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Cinco datos que los latinos saben sobre la izquierda que los anglos no

El asesinato de Charlie Kirk es un baño de realidad sobre la ideología revolucionaria

left izquierda
Decir la verdad sobre el igualitarismo paraliza la agenda izquierdista. (Andrés Sebastián Díaz)

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Un colega paraguayo me explicó una vez que no se puede ignorar la dicotomía izquierda versus derecha en América Latina. La coalición izquierdista enaltece a dictadores como el fallecido Fidel Castro y —a través de la Alianza Bolivariana, el Foro de São Paulo y el Grupo de Puebla— trabaja en conjunto para construir dictaduras hermanas como los sandinistas en Nicaragua y los chavistas en Venezuela. Ahora, Honduras es su objetivo más vulnerable.

La izquierda promete una igualdad diseñada socialmente. Su mantra igualitarista suena benigno y, para muchos, es un canto de sirena. Sin embargo, su historia e implicaciones muestran su distancia con las libertades civiles y la economía de mercado. En palabras del académico cubano José Azel, “los marxistas sacrifican libertades individuales [en] el altar del colectivismo”.

El asesinato de Charlie Kirk dejó claro cómo piensan los izquierdistas sobre quienes no están de acuerdo con ellos. Medios anglo e hispanoparlantes de izquierda se apresuraron a cuestionar a Kirk y celebrar su muerte. El crimen del joven activista fue desentrañar su dogma.

Las cicatrices de los latinos por la violencia de la izquierda están tan abiertas que los anglos pueden aprender de sus percepciones. En este sentido, el exiliado nicaragüense Marco Navarro-Génie señala: “La política centroamericana sigue atada a la lógica de la guerra, donde los oponentes son enemigos, y la victoria significa dominación total”.

  1. El izquierdismo es totalitario.

Quienes aspiran a ser dictadores, con pocas excepciones, apoyan el socialismo. Incluso el presidente salvadoreño Nayib Bukele, presentándose como independiente y hombre del pueblo, debutó con el marxista Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional. 

En realidad, los políticos de izquierda tienen poco interés en la igualdad. Su eslogan debería ser: algunos son más iguales que otros. Sin embargo, la ideología les permite atraer a un sinfín de idiotas útiles. La humanidad nunca alcanzará la igualdad, por lo que la justificación para la intervención estatal es un insaciable camino al totalitarismo.

  1. El fin justifica los medios.

Si los supuestos resultados igualitaristas son la meta, los escrúpulos personales que obligan a la honestidad, la no violencia y la legalidad son secundarios frente a obtener poder e imponer redistribución. Aunque los sandinistas se presentaron como libertadores en 1979, escribe Navarro-Génie, “casi de inmediato, su retórica revolucionaria se convirtió en un nuevo monopolio del poder, marginando a rivales y concentrando la autoridad”.

  1. Los izquierdistas son violentos.

Un hecho ineludible acerca del socialismo es que es coercitivo. Si no estás de acuerdo, mala suerte. Serás obligado a cumplir. Si resistes, el Estado te silenciará.

Esta violencia va más allá del Estado formal. Los izquierdistas organizan paramilitares para defender su control del poder, como los Tupamaros de Venezuela y la policía voluntaria de Nicaragua. (El equivalente estadounidense es la erróneamente denominada Antifa). 

Tienen sus propias “Cincuenta sombras de Grey”. Para ellos, bloquear carreteras, dañar propiedad privada y asesinar a quienes disienten es placentero. Eso incluye a cientos de manifestantes prodemocracia que perecieron en Nicaragua en 2018.

  1. Los izquierdistas odian a la aristocracia.

Los regímenes autocráticos de derecha, como en Chile de 1973 a 1990, merecen condena. Sin embargo, no están motivados por la envidia y la lucha de clases y no son revolucionarios, lo que significa que son menos destructivos y menos perennes.

Una aristocracia natural afirma los diversos talentos de la humanidad. Algunos están bendecidos con dones, y estos se distribuyen de manera desigual. Los izquierdistas ahuyentan y reemplazan a la aristocracia con una camarilla parasitaria de gobernantes cleptocráticos. Conservan el boato y la pompa del liderazgo pero carecen de grandeza y nobleza.

  1. La libertad de expresión es su kriptonita.

Decir la verdad sobre el igualitarismo paraliza la agenda izquierdista. Por eso la censura y la propaganda estatal están integradas en la estrategia izquierdista.

Cuba es el final del camino: una plantación de esclavos y una isla de mentiras. Los comunistas han restringido estrictamente la libertad de expresión y asociación, incluso asesinando a Oswaldo Payá (1952–2012) por buscar la democracia. El régimen también ha espiado a todos a través de los Comités de Defensa de la Revolución y financiado propaganda como Granma y teleSUR.

Esperar un diálogo fructífero y decente con los izquierdistas es como debatir con feministas acérrimas: una pérdida de tiempo. Están luchando por poder desde el resentimiento y la codicia, no desde la razón. Sus sentimientos no analizan hechos ni un mensaje coherente.

Cuando Javier Milei asumió el cargo en Argentina, los izquierdistas dijeron “¡Ni un paso atrás!”. Ellos avanzarán en cualquier paso atrás que demos. Por eso, no podemos ceder ni una pulgada. No hay compromiso con los totalitarios; debemos reconocer su amenaza constante.

La versión en español se publicó originalmente en Diario El País.


This article reflects the views of the author and not necessarily the views of the Impunity Observer.


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