Algunos días atrás, el New York Times publicó el artículo de opinión más extraño de todos con el titular “Cómo los cubanos perdieron la fe en la revolución”. En un extenso subtítulo, el texto exhorta al electorado estadounidense a comprender al pueblo cubano –y en específico las “promesas de una mejor vida que no se cumplieron”.
En la introducción, el lector debe sentir algo raro en el ambiente. ¿Por qué Cuba es un factor de la próxima elección, cuando Estados Unidos tiene una ansiedad elevada sobre sus propios problemas?
Aquella parte del misterio no es difícil de resolver. Por más de seis décadas, la llamada revolución cubana ha sido un verdadero fetiche en el Times –uno que es fielmente preservado por sus editores y escritores hoy en día–.
El más reciente artículo del Times mira a Cuba a través del prisma de un oficial cubano de nivel medio que nació al mismo tiempo que Castro iniciaba su campaña guerrillera. Durante las primeras décadas de la revolución, los cubanos sentían que su sociedad se volvía más equitativa y justa. Pero al pasar el tiempo, surgió otra realidad.
Todos podían ver que la economía socialista no funcionó. Incluso el alardeado sistema médico del país terminó en silla de ruedas. Al tiempo que las personas adquirían igualdad, la pobreza se generalizó. “Mientras la revolución maduraba”, indica el artículo, “las contradicciones se hacían muy evidentes para ignorar”.
El término “contradicciones” es revelador. El Times, después de todo, es un periódico estadounidense. Si cubrió una disputa económica en Estados Unidos, ¿esperaría usted que este mencione las contradicciones donde se acentúan aún más? Probablemente no, porque el lenguaje político estadounidense no utiliza la palabra de ese modo. El léxico marxista, sin embargo, ciertamente lo hace; no pasa más de una o dos páginas en Lenin, Stalin o Mao sin que ese concepto salte a la vista.
Ahora podemos ver que el extraño titular, “Cómo los cubanos perdieron la fe en la revolución”, contiene un artificio de similar naturaleza. ¿Los cubanos comunes dirían “perdimos la fe en la revolución”? Probablemente no. Si pueden hablar libremente, ellos quizá dirían “nuestros líderes nos prometieron una economía fuerte, pero no lo cumplieron”.
En realidad, los líderes cubanos son quienes dicen “la gente perdió la fe en nosotros”.
Esa misma combinación de palabras era una frase cliché de Fidel Castro. Frecuentemente, cuando había decidido remover a alguien de su cargo, vociferaba su discurso y declamaba: “¡No tienes fe en mí, y yo no tengo fe en ti!”.
Durante una de sus depuraciones en 1960, Fidel hizo exactamente eso a los líderes de la juventud comunista de Cuba, quienes fueron removidos de sus cargos poco después de que lo escucharon exclamar la fatídica frase.
El inconveniente con el artículo del Times es que presenta al fracaso del socialismo cubano como un resultado caído del cielo. Nadie parece haber sido responsable directo, y eso es insostenible puesto que Cuba ha sido gobernada por un régimen absolutista desde 1959. La culpabilidad en el fracaso de Cuba le pertenece solamente a sus líderes.
Cuando el autor se aproxima al presente, un rayo de luz aparece en lo que describe como la apertura hacia Cuba del presidente Obama. De hecho, la política de Obama creó un breve periodo de esperanza que apenas reforzó la posición acorazada de la autoridad.
Pero solamente cuando usted está seguro que el artículo del Times es una narrativa laberíntica sin sentido, el sentido se vuelve claro. En 2017 una nueva figura formó parte de la historia cubana: el presidente Donald Trump. El Times le otorga toda la culpabilidad y toda la malevolencia que obstinadamente se niega a vincular con los propios líderes de Cuba.
En esta narrativa del Times, Trump “deshizo la gran mayoría de la apertura de Obama, endureciendo los controles a Cuba y prometiendo un final rápido al régimen de Castro”. En 2020 es Joe Biden –o así lo sugiere el Times– quien representa la última esperanza para Cuba. Y los votantes estadounidenses son quienes pueden dar ese regalo al pueblo cubano.
Adolfo Rivero Caro fue uno de los líderes de la juventud comunista que Fidel Castro purgó mientras gritaba “fe en mí”. Luego él recibió asilo en Estados Unidos. En una de sus presentaciones más recientes como comentarista, Adolfo argumentó que el Times, por seis décadas, ha conseguido descuidar:
“No cabe duda de que esta solidaridad entre la gran prensa, los medios académicos norteamericanos y el régimen de Fidel Castro, sustentada en la comunidad de ideas anticapitalistas, ha sido uno de las claves que explican el misterio de su supervivencia. El llamado liberalismo norteamericano ha sido cómplice de un régimen que ha hundido al pueblo cubano en una miseria y opresión sin precedentes en su historia.”
David Landau, nuestro redactor asociado, es el autor de Hermanos, una historia de la revolución cubana que Impunity Observer publicará de forma serial próximamente este año.
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