De Mario Enrique Paiz Bolaños
El presidente guatemalteco Alejandro Giammattei ha acusado a la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) de impulsar el indigenismo en Guatemala. Este acercamiento impulsa la confrontación social y crea ingobernabilidad.
Giammattei ha considerado expulsarla del país. Como respuesta, la Embajada de Estados Unidos ha emitido una declaración a los medios, donde informa que USAID ha invertido millones de dólares, beneficiando a diversos sectores de la sociedad guatemalteca.
La Embajada, sin embargo, no menciona que gran parte de ese dinero se emplea en pagar a sus empleados — todos estadounidenses, quienes viven en nuestro país como reyes. Disfrutando sus vidas en zonas residenciales lujosas, nunca pensaron alcanzar tan grandes comodidades en Estados Unidos—. La declaración no responde a la inquietud del presidente.
La estrategia política de luchar las desigualdades promoviendo el indigenismo no es nada nuevo. Hace un siglo, una vez que se asentaron las bases ideológicas de las teorías marxistas-leninistas en Rusia, los funcionarios empezaron a dar un trato distinto a las diferentes nacionalidades. Con esto, buscaban corregir las desigualdades provenientes del Imperio de la Gran Rusia.
A esta política, la llamaron Korenizatsiya, que quiere decir indigenismo. En principio, esta política reestructuró el Imperio sobre bases étnicas. A cada nacionalidad — con excepción de los judíos—, les otorgaba un reconocimiento oficial con un territorio, una lengua y una cultura propia. Para mantener el control sobre estas diversas nacionalidades, toda esta política se basa en consideraciones étnicas para distritos, concejos de las aldeas y territorio.
Los bolcheviques fueron los que contribuyeron a esta estrategia de manera contundente. Ellos concedieron privilegios a las minorías. Es en este momento donde el indigenismo establece reglas especiales y privilegios para lograr cuotas favorables en el campo, el trabajo y en la vida pública. Todo esto bajo control de un sistema totalitario.
En Guatemala, después de la revolución de 1944, cuando se derrocó al régimen totalitario de Federico Ponce, se impulsó una constitución política que hace a todos los guatemaltecos iguales en obligaciones y derechos. Aquella constitución privilegió la educación.
Como resultado, se crearon las escuelas nocturnas para adultos, la educación secundaria y universitaria laica y gratuita para todos sin discriminación de raza ni sexo. Esto prevalece hasta la actualidad.
Otro gran logro de la clase trabajadora, agrícola y exportadora fue la diversificación de cultivos. Con un enfoque de prosperidad en lugar de justicia social, la diversificación de cultivos (libre acceso a los mercados de agricultura) permitió a las familias vender los excedentes de producto y generar ingresos.
El proyecto ruso del indigenismo fue un total fracaso. Aunque la aplicación de Korenizatsiya haya sido bajo regímenes totalitarios, los funcionarios bolcheviques no lograron hacer funcionar su proyecto.
En Guatemala jamás se puede justificar semejante proyecto de la USAID. Al presidente de Guatemala, le recuerdo las palabras del expresidente Juan José Arévalo Bermejo, “con la mano derecha se reciben los dólares, mientras que con la izquierda se entrega la soberanía del pueblo”.
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