Tras el azote climático que sufrió Cuba el 26 y 27 de septiembre, la dictadura castrista solicitó de manera insólita al Gobierno estadounidense ayuda económica de emergencia para paliar la crisis. Este llamado de auxilio evidencia la desesperanza del régimen por evitar a toda costa un levantamiento popular que ponga en peligro su poder absoluto.
Ian, un huracán de categoría 3, devastó la ya empobrecida isla de Cuba, dejando un saldo de 6 muertos, 65.000 evacuados y más de 100 mil viviendas afectadas. También ocasionó el colapso de las redes de electricidad y telecomunicaciones.
Sin energía, los ciudadanos perdieron sus pocas reservas alimenticias en refrigeración, lo que agravó la preexistente escasez. Como Impunity Observer lo documentó, en la isla, es cada vez más desafiante conseguir leche, carne, gasolina y otros productos de canasta básica.
Por medio de una serie de correos electrónicos entre funcionarios estadounidenses y cubanos, los primeros querían “determinar cuánta asistencia era requerida,” de acuerdo con lo revelado por el Wall Street Journal. Los oficiales estadounidenses también habrían estado “evaluando que las autoridades cubanas prioricen mejoras en hospitales, así como en infraestructuras críticas de agua potable, sanidad y demás si es que Washington entregaba ayuda”.
El 18 de octubre, el gobierno de Joe Biden aprobó $2 millones de dólares en suministros por medio de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID), a la que la dictadura ha acusado en varias ocasiones de financiar a exiliados cubanos que buscan una contrarrevolución, los ha tachado de mercenarios. El dictador Díaz-Canel agradeció en esta ocasión la ayuda estadounidense y aceptó que esta sea gestionada a través de la Federación Internacional de la Cruz Roja y la Media Luna Roja.
La profunda crisis que atraviesa el país desde hace dos años está empujando nuevamente a la población cubana a las calles para exigir mejores condiciones de vida, libertad y democracia. El país decreció 11% de su PIB en 2020 y hasta el momento no ha logrado recuperarse.
En 2019, el PIB per cápita de Cuba era de $9.125, de acuerdo con cifras oficiales. Un estudio reciente del Banco Interamericano de Desarrollo, sin embargo, estipula que la dictadura cubana maquilla las cifras, y el real PIB per cápita de la isla es al menos $4.000 menor.
El fracaso corresponde al modelo cubano
El régimen castrista ha aprovechado la afectación del huracán para abogar por el fin del “bloqueo” estadounidense, un embargo comercial vigente sobre la isla desde 1962. El 19 de octubre, el canciller cubano Bruno Rodríguez informó sobre los daños del huracán Ian y comentó que el embargo ha sido como un constante huracán en la economía cubana.
De acuerdo con Rodríguez, el embargo estadounidense ha costado a la isla $154.000 millones, por lo que el monto donado es algo minúsculo. El 3 de noviembre, 185 países votaron a favor de una resolución no vinculante condenando al embargo en la Asamblea General de las Naciones Unidas. Solo Estados Unidos e Israel votaron en contra, y Brasil y Ucrania se abstuvieron.
El embargo, no obstante, no es el principal factor que explica el pésimo desempeño económico del país durante los 63 años de mandato revolucionario. Desde que Fidel Castro asumió el poder, casi la totalidad de la producción y distribución de bienes y servicios ha sido gestionada por parte de los monopolios estatales. Industrias claves como la del azúcar, la ganadería o el café, que en la década de los 50 eran boyantes, quedaron devastadas tras su nacionalización.
Por poner un ejemplo, según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), hasta 1961 las hectáreas dedicadas al cultivo extensivo de café se ubicaban en 170.000, para 2013 estas se habían reducido a tan solo 28.000. EE. UU. permite que los productores cubanos de café exporten su producto al país, pero es la dictadura la que impide a los productores exportar sus excedentes.
Fidel Castro juró que el capitalismo no tendría cabida nunca más en la Cuba revolucionaria, esto hasta que el actual presidente Miguel Diaz-Canel permitiera en 2021—como una medida desesperada para captar recursos— la legalización de la empresa privada tras cinco décadas de prohibición.
Cerca de 5.000 empresas se han creado hasta el momento bajo esta nueva figura jurídica, el reconocimiento incluye a las micro, pequeñas y medianas empresas con un máximo de hasta 100 empleados. Los cubanos podrán incursionar en cualquier actividad excepto aquellas que tengan un valor estratégico para el régimen tales como la prensa, seguridad, arquitectura, abogacía, salud o telecomunicaciones.
El Ministerio de Economía y Planificación (MEP) aprobó hoy 106 solicitudes de creación de micro, pequeñas y medianas empresas privadas.
— Ministerio de Economía y Planificación de Cuba (@MEP_CUBA) September 7, 2022
Según cifras de EE. UU., el país exportó a Cuba bienes por el valor de $327 millones de dólares e importó $3 millones de dólares en 2022, convirtiéndose en el mayor proveedor de alimentos de la isla.
Estados Unidos es, entonces, un importante proveedor de alimento a la isla y no está bloqueando el acceso de los ciudadanos a esta. Poner fin al embargo comercial no traería la prosperidad a Cuba como el régimen repite como mantra, ya que el problema recae esencialmente en su incapacidad productiva, de gestión e inversión. Los únicos beneficiados serían la pequeña camarilla que controla con mano de hierro los monopolios estatales, no los ciudadanos de a pie.
¿Tambalea la tiranía cubana?
Una sociedad empobrecida, desarmada y reprimida, poco puede hacer para enfrentarse a un régimen totalitario que está armado hasta los dientes. Si bien las protestas masivas de julio de 2021 han demostrado ser un claro desafío, estas no lograron mover los cimientos en los que descansa el poder de la dictadura. La encarcelación arbitraria de cientos de manifestantes logró sofocar con éxito las movilizaciones.
Sin embargo, las voces que piden el fin de la dictadura, así como el sentimiento de hartazgo hacia la misma, continúan extendiéndose a lo largo y ancho de la isla. Con la incursión de internet, los cubanos han adquirido una ventana virtual que los conecta con el exterior, desde donde los motivan a buscar libertad y democracia.
Si quienes abogan por el fin del embargo comercial en Cuba, aduciendo que es una medida injusta y que constituye una violación de los derechos humanos, que sean consecuentes y exijan con el mismo ímpetu la salida inmediata del régimen antidemocrático y la instauración de una democracia liberal. El origen de las calamidades que subyugan al pueblo cubano no proviene del embargo comercial, sino de las caducas y fracasadas políticas socialistas.
El único bloqueo que existe en Cuba es interno y lo practica la dictadura con su propia población al impedirles expresarse, producir, invertir, negociar, manifestarse o algo tan básico como salir del país si así lo desean.
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