Los candidatos presidenciales del Partido Demócrata han adoptado una serie de posturas sobre asuntos migratorios. Julián Castro y Beto O‘Rourke, dos favoritos, quieren despenalizar el cruce fronterizo ilegal a Estados Unidos. O’Rourke y la senadora Kirsten Gillibrand de Nueva York también buscan eliminar las pocas barreras existentes que protegen a las comunidades fronterizas.
Castro y Gillibrand consideran que el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE), agencia que combate el terrorismo y el crimen trasnacional, debería abolirse. Esta ha dejado de ser una postura minoritaria dentro del Partido Demócrata y ya es respaldada por candidatos como la senadora Kamala Harris de California, quien lidera las encuestas, el senador socialista Bernie Sanders de Vermont, y la poco opcionada senadora Elizabeth Warren de Massachusetts.
Casi todos los inmigrantes ilegales que cruzan la frontera del sur de Estados Unidos primero pasan por la frontera entre México y Guatemala. Esta es una puerta de entrada hacia EE. UU. que permanece abierta debido a los demócratas y sus partidarios en el Departamento de Estado.
Al ganar las elecciones presidenciales de Guatemala en 2015, el mandatario conservador Jimmy Morales negó a los demócratas la oportunidad de tener un aliado socialista apoyado por el Departamento de Estado del presidente Obama. Desde entonces, los izquierdistas en la justicia guatemalteca han tratado de sacar a Morales de la presidencia, tal cual sus pares en EE. UU. han intentado hacerlo con el presidente Trump.
La congresista Norma Torres de California, quien nació en Guatemala, ha presentado el proyecto de Ley de Rendición de Cuentas del Estado de Derecho de Guatemala. Ella quiere que se apliquen sanciones financieras y de viaje a quienes supuestamente “han menoscabado el sistema judicial guatemalteco”. En realidad, deberían aplicarse esas sanciones a Joe Biden, Barack Obama y sus exembajadores. Sin embargo, para la ideologizada Torres, se aplican a Morales y sus ministros de Interior y Defensa.
Para perjudicar a Trump y mantener la migración ilegal a flote, los demócratas y los funcionarios del Departamento de Estado han apoyado el fraude en las actuales elecciones presidenciales del país centroamericano a favor del candidato socialista. Ya hasta resulta complicado mantener el registro de todos los demócratas que han visitado la región. Una visita reciente fue liderada por Jerry Nadler, el congresista demócrata de Nueva York que dirije el Comité Judicial de la Cámara de Representantes.
Nadler acompañó a los congresistas Eliot Engel de Nueva York, Zoe Lofgren de California, Pramila Jayapal de Washington y Adriano Espaillat de Nueva York. Desde El Salvador, ellos emitieron un comunicado en conjunto: “Trabajaremos con nuestros colegas en el Congreso para hacer todo lo que esté en nuestro poder con el fin de corregir el enfoque inadecuado del presidente hacia Centroamérica”.
Trump está combatiendo al socialismo que afecta actualmente a la región y que, al día de hoy, el Partido Demócrata acoge abiertamente.
Los socialistas creen que cualquier problema puede solucionarse con dinero estatal. El Gobierno de Obama repartió ayuda a lo largo de la región, lo que llevó a mayor inestabilidad. Judicial Watch ha identificado más de 12 entidades que reciben ayuda del Gobierno de Estados Unidos y George Soros. También ha señalado que la agenda de Soros promueve la eliminación de las fronteras.
En febrero los demócratas reconocieron que el financiamiento “por sí solo no ha sido suficiente”. Luego de un viaje a Guatemala, una delegación liderada por los senadores Tom Carper de Delaware y Jeff Merkley de Oregon dijo que “únicamente las instituciones en los países del Triángulo Norte pueden restaurar completamente el estado de Derecho”.
Solo hay un problema: lo que quieren hacer es controlar estas instituciones en lugar de otorgarles independencia. Los demócratas han estado interviniendo abiertamente en Guatemala durante años para ayudar a los socialistas. Ellos respaldan al sistema judicial corrupto que promueve la misma inmigración ilegal que ellos dicen querer combatir.
Los socialistas están bien organizados en Guatemala, así como lo están en casi toda América Latina —producto del esfuerzo de Fidel Castro por expandir el marxismo a lo largo de la región por décadas—. La intervención de Castro es también la razón por la que Venezuela se encuentra en caos actualmente.
Trump continúa revirtiendo la política exterior hacia Cuba que Obama modificó, incluida la acción del pasado 8 de abril que suspendió la transferencia de dinero para el programa de baseball organizado por el Estado cubano. La acogida de Obama al régimen de Castro se contrapone a la postura política de sus diez inmediatos predecesores.
Los demócratas deben trabajar con Trump para mitigar la crisis migratoria. Ellos deben cambiar las leyes que liberan a los inmigrantes ilegales en Estados Unidos a la espera de audiencias judiciales. El sistema actual es una invitación abierta para que los migrantes se embarquen en el peligroso viaje. Sin embargo, los demócratas se rehúsan a cooperar en la reforma legal migratoria y de asilo, calculando que el problema los beneficiará en las elecciones de 2020.
En cambio, los demócratas atacan a Trump y colaboran con sus aliados izquierdistas en Guatemala para difamar a Morales, un presidente que defiende el estado de Derecho. Están apoyando a los candidatos socialistas dentro y fuera del territorio estadounidense con el objetivo de empeorar la crisis en la frontera.
La única voz importante que se opone a los demócratas y a los funcionarios del Departamento de Estado es el senador republicano Mike Lee de Utah. En marzo, tuiteó: “Las elecciones justas y libres de los representantes de una nación, escogidos por y para el pueblo, son el fundamento de un gobierno republicano. Nuestros amigos en Guatemala deben ser capaces de ejercer este derecho, libres de la influencia extranjera que genera el Departamento de Estado de EE. UU.”.
Los demócratas están empecinados en que eso no suceda.
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