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Los demócratas se han vuelto el partido del totalitarismo. Un voto por cualquier candidato del Partido Demócrata es un voto por la tiranía, sin importar las declaraciones de los candidatos sobre su independencia de Joe Biden, Charles Schumer y Nancy Pelosi.
La democracia depende del Estado de derecho. Los demócratas han politizado la justicia como nunca antes en nuestra historia. El Departamento de Justicia (DOJ) y el FBI persiguen a adversarios políticos y protegen a sus aliados y líderes sin importar la evidencia o la ley. Este es el procedimiento estándar de los gobiernos tiránicos a lo largo de la historia.
El régimen de Biden bien podría ser el Ejecutivo más deshonesto de nuestra historia. Ellos pueden mentir como lo hacen porque sus medios aliados promueven su agenda y omiten la verdad. La demanda de Misuri contra Biden está revelando que el régimen colude con y presiona a los medios para censurar noticias.
El FBI actuó en nombre de Biden en las elecciones de 2020 al suprimir la historia de la laptop de Hunter Biden y llamarla desinformación rusa. La evidencia indica que Joe Biden ha sido activo en casos de tráfico de influencias internacionales que le otorgan a los adversarios extranjeros poder sobre él. El DOJ protege a Biden, así como también lo hacen los congresistas demócratas y sus medios aliados.
Los corporativos de Estados Unidos —dueños de la mayoría de medios tradicionales— y Wall Street se han puesto del lado de los demócratas porque las políticas de primero Estados Unidos reducen sus ganancias de China. De esta forma, los demócratas pueden gastar más que los republicanos en campañas a pesar de sus políticas impopulares que han producido caos, violencia e inflación.
El híbrido de capitalismo y totalitarismo del Partido Comunista de China (CCP) produce poco y depende de transferencias forzadas de tecnología y espionaje para estar a la par de Estados Unidos. Este acuerdo insostenible no puede sobrevivir a menos de que nuestro Gobierno se vuelva como el de China.
China permite que empresas estadounidenses recojan los excesos de ganancias a raíz de la mano de obra sin derechos y algunos a través de mano de obra esclava, como los uigures. En esencia, el CCP paga a nuestros oligarcas para que nos traicionen. Peter Schweizer detalla esto en su libro Red Handed: How American Elites Get Rich Helping China Win. Él muestra cómo el CCP brinda incentivos para que promuevan su agenda ex y actuales funcionarios públicos de alto rango de ambos partidos.
El expresidente Donald Trump sabe que China no puede competir con nosotros en un campo de juego equilibrado. Sus políticas, que favorecieron a los estadounidenses, son la razón por la que los oligarcas y burócratas federales se unieron con los marxistas que controlan el Partido Demócrata para sacar a Trump del poder.
Trump mostró que impuestos corporativos más bajos, menos regulaciones y el comercio recíproco ayuda a todos los sectores de la sociedad. Las inversiones y los empleos regresaron, algo que el líder globalista Barack Obama dijo en 2016 que no podía suceder.
Los globalistas demonizan como nacionalista o fascista a cualquier líder que se oponga al dogma globalista. Los ejemplos son los líderes nacionales Liz Truss (recientemente renunció), Victor Orban, Giorgia Meloni y Jair Bolsonaro. Los globalistas se oponen a la libertad individual y al libre mercado. Ellos quieren control centralizado y colectivismo, incluso para los estadounidenses.
Los globalistas ahorcan a los pequeños negocios, que son el motor de nuestra economía. Ellos explotan mano de obra barata, mientras hacen que las personas en casa dependan de dádivas del Gobierno. Para perpetuar esto, los globalistas deben privarnos de nuestras libertades individuales y suprimir la verdad. Sus objetivos y métodos coinciden con aquellos del CCP.
En un intento por mantenerse en el poder, los demócratas y los republicanos solo de nombre llaman a los republicanos a favor de primero Estados Unidos extremistas. Esto demoniza a quien sea que cree en los perennes principios estadounidenses: libertad, Estado de derecho y mercados libres y competitivos. Sin el dinero de oligarcas y medios aliados al régimen, los demócratas no ganarían ninguna elección con sus políticas actuales.
Los votantes no deberían ser engañados por los demócratas que dicen ser independientes del partido. Los titiriteros de Biden usan dinero oligarca para apoyar a oponentes políticos en las primarias de quienes se alejen de lo que dicta el partido sin permiso. Ellos tienen permiso de los líderes del partido, por motivos electorales, para mentir sobre su independencia, pero no para votar independientemente. Si esos candidatos estuviesen diciendo la verdad y creyesen en la libertad, abandonarían el partido, como lo hizo Tulsi Gabbard.
En Florida, por ejemplo, la representante demócrata Val Demings se enfrenta al senador republicano Marco Rubio. Ella utiliza su experiencia como jefa en la policía para decir que es una “líder de mano dura contra los criminales que sabe cómo mantener a nuestras comunidades a salvo”. Demings ha votado 100% con Biden. Los demócratas han probado que están en contra del cumplimiento de la ley y a favor del crimen en el país. Demings ha mostrado que ella no se opondrá a ningún dogma partidario al momento de votar.
La demócrata Corinna Robinson se candidatizó para la Cámara de Representantes estadounidense por el Distrito 21 de Florida en contra del actual representante Brian Mast. Ella dice que quiere inversión para los negocios pequeños y familiares. Esto contradice el hecho de que los demócratas favorecen a sus aliados oligarcas, así que son palabras vacías.
Los candidatos que promueven políticas demócratas actuales radicales y antiliberales y mentiras pronto se darán cuenta de que esto no funciona. Por ejemplo, Christine Olivo promueve un camino a la ciudadanía para todos los inmigrantes. Annette Taddeo en su sitio web denomina al cambio climático una amenaza existencial, pero no menciona el orden público y dice que lo sucedido en enero 6 fue una amenaza a la democracia.
Olivo y Taddeo se candidatizaron en contra de los miembros actuales Mario Diaz-Ballart y Maria Elvira Salazar en los Distritos 26 y 27 de Florida en la Cámara de Representantes, respectivamente. Salazar dijo en la conferencia Coalición de Fe y Libertad: “Nosotros (los hispánicos) venimos a Estados Unidos escapando de la tiranía, no para traerla con nosotros”.
Los demócratas representan la tiranía. Estados Unidos primero representa libertad, un enorme paraguas donde el debate sobre políticas es saludable y normal. Por ahora debemos enfocarnos en derrotar al totalitarismo anti estadounidense de los tiranos para que podamos regresar al debate normal y a los principios de libertad.
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