a un crítico de la ley de bitcóin.
¿Qué puede estar detrás de la ley de bitcóin?
Mediante sus manipulaciones para hacer que la Corte Suprema dé luz verde a su reelección, Bukele ha demostrado que generalmente tiene motivos ocultos. La imposición del bitcóin no es diferente.
En lugar de ayudar a los salvadoreños a recibir remesas desde el exterior a menor costo, como indica el objetivo de la ley, Bukele puede estar interesado en atraer capital desde los entusiastas del bitcóin extranjeros para financiar su administración, a la cual le faltan recursos.
La dolarización en El Salvador a inicios de siglo puso un límite en el despilfarro de los políticos. La economista salvadoreña Tatiana Marroquín ha advertido que Bukele trata de ampliar este límite con el bitcóin. Este supuesto no es descabellado, tomando en cuenta que él y Karim primero planearon emitir una moneda digital nacional llamada colón dólar, antes de optar por el bitcóin.
Bukele también puede estar buscando una forma de evitar las sanciones estadounidenses, al tiempo que su gobierno se vuelve más autoritario, y probando qué tan lejos le dejan ir los salvadoreños con respecto a hacer y deshacer a su gusto de las políticas públicas del país.
No hay criptomoneda sin representación
Cuatro años atrás, un grupo de cripto entusiastas, incluyendo Mallers, crearon una pequeña economía bitcóin en la playa salvadoreña de El Zonte. Aunque los pequeños negocios aceptaron la criptomoneda de los turistas, muchos dejaron de hacerlo por la falta de señal de internet, sus teléfonos inteligentes desactualizados, y el precio volatil del bitcóin.
El destino del bitcóin en el resto de El Salvador probablemente siga el mismo rumbo. Si la Administración de Bukele continúa usando el dinero de los contribuyentes sin rendir cuentas, puede esperar continua resistencia. Esto pasó en Ecuador en 2017, cuando el gobierno de Rafael Correa no logró imponer una moneda digital estatal para socavar a la dolarización.
Lo que condena a la bitcoinización de El Salvador es no seguir la esencia de decentralización y libertad del bitcóin. En su lugar, Bukele ha impuesto la criptomoneda a un país entero sin considerar que las personas deben ser consultadas sobre su estilo de vida.
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