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Cuando las víctimas escapan del totalitarismo, escapan de un mundo de mentiras. Los totalitarios no pueden establecerse sin recurrir a las mentiras.
Con una creciente marea de engaños en sus instituciones, Estados Unidos ha llegado a un punto de quiebre. El otro lado de esta precaria posición es la pérdida de nuestra República democrática y la desintegración de Estados Unidos en una dictadura o facciones en conflicto.
Hubo un tiempo en que había consecuencias por el engaño en la Casa Blanca. No hay que buscar más lejos que el difunto presidente Richard Nixon, en el cargo de 1969 a 1974. Al conocer sus irregularidades, su propio partido no le dio otra opción que renunciar.
Con un poder ejecutivo flagrantemente deshonesto bajo el liderazgo nominal de Joe Biden, ese tiempo pasó hace mucho. El Gobierno federal de Estados Unidos, en sintonía con el ejecutivo y el Partido Demócrata, ha ido más allá de las mentiras; está negando agresivamente lo que todos sabemos que es verdad y ocultando la trayectoria totalitaria.
La semana pasada, la Cámara de Representantes, expresando el sentimiento popular, votó por 219 contra 203 para prohibir que atletas transgénero participen en deportes femeninos. Las diferencias entre hombres y mujeres son evidentes para todos los seres humanos, y uno no puede convertirse físicamente en el otro. Al votar no en la Cámara, todos los demócratas presentes negaron una verdad obvia y acordaron con el estribillo activista y falaz: “las mujeres trans son mujeres”.
Desafortunadamente, este proyecto de ley no llegará a ninguna parte en el Senado ni será registrado por el ejecutivo. Su agenda ideológica, que niega la realidad objetiva, no admite la razón o el debate. En cambio, recurren a ataques ad hominem superficiales. La administración de Biden ignoró la seguridad de las mujeres y llamó discriminatoria a la ley.
Este desprecio por la verdad también fue abundante cuando nos enteramos de que las llamadas vacunas para la COVID-19 no impidieron la infección o la transmisión. Los no vacunados siguieron sufriendo discriminación real en viajes internacionales y en el sitio de trabajo. En el caso de las fuerzas armadas estadounidenses, donde el mandato de vacunación recién se quitó en febrero de este año, la política fue una prueba de lealtad ciega, una purga velada de pensadores independientes que tomaban decisiones médicas personales.
La politización del sistema legal, exhibida durante la audiencia de campo del Comité Judicial de la Cámara sobre el crimen en Nueva York, está aún más avanzada y es peor que la del ejército. Buscar corregir el rumbo y resistir la descarada guerra legal significa que alguien debe estar “haciendo el trabajo de Donald Trump”, en palabras del representante Jerrold Nadler (D-NY).
El representante Hank Johnson (D-GA) superó a sus juveniles ataques ad hominem y llamó a los republicanos “matones autoritarios… extremistas republicanos de MAGA… un peligro claro y presente para nuestra democracia… sirviendo como bulldogs de Trump”. Los testigos, víctimas del trato preferencial hacia los delincuentes del fiscal de distrito Alvin Bragg, al parecer estaban sirviendo como “atrezo en la producción de Broadway de MAGA”.
Estos hombres, al oponerse a la aplicación adecuada de la ley y distraer de la violencia, son cómplices de la transformación del Estado de derecho en la ley de la selva. No dicen ni pío cuando Black Lives Matter y Antifa se dedican a saquear y destruir ciudades, y sus socios locales se niegan a aplicar la ley en esos casos. Los disturbios de BLM terminaron solo cuando las encuestas para las elecciones de 2020 mostraron que estaban haciendo que los demócratas perdieran apoyo. Esto confirmó que BLM y Antifa son brazos violentos del Partido Demócrata.
Ya sean idiotas útiles o no, los representantes demócratas están centralizando el poder en Washington, DC, y elevando su dominio partidista en la burocracia permanente y el poder judicial. Están construyendo rápidamente un Estado de partido único, y cerrando el discurso con mentiras —junto con todo tipo de intimidación y censura— es una de sus herramientas clave.
Gracias a una pequeña mayoría en la Cámara obtenida en las elecciones de noviembre, al menos tenemos la oportunidad de exponer las mentiras del régimen y sus socios. El liderazgo de la Cámara está trabajando diligentemente para exponer las mentiras totalitarias, y aún podemos evitar los destinos de países como China, Cuba y Nicaragua. En lugar de centrarnos en cuestiones micro con personas que ignoran la razón, debemos conectar los puntos y exponer las mentiras que ocultan una agenda global para robarnos nuestra libertad.
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