La narrativa mediática sobre las elecciones guatemaltecas de 2023 sufrió al menos una transformación significativa: de la deslegitimación del proceso electoral a la celebración de los resultados electorales.
Antes de que se celebrara la primera vuelta de las elecciones, el 25 de junio de 2023, la tónica general de la cobertura mediática fue deslegitimarlas, incluso antes de que hubiera comenzado oficialmente el periodo electoral.
Sin embargo, la narrativa cambió repentina y dramáticamente cuando Bernardo Arévalo, del progresista Movimiento Semilla, obtuvo el segundo porcentaje más alto de votos (11,78) en la carrera presidencial. Quedó por detrás de Sandra Torres, del Partido UNE (15,68%), mientras que los votos nulos y blancos (24,68%) fueron los más altos registrados en elecciones latinoamericanas desde el 2015.
Estos resultados serían luego avalados por el Tribunal Supremo Electoral de Guatemala (TSE), allanando el camino para la segunda vuelta entre Arévalo y Torres.
El pesimismo: Deslegitimación electoral
De cara a las elecciones de 2023 en Guatemala, existía la creencia generalizada de que la contienda presidencial estaría dominada por los principales candidatos del establishment:
- Zury Ríos (Valor–Unionista), la eterna favorita de los conservadores guatemaltecos;
- Sandra Torres (UNE), primera fuerza de la izquierda tradicional guatemalteca;
- Edmond Mulet (Cabal), el autodenominado centrista.
Además, la suposición generalizada era que Ríos y Torres pasarían a la segunda vuelta y que Ríos acabaría ganando la presidencia. Esa fue la razón principal del encuadre sombrío de las elecciones guatemaltecas.
En octubre de 2022, El Faro publicó un artículo: “¿Quién heredará el poder de [el presidente] Giammattei en Guatemala?”. Descalificaba todo el proceso electoral incluso antes de que comenzara. Este es solo un ejemplo de la cobertura negativa que se repitió ampliamente y continuó hasta el día de las elecciones de primera vuelta, el 25 de junio de 2023.
Según el coro mediático, Guatemala era una causa perdida, un país gobernado por un turbio “pacto de los corruptos”, que ostensiblemente mantenía un control hegemónico de todos los aspectos del sistema político y judicial. Este pacto rara vez se define. Sin embargo, según Epicentro —una fuente de noticias progresista— está formado por el ejecutivo, el legislativo y actores del sector privado. Esta amplia definición difama al sector privado, pero deja fuera a los poderosos capos de cárteles de la droga. La definición también deja entrever el sesgo sistémico que rige la cobertura mediática de la política guatemalteca.
El 9 de junio de 2023, el Congreso Norteamericano de América Latina (NACLA) publicó un artículo con el subtítulo: “Las elecciones del 25 de junio en Guatemala están plagadas de retrocesos antidemocráticos y dominadas por las élites tradicionales, lo que plantea dudas sobre su legitimidad”. El 22 de junio, el New York Times publicó un artículo de gran impacto dirigido a desacreditar las elecciones. Del mismo modo, pocos días antes de la primera vuelta, la Fundación Carnegie predijo una “farsa electoral”.
El 24 de junio, CNN publicó un artículo en el que se afirmaba de forma inexacta que la candidatura de Thelma Cabrera, una indígena de izquierda radical del partido MLP, había sido cancelada por el TSE. Esto supuestamente ocurrió porque era una candidata anticorrupción. Esta falsedad se propagó para desacreditar las elecciones que se celebrarían al día siguiente.
Prácticamente todas las encuestas apoyaron la presunción inicial de que la presidencia se disputaría entre los principales candidatos. Ni una sola encuesta mostraba a Arévalo cerca de ninguno de estos tres candidatos. Una importante encuesta publicada pocos días antes de la primera vuelta de las elecciones por un importante periódico de Guatemala (Prensa Libre), mostraba a Arévalo en octavo lugar. Arévalo nunca superó el 2% en las encuestas.
El día de las elecciones, los resultados sorprendieron a todos. El 12 de julio, Prensa Libre de Guatemala informó que el TSE declaró que Arévalo había logrado llegar a la segunda vuelta contra Sandra Torres. Arévalo obtuvo el porcentaje de votos más bajo de todos los candidatos presidenciales que han pasado a la segunda vuelta en la historia de Guatemala.
Al final, la segunda vuelta se celebraría entre dos candidatos de izquierdas: Torres, de la Internacional Socialista, y Arévalo, cuyo partido pertenece a la Internacional Progresista. Aún así, la sanción de estos resultados por parte del TSE estuvo precedida por comunicados públicos de las principales cámaras organizadas del sector privado que señalaban la aceptación de los resultados. La narrativa de los medios de comunicación era errónea.
La algarabía: Celebración de las elecciones
Una vez que quedó claro que ni Mulet ni Ríos pasarían a la segunda vuelta, los medios de comunicación comenzaron inmediatamente a celebrar el proceso electoral guatemalteco (léase: El Faro, Al Jazeera, Reuters, Le Monde). Sin inmutarse por sus predicciones erróneas sobre la primera vuelta, la clase charlatana convergió rápidamente en la predicción de que Arévalo vencería ampliamente a Torres.
La segunda vez, tenían razón. Como en 2015 y 2019, Torres perdió la segunda vuelta de las elecciones presidenciales. Según el TSE, Arévalo obtuvo el 58% de los votos.
Los medios progresistas se unieron uniformemente en torno a Arévalo como representante de un futuro político no contaminado por la rampante corrupción que los guatemaltecos de todos los sectores sociales rechazan desde hace tiempo.
- The Intercept: “Una promesa de primavera”.
- CNN: “El candidato anticorrupción Bernardo Arévalo gana las elecciones presidenciales de Guatemala”.
- The Guardian: “Un activista anticorrupción gana las elecciones presidenciales en Guatemala: La sorprendente victoria de Bernado Arévalo llega en un momento de creciente preocupación por el estado de la democracia en Centroamérica”.
- Vox: “El candidato presidencial anticorrupción Bernardo Arévalo ha anunciado una nueva era para Guatemala”.
Cumpliendo promesas
Arévalo ha asumido la presidencia con grandes expectativas y un importante capital político. Su reto será condicionar y gestionar las expectativas. Tiene ante sí una tarea relativamente sencilla: lograr avances simbólicos y reales contra la corrupción. La vara está baja, ya que todos los sectores de la sociedad guatemalteca desean que se ponga fin a la plaga de la corrupción.
Contrariamente a lo que dicen los medios de comunicación, el sector privado organizado le apoyará en esta cuestión. Mucho antes de que la izquierda enarbolara la bandera de la lucha contra la corrupción, el ya organizado sector privado —principal fuente de ingresos fiscales para el gobierno— abogaba por un gobierno responsable y de mayor calidad.
Este artículo refleja únicamente la opinión del autor, mas no necesariamente la opinión del Impunity Observer.
Join us in our mission to foster positive relations between the United States and Latin America through independent journalism.
As we improve our quality and deepen our coverage, we wish to make the Impunity Observer financially sustainable and reader-oriented. In return, we ask that you show your support in the form of subscriptions.
Non-subscribers can read up to six articles per month. Subscribe here.