Donald Trump declaró en su campaña que, “la Organización de las Naciones Unidas no es amiga de la democracia ni lo es de la libertad”. Su discurso del martes ante la Asamblea General hizo un llamado para que Naciones Unidas mejore y para que sea un “defensor más responsable y eficaz de la dignidad y la libertad humana”.
No hay mejor ejemplo de cómo la falta de responsabilidad y transparencia de la ONU perjudica la democracia y la libertad que la Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG). Creada por un acuerdo de la ONU con el Gobierno guatemalteco, la CICIG ha cambiado el curso de su misión. Por diseño, es un instrumento para la agenda colectivista de los sucesores de la guerrilla apoyada por Fidel Castro durante el conflicto armado de Guatemala (1960-1996).
Con la CICIG, el gobierno de Obama colocó a los aliados guerrilleros en posiciones estratégicas dentro de tres administraciones guatemaltecas. Estos sucesores guerrilleros controlan gran parte de la Guatemala rural, especialmente las zonas fronterizas. Destruyen oportunidades, aumentan la violencia y facilitan la migración ilegal y el narcotráfico a través de la frontera de 965 kilómetros de Guatemala con México.
La CICIG, parcialmente financiada por los contribuyentes estadounidenses, ha tenido tres comisionados desde su creación en 2007. Su apoyo constante a los colectivistas, en violación de su mandato, deja claro que el problema es institucional, no individual. George Soros del Open Society ha dicho que la CICIG es “un potente modelo potencial” para la lucha de los países.
Al contrario, Trump dijo a la Asamblea General que, “Desde la Unión Soviética a Cuba y Venezuela, donde el verdadero socialismo o comunismo se ha adoptado, ha dejado angustia, desolación y fracaso.” No podemos cruzarnos de brazos, indicó, y ver cómo el dictador Nicolás Maduro roba el poder de los representantes electos por el pueblo.
Eso es exactamente lo que está sucediendo en Guatemala, y está siendo apoyado por los aliados de Maduro. Ellos trabajan con los delegados de Obama en el Departamento de Estado, dirigido por el subsecretario de Estado para Asuntos Políticos, Tom Shannon.
El 25 de agosto, el presidente guatemalteco Jimmy Morales declaró al comisionado de la CICIG Iván Velásquez persona non-grata y le ordenó salir del país. En una decisión descaradamente ilegal, el tribunal con mayor jerarquía en Guatemala anuló la expulsión.
Los partidarios locales de Velásquez no dejan ninguna duda en cuanto a quién y qué es. Inmediatamente después de la orden de expulsión de Morales, el Comité de Campesinos Unidos (CUC) pidió protestas callejeras “en apoyo de Iván Velásquez”. El Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP) creó el CUC durante el conflicto armado de Guatemala y aunque el EGP se disolvió como resultado de los acuerdos de paz de 1996, el CUC no lo hizo. Son el grupo más agresivo y violento protegido por la política de Obama y la CICIG.
El gobierno de Obama presionó al congreso de Guatemala para que nombrara a un magistrado ante el tribunal supremo que se encargaría de ejecutar la agenda de los sucesores de la guerrilla, independientemente de la ley. Ahora en el tribunal, ella ha recurrido a la amenaza de persecución por la CICIG con el fin de dictar una serie de fallos ilegales, como revocar la expulsión de Velásquez. El tribunal está robando el poder a los representantes electos de Guatemala: su presidente y su congreso.
Velásquez y su socia protegida, la Fiscal General Thelma Aldana, presentaron cargos contra Morales. Los obviamente legalmente defectuosos y políticamente motivados cargos obtuvieron sólo 25 votos en el congreso, de un total de 158, para eliminar la inmunidad de Morales y efectivamente eliminarlo de su cargo.
La camarilla colectivista de Velásquez está desesperada por sacar a Morales de la presidencia. Tienen miedo de que la política cambie una vez que Trump se fije a Guatemala y aplique los principios que ha mostrado hacia Venezuela y de los que habló en las Naciones Unidas.
Una movilización nacional el miércoles 20 de septiembre reflejó los esfuerzos para destituir a Morales. El grupo colectivista quiere que se repita la votación al día siguiente en el congreso para eliminar su inmunidad. Si Morales fuese sucedido por alguien de los colectivistas, Trump y Guatemala perderían la oportunidad de cambiar la política para el beneficio mutuo de sus países.
Trump habló de las naciones que abarcan “su soberanía para promover la seguridad, la prosperidad y la paz”. El acuerdo sobre la creación de la CICIG declara que no es “un órgano de las Naciones Unidas”. Como tal, no informa a nadie ni recibe supervisión. Se ha convertido en una perversión diametralmente opuesta de su intención declarada, usurpando la soberanía de Guatemala bajo el disfraz de las Naciones Unidas y la “comunidad internacional”. Por eso nunca habría logrado el paso en la Asamblea General.
El pueblo guatemalteco, especialmente su población indígena, anhela libertad y oportunidades. No deberían tener que enfrentar presiones del exterior para adoptar el socialismo, lo que Trump describió como una “ideología fallida que ha producido pobreza y miseria en todas partes donde se ha intentado”.
En el caso de Guatemala, los intereses y principios de Estados Unidos coinciden. Al aplicar su receta elucidada en la Asamblea General, Trump debe reconocer y eliminar la nefasta intervención de su Departamento de Estado y de la CICIG e insistir en que Morales aplique la ley apropiadamente, especialmente en las zonas rurales de Guatemala.
Una población agradecida — que disfruta de mayores oportunidades y se libera de dominación socialista cruel y arbitraria — cooperaría con las fuerzas de seguridad para reducir el flujo de inmigrantes ilegales y drogas desde y a través de Guatemala.
La protesta nacional del miércoles fue un fracaso para los colectivistas radicales. La asistencia fue muy baja.
La votación en el congreso para remover la inmunidad de Morales también fallo, a pesar de que recibió 80 votos. Los 55 votos más que la semana pasada en gran parte se deben a la creciente presión y manipulación de Velásquez y su equipo. Ellos han prometido que seguirán intentándolo.
La versión original en inglés fue publicada en Daily Caller.
Traducido por Patricia Areano y Paz Gómez.
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