Los demócratas no tienen a su favor ni las pruebas, ni la ley, ni la constitución o los principios en el juicio político al presidente Donald Trump. Sin embargo, están ganando esta batalla porque los republicanos no han entendido la guerra.
Los actuales argumentos republicanos tienen sentido solamente para quienes siguen los procedimientos del Capitolio –excepto para quienes creen, pese a que la evidencia indica lo contrario, que el presidente Trump es un racista o un antisemita.
El ciudadano común no presta mucha atención al proceso o a los argumentos legales. No obstante, el principal acusador en el juicio, el congresista demócrata Adam Schiff, utiliza una pregunta simple que tiene un amplio impacto: si el presidente no es culpable, ¿por qué los republicanos no aceptan llevar a cabo un juicio completo?
Existen argumentos válidos y más elaborados que apuntan a lo contrario, pero se pierden en la guerra de relaciones públicas para conquistar las mentes de la población en el centro, donde las elecciones se ganan o se pierden. Los demócratas de la Cámara de Representantes entendieron esto desde el principio. Ellos crearon el argumento de Schiff, apostando que los republicanos caerían en su trampa por ser lógicos y tradicionales.
Schiff ha demostrado que es un consumado actor. Él sabe cómo acusar a los republicanos de mentir y desviar la atención, puesto que es experto en ambas cosas. Schiff ahora pide al Senado justicia y búsqueda de la verdad, pero los demócratas, en su solicitud de juicio inconstitucional y antiestadounidense, le negaron al presidente el debido proceso.
Muchos de los detractores de Schiff perciben esto como hipocresía. No lo es.
La verdad para Schiff es cualquier cosa que promueva su plan. Él puede parecer informado y sincero mientras toma posiciones aparentemente contradictorias, porque es amoral. Fidel Castro dijo: dentro de la revolución, todo; fuera de ella, nada. Castro y Schiff comparten esta forma de pensar.
Nancy Pelosi, la presidenta de la Cámara de Representantes, escogió a Schiff para liderar el juicio y al equipo que actuarán como fiscales en el proceso porque, sin vergüenza alguna, él logró transformar un caso débil en uno persuasivo. Cualquier republicano que fuera descubierto mintiendo tan seguido como Schiff sería removido de la representación del partido. Los demócratas toman el rumbo opuesto porque actúan para ganar a cualquier costo. A ellos no les importa la justicia, la verdad, ni nada más, solamente su poder político. Las exitosas políticas de Trump a favor de Estados Unidos son anatema para su globalismo y socialismo.
Los demócratas fingen cuando hablan de llamar a testigos. Saben que esto sería recíproco y que un juicio completo podría exponerlos como las bribones amorales que son. Existe una forma de evitar esto, salvar a los senadores republicanos en estados vulnerables, despojar a los demócratas y sus medios de la falsa narrativa y exponerlos por lo que son.
Trump puede ofrecer un acuerdo a los demócratas: eximir del privilegio ejecutivo a las preguntas específicamente relacionadas a la acusación de que él, por su propio beneficio político, bloqueó la ayuda financiera a Ucrania para presionarlos a investigar a los Bidens. El privilegio ejecutivo aplicaría a todas las demás preguntas.
La oferta estaría supeditada a que Trump también sea capaz de llamar a testigos relacionados a los eventos de Ucrania. A diferencia de las declaraciones absurdas de los demócratas, Ucrania es relevante para la defensa de Trump.
Trump mencionó el asunto de los Bidens en su llamada al presidente de Ucrania. La acusación afirma que era para beneficiarse en la elección de este año. Trump tiene el derecho de demostrar que esta no era su intención, dada la convincente evidencia de corrupción en Ucrania por parte de los Bidens y el personal del Departamento de Estado. Este es su deber como presidente.
La corrupción va más allá de los Bidens. El Departamento de Estado y la Embajada de EE. UU. en Kiev querían proteger a ciertos ucranianos que supuestamente trabajaron con ellos en esfuerzos anticorrupción. Dos de ellos fueron mencionados por una corte ucraniana por haber intervenido en la elección presidencial estadounidense de 2016.
Los estadounidenses no tienen la oportunidad de ver a los burócratas permanentes del Departamento de Estado en acción. Muchos de los medios los favorecen y el resto no cree que su engaño al presidente debidamente electo merezca cobertura.
Los demócratas y sus aliados en el Departamento de Estado han ofrecido el mismo argumento en Ucrania y Guatemala. Dicen querer proteger a personas que trabajaron para ellos en presuntas iniciativas anticorrupción. En cuanto a Guatemala, hay informes del Wall Street Journal, Judicial Watch, la Comisión de Helsinki y otras organizaciones acerca de la protección de funcionarios del Departamento de Estado a criminales. George Soros –calificado como filántropo por los demócratas, sus medios y el Departamento de Estado, y como un subversivo colectivista y globalista por los defensores de la libertad– trabajó con el Departamento de Estado en ambos países.
Joe Biden, en su defensa, afirma que aliados europeos también querían librarse de un fiscal que logró despedir por medios corruptos –concretamente, vía la amenaza de cancelar la ayuda estadounidense. Ocurre que el fiscal era quien estaba investigando la compañía que contrató al hijo de Biden para su junta directiva. Los mismos aliados europeos protegen a criminales que promueven la agenda globalista en Guatemala.
Un juicio en el Senado según el acuerdo aquí propuesto revelaría la profunda corrupción del Gobierno de Obama, incluyendo su Departamento de Estado, y su rol en ayudar a Hillary Clinton en contra de Trump en 2016. La investigación de John Durham debería llevar a esto, pero tomará tiempo y no culminará si un demócrata llega a la presidencia el año próximo.
El acuerdo de reciprocidad sobre los testigos exoneraría a Trump y expondría toda la maquinaria demócrata: sus legisladores, sus medios y sus aliados burocráticos. Los demócratas lo rechazarían, pero esto liberaría a los senadores republicanos en estados vulnerables al mostrar la amoralidad demócrata. La oferta da a los republicanos una salida segura de la trampa que los demócratas han tendido.
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