En nuestro más reciente episodio del podcast, el diputado hondureño argumentó que Estados Unidos podría construir una Muralla China, y no lograría disuadir a los migrantes hondureños. De forma similar, un profesor mexicano de economía en la Universidad de Boston me dijo una vez: los estadounidenses pueden construir muros, pero los mexicanos pueden cavar túneles.
Cualquiera que dude de estas afirmaciones y la dificultad de detener la migración ilegal —no de la forma que el gobierno de Joe Biden ha tratado— debe ver La bestia (2011) por Pedro Ultreras. Este crudo documental sigue el rumbo de centroamericanos que intentan llegar a Estados Unidos y revela el potente atractivo del sueño americano. Estados Unidos parece ser víctima de su propio éxito y Hollywood, su departamento de marketing de facto. Un destello de esperanza hace que mucha gente acepte la desgarradora brutalidad y el inmenso riesgo en su trayecto al norte.
Aunque ha pasado más de una década desde su publicación, mire este documental como uno de los recursos finales para publicar mi libro: La píldora roja de América Latina. La bestia es de alguna forma el complemento de la vida real de 7 soles, un largometraje de ficción del mismo Ultreras que salió en 2009. Ultreras, a quien conocí en un campamento de Language of Liberty en Polonia años atrás, ha continuado con su trabajo ilustrador y este año ganó una nominación Emmy por periodismo destacado en habla hispana.
Luego de ver La Bestia, uno comprende el motivo por el que la red ferroviaria que atraviesa México, incluyendo ciertos tramos a pie, se conocen como ‘La bestia’ o ‘El tren de la muerte’. Ultreras llevó a su equipo de grabación a los trenes y siguió a los migrantes en sus paradas a lo largo del trayecto. Sin mostrar su rostro e imagen, deja que unas dos docenas de migrantes compartan sus historias sin censura. (El DVD tiene una entrevista por separado con Ultreras). De los migrantes retratados, principalmente provenientes de El Salvador, Guatemala, Honduras y Nicaragua, dos llegaron a Estados Unidos y solo uno se quedó. Los otros desaparecieron, se quedaron en México o se rindieron y regresaron a casa.
Quizá la parte más reveladora del documental es cuando una mujer cuenta su experiencia de la noche anterior. Todo el grupo con el que ella viajaba en el tren fue asaltado, y los asaltantes violaron a todas las mujeres. “Pero estamos bien,” concluyó esta mujer. Estas palabras me hicieron comprender la desagradable realidad a la que estos migrantes ilegales están acostumbrados. Ultreras también entrevistó a unas cuantas personas estancadas en México por heridas graves que los habían dejado inválidos —claro que estaban mejor que aquellos desaparecidos o fallecidos.
La bestia deja en claro que las posibilidades de cruzar México sin ser asaltado o algo peor son básicamente nulas. Aún así, estas personas se forman para lanzarse por la plancha.
Para aquellos que buscan defender la legislación migratoria de EE. UU., existen —con todo lo demás manteniéndose igual— dos opciones: (1) aplicar la ley de forma más drástica en la frontera (y en todo lado) y (2) cortar el acceso a todos los elementos que el papá Estado provee para reducir el atractivo.
Pareciera que la solución es la estabilidad y el desarrollo en Centroamérica, pero esto es solo un componente. Quizá contra intuitivamente, mayores ingresos pueden acelerar las salidas, dado que los centroamericanos tendrán mayor posibilidad de pagar y planear su viaje. Además, las brechas entre las ventajas de EE. UU. versus sus países son tan altas que cerrarlas implicaría una tasa de crecimiento económico más alta que la de EE. UU. Buena suerte con eso.
Han habido desarrollos desde que se publicó La bestia que son pertinentes para la historia. Ultreras empezó a filmar el documental en 2008 y hasta ahora cubre la migración ilegal desde las cámaras de Univisión. Recientemente me dijo que menos personas cogen el tren, debido a las nuevas medidas de seguridad implementadas en México. Además, “en estos días, el crimen organizado controla todo. Los migrantes ni siquiera pueden entrar a México desde Guatemala sin pagar al crimen organizado. Ellos les llevan hasta la frontera entre México y Estados Unidos a cambio de sumas de dinero astronómicas. El tráfico de personas es un negocio supremamente rentable que genera millones de millones de dólares”.
Además, Ultreras señala los desafíos inesperados asociados a una aplicación de la ley más estricta: “Recién entrevisté a un traficante en Chiapas el pasado fin de semana. Me habló sobre cómo subirán sus tarifas con Donald Trump. Ahora ellos podrán cobrar el doble o triple por contrabandear a personas porque será más complicado. Dijo que el coyoterismo se ganó la lotería con Trump”.
Su negocio estaba sufriendo porque la mayoría de migrantes estaban llegando a Estados Unidos y solicitando asilo desde la aplicación CBP One. “Una vez que Trump elimine esto, como ha prometido, los migrantes tendrán que usar los servicios de los coyoteros otra vez, y pagaran lo que sea que se les pida”.
La bestia no aboga por una u otra política —el espectador puede sacar sus propias conclusiones— pero transmite el lado sórdido de la migración que es valioso comprender. Similar a 7 soles, el sufrimiento capturado por las cámaras eclipsa la profunda relevancia de La bestia. Los dos filmes son crudos y difíciles de digerir, pues la tragedia humana y el sufrimiento les aleja del entretenimiento.
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