Por qué la dictadura cubana está más débil que nunca

Protestas, pobreza y crisis energética revelan fragilidades

El ideal comunista del Estado haciéndose cargo de las necesidades de las personas ha fallado. (Mauro Echeverría)

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Los cubanos están mostrando un descontento nunca antes visto, especialmente desde que el huracán Ian llegó a Cuba el 27 de septiembre; la comida, medicina y electricidad se han vuelto aún más escasas.

Después de la pandemia y la consecuente subida de precios de alimentos, los cubanos están enfrentándose a niveles sin precedentes de pobreza, hambruna, falta de electricidad y medicina pública deficiente.

El régimen ha encarcelado a más de 1.400 personas y muchas de ellas siguen esperando un juicio después de las protestas masivas que tuvieron lugar en Cuba en julio de 2021. El estallido social ha persistido, con cada vez más personas recurriendo al mercado negro.

Incluso aquellos que antes estaban cómodos con el régimen y agentes policiales están considerando salir del país.

Un investigador del Impunity Observer visitó la isla para ver y escuchar testimonios de primera mano sobre el escollo de los cubanos y evaluar qué tan consolidado está el régimen.

Él entrevistó a gente proveniente desde los barrios más pobres hasta las zonas más ricas —gente joven y mayor que trabaja, desempleados, simpatizantes y opositores al régimen, trabajadores en hospitales y policías.

Todos ellos, a excepción del activista y escritor cubano Ángel Santiesteban, solicitaron que se mantenga su anonimato por miedo a represalias por parte de la dictadura cubana.

Hambruna y pobreza en el comunismo

Un hombre en Habana Vieja se acercó al investigador del Impunity Observer rogando por dinero para poder comprar leche para su hijo, diciendo que lo tenía que alimentar con “agua con azúcar”. El sitio de noticias independiente Diario de Cuba ha reportado que la desnutrición es un problema real, particularmente en aquellos hogares que no reciben remesas.

Medios oficiales, sin embargo, niegan la presencia de desnutrición en Cuba.

Todos los cubanos con los que habló tenían el mismo desafío: pobre o rico, no hay suficiente alimento para sus familias. Mientras algunos explican que no les alcanza el dinero, otras razones comunes incluyen a las libretas de racionamiento y la escasez de comida. La leche, la carne y la harina escasean en la isla.

Fidel Castro creó la libreta de racionamiento en 1962 con el fin de garantizar acceso mensual a los alimentos para todos los cubanos. Actualmente, la libreta otorga a cada individuo cinco huevos, ¼ de pollo, cinco libras de arroz, media libra de aceite, diez onzas de fréjol, una caja de fósforos y una bolsa de café, al mes.

Diseñada como una política de asistencia social, la libreta provee una modesta cantidad de comida que dura como máximo 12 días.

(@ElLibreMercado)

Fuera de la sede del Partido Comunista en Habana Vieja, un simpatizante de la dictadura de 65 años reconoció que hay dificultad para conseguir alimento en la isla. Él le dijo al Impunity Observer que este problema era causado por el bloqueo estadounidense.

Sin embargo, los alimentos fueron excluidos del bloqueo en 2001. Desde julio de 2021 hasta julio de 2022, las exportaciones estadounidenses a Cuba aumentaron en 31,3%, con la carne de pollo representando el 86% del total.

La producción de alimentos en Cuba también está decreciendo, puesto que los agricultores se encuentran en una posición difícil. Debido a que el régimen del Partido Comunista favorece la redistribución, este requiere a los agricultores que le vendan sus productos a precios fijos no competitivos, denominados en pesos cubanos. Los agricultores, en cambio, pierden al comprar sus materiales en otras divisas como euros y dólares.

La dictadura cubana ha reconocido, por ejemplo, su limitado acceso a la harina.

Las largas filas para comprar comida con la libreta de racionamiento son pan de cada día. Las personas esperan horas en las calles sin tener la certeza de que encontrarán lo que necesitan. Las bodegas frecuentemente cierran temprano porque se les agotan los productos antes de atender a todos los que esperan en la cola.

El Impunity Observer observó, fuera de una bodega en Vedado, a una mujer adulta desesperada, llorando y diciendo: “No puedo comprar comida para mis hijos”.

La escasez de comida también está afectando al sector turístico. El Impunity Observer presenció en octubre de 2022 en el restaurante del Hotel Presidente en Vedado, La Habana, que ofrecía tan solo dos de los once sandwiches y hamburguesas del menú porque no había carne de res ni cerdo.

Muchas personas nos contaron que la situación empeoró después de la pandemia. “Antes de la pandemia, obtener alimentos era todo un desafío, pero ahora simplemente no hay”, un hombre le dijo al Impunity Observer en Miramar, La Habana.

Justicia inexistente en el comunismo cubano

“¡Estoy cansado de los apagones! Casi todos los días estamos sin electricidad, mientras los hoteles y los privilegiados nunca sufren esto”, gritaba un hombre en una plaza en la avenida Paseo en Vedado, en medio de un apagón. En La Habana, no hay electricidad cuatro días a la semana por 5-7 horas.

La situación empeora en otras provincias como Matanzas, Pinar del Río, Mayabeque, Holguín, Santiago, Guantánamo y Camagüey; donde no hay electricidad alrededor de 12 horas todos los días.

Ya que el turismo es una fuente importante de ingresos para la dictadura, los hoteles —pertenecientes parcialmente al Estado— no sufren apagones. Estos cuentan con sus propios generadores de electricidad.

Mientras tanto, los apagones están causando retrasos en la producción del café y afectando su calidad. Existen casos de personas que encuentran residuos en su bolsa de Café ¡Hola! —el distribuido por el Estado—, aunque funcionarios sostienen que su control de calidad continúa funcionando bien.

Los cubanos no solo se enfrentan a los constantes apagones sino también al deterioro e incluso colapso de sus residencias. El 17 de octubre, un edificio se desplomó en Habana Vieja, matando a una niña de cinco años. Muchos otros casos se reportan continuamente.

Una madre de 75 años en Jesús María, La Habana, le contó al Impunity Observer que su habitación se derrumbó hace dos años mientras ella estaba adentro. Se cayó dos pisos y sobrevivió. A ella no le alcanza el dinero para reparar su casa y nunca ha recibido ayuda del Estado. Para ella, al régimen solo le importa la construcción de nuevos hoteles, no ayudar a la gente.

Así como los alimentos y la electricidad, el cemento ha estado escaso en Cuba desde 2019, lo que también ha afectado el estado de muchos edificios en La Habana. El régimen ha reconocido el problema, pero nunca ha proporcionado una solución.

Antonio Font Carreño, vicepresidente de la organización de construcción Penemcub, mencionó a Radio Martí que, aparte de la falta de recursos, no hay voluntad de los políticos por solventar la crisis en el ámbito de la construcción.

Mientras tanto, el régimen continúa construyendo hoteles.

La escasez conduce al mercado negro

¿Qué deben hacer los cubanos ante tanta escasez? El ideal comunista del Estado haciéndose cargo de las necesidades de las personas ha fallado.

La primera opción para los cubanos es recurrir al mercado negro, enfrentándose a precios desproporcionadamente altos y arriesgando prisión por hasta cinco años.

De la misma forma, antes de someterse a una intervención médica, los pacientes deben llevar la mayoría de los implementos que compran en el mercado negro. El Impunity Observer conversó con un estudiante de último año de medicina en la Universidad de La Habana que trabaja en un hospital. Él asegura, por ejemplo, que en la mayoría de ocasiones, los pacientes deben traer sus propias redes de mosquitos si los tratan de dengue. Él dijo: “Esto también sucede con los hilos de sutura y las agujas”.

Los cubanos dicen que los distribuidores de medicina del Estado tampoco funcionan, por lo que deben comprar su medicina para la presión alta y problemas de tiroides por $200 o $300 más en el mercado negro.

Algunos de ellos se consideran afortunados porque tienen familia en Estados Unidos que les envía dinero. De otra forma, ellos no podrían pagar su medicina.

Varias personas —incluyendo adultos mayores— le contaron al Impunity Observer que varios hospitales en los que se suelen atender están cerrados por falta de recursos y personal, por lo que deben buscar atención en sitios más lejanos. De hecho, la clínica Camilo Cienfuegos en Vedado mantuvo sus puertas cerradas toda la semana que el Impunity Observer estuvo en La Habana.

Conseguir gasolina es otro desafío diario. El precio de la gasolina en Cuba es de 30 pesos cubanos por litro ($4,77 por galón), pero existen pocas gasolineras abiertas. Las personas hacen colas de alrededor de una hora para obtener gasolina. Seguido, las personas llenan tanques de gasolina adicionales para tener una reserva.

La gasolina no se puede comprar en el mercado negro porque no llegan suficientes envíos a la isla y el régimen tiene el permiso exclusivo para importar gasolina. Consecuentemente, los cubanos deben encontrar otras alternativas de transporte.

Los cubanos hartos de las políticas comunistas inefectivas

Hace dos años era imposible imaginar que los cubanos expresaran su descontento en las calles. A nivel nacional las protestas son constantes.

Las últimas protestas en La Habana se dieron el 1 y 2 de octubre —justo después del huracán Ian, cuando la electricidad estuvo disponible solo 2-3 horas por día. Allí, las personas exigían electricidad y libertad.

Casi a diario, individuos y medios locales reportan manifestaciones pacíficas en provincias fuera de La Habana. En Las Tunas, una ciudad en el oriente de Cuba, las personas estuvieron en las calles pidiendo electricidad —un problema que ha persistido meses.

El 13 de octubre, varias protestas se llevaron a cabo en provincias como Santiago, Holguín, Mayabeque, Matanzas y Cienfuegos.

Muchos cubanos no están dispuestos a arriesgar su vida y su aparente libertad después de ver a policías atacar y encarcelar a manifestantes en ciertas zonas. Ellos temen arriesgar a sus familias.

Un hombre de 47 años en Miramar le dijo al Impunity Observer: “Si todos salieran a protestar, yo iría también —arriesgando sustentar a mi hijo— pero nunca pasa”.

Ángel Santiesteban le contó al Impunity Observer que una de las razones por las que todas las personas no salen a protestar al mismo tiempo es porque el régimen corta el servicio de internet en los barrios donde no hay protestas. Así, el régimen aísla a las manifestaciones ya que los barrios vecinos se enteran de las protestas cuando estas ya han acabado.

Las protestas a nivel nacional reflejan el sentimiento de los cubanos en La Habana. De las 25 personas que entrevistó el Impunity Observer, 92% mencionaron estar cansados de la situación actual.

Todos mencionaron que es tiempo de un cambio porque las cosas no funcionan desde hace tiempo. Todos los entrevistados menores de 40 dijeron que se quieren ir o se irían si tuviesen la oportunidad.

Un análisis de Diario de Cuba reporta que en 12 meses entre 2021 y 2022, más 224.000 cubanos llegaron a Estados Unidos. Es decir, casi 600 cubanos diarios entraron para quedarse. En septiembre de 2022, 26.742 cubanos llegaron a Estados Unidos, siendo el número más alto desde marzo de 2021, cuando 35.000 cubanos entraron.

La censura continúa siendo la respuesta comunista a la coyuntura cubana

La dictadura se hace de oídos sordos en cuanto a las protestas pacíficas y legítimas de los cubanos, respondiendo con agentes en cubierto, promoviendo la violencia desde adentro y encarcelando a los manifestantes.

Agentes encubiertos de la Policía golpearon a jóvenes de 15 y 16 años que gritaban “¡libertad!” en las protestas de la calle Línea en octubre.

La obediencia ciega de la Policía a los ideales comunistas está claramente detallada en sus sucursales de Habana Vieja y Centro Habana en carteles que dicen: “Miembros de la Policía Nacional Revolucionaria nunca podrán ser amigos de criminales e insurgentes. Cualquiera sin lazos con la Revolución, no disfrutará de nuestro afecto, amistad o aprecio”.

No hay un cambio a la vista en las élites que se aferran al poder. No hay mejoras a la vista para los cubanos, ricos o pobres. El código de ética de la Policía representa los perennes ideales del comunismo forzado a los cubanos:

“Ser fieles a los principios del marxismo-leninismo, a las ideas de Martí, al pueblo, a la Revolución, a los principios del Partido Comunista de Cuba y las ideas de Raúl y Fidel”.

Sin embargo, los cubanos muestran su cansancio y descontento como nunca antes. Un adulto se acercó al investigador del Impunity Observer en Habana Vieja diciendo: “Mira a tu alrededor. Esto es miseria. Esto es pobreza. Necesitamos cambiar el sistema”.

Mauro Echeverría

Mauro Echeverría is Econ Americas’ deputy editor. He holds a BA in international relations with minors in political science and anthropology from the San Francisco University of Quito. Mauro leads the research on local economic development at the Ecuadorian think tank Libre Razón.

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