El régimen cubano, liderado por el dictador Miguel Díaz-Canel y las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), controlan alrededor del 90% de la economía de la isla. Empresas y consorcios del Estado dominan no solo el comercio local, sino también el comercio internacional, las remesas y el turismo.
Para mantener a los cubanos hambrientos, sumisos y asegurar la estabilidad del régimen, aquellos en el poder necesitan divisas. La dictadura ha manipulado el comercio y los tipos de cambio con este propósito, incluso aumentó el tipo de cambio oficial para socavar al mercado negro e impulsar el cobro de impuestos. Este artículo analiza cómo el Partido Comunista de Cuba se fía en los dólares estadounidenses —ya sea en fondos públicos o en el bolsillo de sus ciudadanos— para mantenerse a flote.
Quitando la mejor parte de las remesas
Un estudio de 2018 del Havana Consulting Group (uno de los últimos análisis disponibles) estimaba que las remesas en Cuba daban un total de $6.400 millones en 2016. Esto era más que la suma combinada de las industrias de turismo, agricultura, tabaco, medicina, azúcar, níquel y mariscos: $4.900 millones.
Para 2020, alrededor de 1,37 millones de 1,75 millones de emigrantes cubanos vivían en Estados Unidos. En el mismo ámbito, la mitad de las remesas enviadas en el mismo año venían de Estados Unidos, a pesar de las múltiples sanciones por parte del Gobierno estadounidense que llevan ya años en contra de la dictadura cubana. Cuba no reporta cifras de remesas y no todo el dinero se envía a través de sistemas formales, por lo que no se encuentran datos disponibles que reflejen la realidad.
Los cubanos entrevistados por el Impunity Observer están de acuerdo en que el envío de remesas a la isla es difícil y costoso. Algunas de las maneras de enviar dinero a Cuba son (1) visitar físicamente la isla y llevar consigo el dinero, (2) enviar el dinero mediante plataformas irregulares o (3) recargando las tarjetas usadas en las tiendas de Moneda Libremente Convertible (MLC).
Para evitar la intervención estatal y asegurar la entrega de dinero, una opción popular es viajar a la isla. Las compañías de remesas que no tienen autorizaciones oficiales para enviar dinero son riesgosas. Ya que operan de forma irregular, así como el uso de intermediarios desconocidos para esquivar los controles del régimen, los usuarios quedan expuestos a estafas. Este es el caso de varias denuncias de estafa sobre Cubasend, un sitio web que ofrece transferencias de dinero a Cuba a través de inbox de Telegram.
Los proveedores globales de remesas, como Western Union, servían a los cubanos al recibir dinero en el exterior y luego enviándoselo a la compañía estatal Fincimex. Western Union dejó de operar con remesas con destino a Cuba en 2020, después de que la administración de Trump restringió las remesas a este país como parte de un nuevo conjunto de sanciones. El Gobierno estadounidense buscaba reducir los ingresos de la dictadura, ya que ellos manejaban todas las remesas y desviaban una parte para ellos mismos.
En junio de 2022, la administración de Biden relajó las sanciones económicas. Para retomar el manejo de las remesas, la dictadura cubana y el Departamento del Tesoro estadounidense otorgaron una licencia a una nueva compañía: Orbit S.A., la cual está supuestamente establecida en Florida. En el papel, Orbit S.A. cumple con los requisitos de ambos países: no tener relación alguna con el régimen y tener oficinas físicas en Cuba. Sin embargo, existe poca información disponible sobre esta compañía, lo que genera dudas en cuanto a su autonomía.
Las tarjetas MLC son una mina de oro
Las personas en Estados Unidos pueden recargar las tarjetas MLC a través de cuentas de bancos afiliados a bancos del sistema financiero cubano o a través de agencias en línea como Havana Ship o Cubamax. Por cada $100 recargados en la tarjeta MLC, estas agencias irregulares cobran $25-30.
Las tiendas MLC son comúnmente conocidas como las tiendas de dólares porque solo aceptan pagos con divisas. Así como fue afirmado por oficiales cubanos, el objetivo del régimen es recolectar divisas. Tiendas Panamericana —el minorista más grande en Cuba— y Tiendas Caribe —con 1,921 tiendas en el país— son subsidiarios de GAESA, el consorcio manejado por las FAR.
Además de los cubanos que reciben remesas, los turistas son clientes frecuentes en las tiendas MLC, donde los bienes son impagables para cubanos que no reciben dinero del exterior. Por ejemplo, mientras el salario promedio es alrededor de $32 dólares al mes, un bolsa de dedos de pollo congelados en una tienda MLC cuesta $13.
El turismo es la última herramienta disponible
Aparte de la exportación de servicios —como médicos— el turismo es la actividad económica más importante de la isla. En 2020 (últimas cifras oficiales disponibles) el comercio, incluyendo restaurantes y hoteles para turistas, representaron el 23,8% del PIB de Cuba.
De los más de 1,7 millones de visitantes a Cuba en 2022 hasta el momento, 359.094 han sido canadienses, 266.264 comunidad cubana en el exterior y 74.912 ciudadanos estadounidenses. Mientras que Rusia ha sido la principal fuente de turistas a la isla en los últimos años, la guerra contra Ucrania ha dificultado los viajes al exterior por parte de rusos. En 2021, por ejemplo, Cuba recibió 146.155 visitantes cubanos frente a 68.944 canadienses.
Debido al embargo estadounidense impuesto sobre la dictadura cubana, el régimen se ha enfocado en atraer principalmente turistas provenientes de Canadá y Europa por décadas. Sin embargo, cuando la administración de Barack Obama introdujo su política de aliviar sanciones a Cuba, el número de viajeros estadounidenses se disparó.
Mientras que la administración de Obama aparentemente esperaba que los dólares estadounidenses beneficien a una supuesta clase media cubana —aquellos que viven de remesas— y acelerar un cambio político, el dinero terminó fortaleciendo al régimen. Así como cualquier otra industria en la isla, el sector turístico —incluyendo hoteles, restaurantes (conocidos como paladares), bares, renta de carros y servicios de transporte— es operado como un monopolio dominado por el Estado.
El Ministerio de Turismo y GAESA son dueños de la mayoría de negocios que operanen el sector turístico, así como Cubasol, Gaviota y Cimex. Aunque existen servicios privados de alojamiento como Airbnb y casas de renta, el régimen mantiene registro de los clientes y también estos representan muchos impuestos. El régimen, además, brinda diferentes licencias especiales para alojamientos de extranjeros frente a los de locales.
La dictadura cubana es dueña de todos los hoteles en La Habana, pero algunos están administrados por empresas extranjeras como las españolas Iberostar y Meliá. Esto sucede bajo los términos y condiciones de las leyes cubanas. Según la ley, los pagos a las empresas extranjeras que administran los hoteles “dependen de los resultados de su administración”. Debido a que los hoteles están categorizados como un sector estratégico, el régimen permite nuevos contratos de administración solo con “grandes empresas de renombre internacional” para aumentar su rentabilidad.
En cuanto a bares y restaurantes, existe una variedad más grande que no está relacionada a la dictadura debido a que el régimen permitió que pequeños negocios privados entren a competir en este sector desde 2021. Los restaurantes y bares más famosos, sin embargo, pertenecen al régimen.
Por ejemplo, La Bodeguita del Medio (LBDM), el bar restaurante más famoso de Vieja Habana, pertenece al Ministerio de Turismo y es administrado por la empresa Palmares de Cuba. LBDM ha abierto sucursales en otras regiones de Cuba como Matanzas y Santiago, y en otros países como México, Argentina, Costa Rica, España y Venezuela.
El bar restaurante El Floridita es otro ejemplo de una de las atracciones más icónicas de Cuba que pertenece al régimen. Palmares también administra El Floridita, pero pertenece al Ministerio de Turismo. Palmares administra alrededor de 850 facilidades turísticas más en la isla.
Otra compañía que pertenece al Ministerio de Turismo es Gran Caribe S.A. Esta maneja más de una docena de hoteles en la isla, incluyendo ocho en La Habana, tres en Varadero, dos en Cienfuegos y uno en Mayabeque. Uno de ellos es el Hotel Nacional, el más famoso de la isla.
Iberostar es una de las compañías extranjeras con fuerte presencia en Cuba. La empresa, presidida por el millonario empresario Miguel Fluxá, administra 18 hoteles de lujo en la isla: tres en La Habana (Parque Central, Grand Packard, and Riviera), y 15 en Varadero, Holguín, Trinidad, entre otras.
Meliá, la empresa española, administra 33 hoteles de lujo en nueve ciudades cubanas, incluyendo La Habana. Meliá planea abrir dos nuevos hoteles en 2023 —uno en Varadero y otro en Trinidad—.
Privilegios de extranjeros le ponen sal a la herida
Mientras los cubanos luchan a diario con apagones constantes, escasez de comida, gasolina y cemento, los hoteles tienen sus propios generadores de electricidad e infraestructura para luchar contra esto. Además, aquellos apegados al régimen son capaces de comprar cemento de calidad para construir más hoteles.
En un aspecto similar, el régimen continúa construyendo monumentos conmemorativos en honor al ex dictador Fidel Castro. Por ejemplo, la dictadura inauguró el lujoso Centro Fidel Castro Ruz en noviembre de 2021. Mientras los costos de la construcción no son de conocimiento público, se conoce que Meliá e Iberostar contribuyeron con $24 millones para la construcción de la fachada. El edificio recibe eventos culturales para turistas mientras promueven las ideas de Castro a través de reuniones políticas.
Hoteles modernos, una gran variedad de restaurantes y sitios de ocio ayudan a la dictadura a retratar a Cuba como un destino ideal y barato para turistas. Con su dinero, los turistas —sin intención— contribuyen a negocios dirigidos por el Estado y participan en una suerte de esclavitud moderna.
En cuanto a las remesas, el analista Mateo Haydar de la Heritage Foundation sostiene: “Estados Unidos todavía no tiene una hoja de ruta frente al régimen…. No hay una garantía de que el régimen cubano mantenga sus manos alejadas de las remesas”.
A través de las remesas y el turismo, el régimen recolecta divisas para solventar gran parte de los gastos del Estado comunista cubano. Sin un sector privado, es la dictadura cubana la que maneja las industrias, compra comida y medicina, importa gasolina y más. Asimismo, el régimen continúa enfocándose en dirigir el gasto público para construir nuevos hoteles en la isla, a pesar de la insuficiente demanda. En 2022, el porcentaje de ocupación ha estado en 14%.
Un creciente número de ciudadanos cubanos se dan cuenta del esfuerzo que dedica el régimen al turismo —con ironía, a aquellos que pueden pagarlo—. Mientras tanto, los cubanos están abrumados en búsqueda de cumplir con necesidades básicas como alimento para sus familias o acceso regular a electricidad. Mientras los ciudadanos recurren al mercado negro para comprar comida y medicinas, la incapacidad del régimen de satisfacer las necesidades de los cubanos están incrementando el descontento popular. Como el Impunity Observer ha documentado previamente, el malestar generalizado de la sociedad está debilitando a la dictadura.
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