Los medios de Estados Unidos cubren pocas noticias sobre Guatemala, la pequeña nación centroamericana que se encuentra en la frontera sur de México. Por ello, muchos estadounidenses se sorprenderán al saber que Guatemala ha anunciado recientemente que trasladará su embajada en Israel hacia Jerusalén.
¿Por qué Guatemala se alinea con Israel cuando la mayoría de miembros de Naciones Unidas han votado en contra de que Estados Unidos mueva su embajada a Jerusalén y generalmente apoyan las resoluciones del hostil estado judío?
A pesar de la especulación generalizada, el apoyo de Guatemala a Estados Unidos por haber trasladado su embajada y el traslado de su propia embajada no responden al deseo de congraciarse con la administración de Trump. Al contrario, Guatemala está motivada por sus vínculos duraderos con Israel y su compromiso – que Israel comparte – hacia los principios de libertad y de desarrollo económico.
Declarar que los países latinoamericanos ceden ante el presidente Trump es un tanto condescendiente. En el caso de Guatemala, esta afirmación proyecta incorrectamente al presidente Jimmy Morales como un mendicante sin principios.
Algunos gobiernos latinoamericanos apuestan por el crecimiento económico; otros no. El primer paso es el Estado de Derecho, para disminuir la centralización y el abuso de poder a favor de los derechos individuales como la base de la sociedad.
La trayectoria a menudo fastidia a las élites políticas y financieras que prefieren lo colectivo sobre lo individual, y a ellos por encima de la ley. Cuba, Venezuela y sus aliados socialistas son los ejemplos más extremos. Del otro lado se encuentran Guatemala, Panamá y Chile, entre otros.
La estrecha relación entre Guatemala e Israel data desde la fundación de este último. La propuesta de 1947 para reconocer al estado de Israel fue presentada y apoyada por el embajador de Guatemala ante la Organización de Naciones Unidas, Jorge García Granados. Esto conllevó a la formación del estado de Israel, y como resultado, el nombre de una calle israelí recuerda a Granados y su país.
Guatemala fue la primera nación en abrir una embajada en Jerusalén (que luego fue reubicada en Tel Aviv) y la segunda en reconocer a Israel como estado, luego de Estados Unidos.
Cuando el presidente Jimmy Carter suspendió la ayuda a Guatemala durante el conflicto armado interno contra las guerrillas comunistas apoyadas por Fidel Castro, Israel proveyó armas, aeronaves y entrenamiento que ayudaron para que Guatemala derrotara a los comunistas. Israel también ha entregado becas a miles de guatemaltecos y ha brindado asistencia técnica para proyectos en Guatemala.
Como George Gilder lo plantea en su libro The Israel Test (La prueba Israel), la oposición generalizada a Israel se debe más al prejuicio en contra de la libertad que al prejuicio en contra de los judíos. Israel es una democracia próspera e innovadora, y ese es precisamente el ejemplo que los líderes autoritarios y elitistas de las naciones detractoras quieren evitar. Guatemala comparte varios ideales con Israel, que también los acoge el estado judío.
El ministro del exterior de Morales ha declarado que Estados Unidos no pidió a Guatemala que moviera su embajada de Israel a Jerusalén. Su enunciado es verosímil, debido a la relación sólida que existe con Israel y el hecho de que Trump no ha derogado la política de Obama en Guatemala. Puesto que la ONU ha votado frecuentemente en contra de Guatemala, este es un factor que probablemente influyó en la decisión de Morales al desafiar esta organización.
El presidente Morales tiene mucho en común con el presidente Trump. Ambos, novatos en política, ganaron desde una plataforma contestataria y enfrentan a una fuerte oposición que incluye esfuerzos por sabotearlos y removerlos del cargo.
Los sucesores de las guerrillas apoyadas por Castro luchan por obtener el poder a cualquier costo, y su agenda es el colectivismo, con la inevitable destrucción económica y la pérdida de la libertad.
Los estados miembros de Naciones Unidas son, en gran parte, gobiernos autoritarios y democracias socialistas con valores iliberales. Estados Unidos, en cambio, tiene un perfil mixto: globalista (Obama) y nacionalista (Trump). El primero se oponía a Israel por su énfasis histórico en los valores universales e individuales. El último celebra esos valores porque generan los mejores resultados para la mayor cantidad de personas.
La Comisión Internacional Contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), creada por la ONU y financiada en gran medida por Estados Unidos, y los sucesores de la guerrilla lideran la fuerza en contra de Morales. Estos adversarios trabajan en conjunto y han cooptado a la función judicial, por medio de la cual bloquearon ilegalmente la declaración de persona non grata al comisionado de la CICIG, que emitió Morales en agosto.
Los funcionarios colectivistas y antiamericanistas de Guatemala, impuestos por Obama – quienes se oponen a Trump y sus políticas – temen que el traslado de la embajada hacia Jerusalén atraiga la atención del presidente Trump. Trump podría notar que Morales valora la libertad individual y el crecimiento económico – como lo hace Trump y los colectivistas no.
Si el presidente Trump responde adecuadamente y deroga la política hacia Guatemala que instauró el gobierno de Obama, así como lo ha hecho en otros ámbitos, beneficiará a Estados Unidos y Guatemala, aún más que las alianzas duraderas con Israel.
Las decisiones que todos los países toman tienen elementos de realpolitik, pero se puede predecir qué países seguirán el paso de Guatemala y reinstalarán sus embajadas en Jerusalén. Aquellos más propensos a hacerlo valoran la libertad individual y quieren progreso económico. Ellos están preparados, como Trump lo está, para apartar al grupo globalista que prefiere lo colectivo sobre lo individual.
La versión original el inglés fue publicada en Fox News.
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