Con Brasil perdido, es momento que Guatemala lidere

Estados Unidos necesita todos los aliados que pueda tener en América Latina

Como un aliado constante de Estados Unidos, Guatemala es la mejor oportunidad para que EE. UU. promueva sus reales intereses. (Sebastián Díaz)

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Luego de la victoria del izquierdista Luiz Inacio “Lula” da Silva en Brasil, Guatemala se convierte en el principal país pro Estados Unidos en América Latina.

Una vez que Lula asuma el poder, los últimos países alineados con EE. UU. en América del Sur serán Ecuador, Paraguay, Suriname y Uruguay.

No hay que mirar muy lejos en la región de América Latina y el Caribe (ALC) en conjunto, no solo Sudamérica, para ver cuál es la vía de esperanza donde recae un remanente de influencia estadounidense en la región.

Como un aliado ejemplar y constante de Estados Unidos, Guatemala es la última y la mejor oportunidad para que EE. UU. promueva sus reales intereses, basados en consenso, a lo largo de la región.

La historia se repite. Esto también ocurrió en la Guerra Fría.

Guatemala ocupó un rol importante en la última línea de defensa en contra de la invasión del comunismo respaldado por los soviéticos en América Central; todo esto, mientras estaba siendo arremetida por los demócratas durante y, especialmente, luego de la guerra en contra de las guerrillas marxistas.

La recompensa de Guatemala fue la traición de Estados Unidos.

El gobierno estadounidense ha apoyado juicios espectáculo de crímenes de guerra en contra de líderes militares, precisamente aquellos que lucharon por los intereses estadounidenses. Poniendo más sal en la herida, EE.UU. ha difamado al sector privado guatemalteco –un evidente portaestandarte de los intereses estadounidenses–, catalogándolo como una supuesta élite depredadora, cuya influencia debe ser abolida.

Con amigos como Estados Unidos, ¿quién necesita enemigos?

Pese al ignominioso engaño de Estados Unidos, Guatemala está alineado con los asuntos más importantes de la política exterior estadounidense actual. El inquebrantable apoyo de Guatemala hacia Israel, Taiwán y Ucrania es una muestra de ello.

Luego de perder un aliado en Brasil, el juego ha cambiado para Estados Unidos. Esta nación no tiene otra elección racional que restaurar sus relaciones con Guatemala. También debe haber reconocimiento de la importancia de Guatemala para los intereses de la política exterior estadounidense, por ser aquella pequeña zona al sur de su frontera donde Estados Unidos todavía retiene cierto grado de influencia.

El dominio de gobiernos izquierdistas debería preocupar a Estados Unidos, puesto que los países no alineados representan el 94% del PIB sudamericano y 65% del PIB en ALC. Incluso más preocupante es que México, también bajo un gobierno de izquierda, representa 65% del PIB en ALC sin contar Sudamérica.

En otras palabras, los países de ALC no alineados con Estados Unidos representan alrededor de 90% del poder económico de la región. Esto, luego de considerar a los países más pequeños de América Central y el Caribe que no están alineados con EE. UU.

China ha desplazado a Estados Unidos como el principal socio comercial de Sudamérica y pronto lo hará también en América Central. Mientras tanto, Estados Unidos se duerme en los laureles: financiando espectáculos drag queen en Ecuador, en lugar de enfocarse solamente en impulsar iniciativas privadas y desarrollo económico. Desde un punto de vista estratégico, esto es tan ingenuo como ignorante.

Este progresismo radical ya ha distanciado a millones de hispanoamericanos del Partido Demócrata en 2022. Lo mismo sucederá en América Latina, donde la población generalmente percibe a este tipo de valores y actividades como escandalosamente degenerados y abiertamente aborrecibles.

Una vez que los republicanos ganen para la Cámara de Representantes en noviembre, ellos deben ejercer su poder político con Usaid. Los congresistas deben presionar a Usaid para que elimine todos los desembolsos en Guatemala destinados a activismo político en asuntos que no van acorde con los valores de la mayoría de guatemaltecos –o de estadounidenses, si vamos al caso.

Todos esos fondos deben ser dirigidos hacia el desarrollo económico por medio de la cooperación con el sector privado, y no con las oenegés o los grupos de negocios artificiales que no generan empleo significativo y no modificarán la válvula de la migración ilegal.

Nicholas Virzi

Nicholas Virzi is dean of the ASTRA Institute for Leadership and Governance.

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