Un ejemplo escalofriante de la política de identidad —el colectivismo socialista del Partido Demócrata— ocurrió en la ciudad de Nueva York cuando el coronavirus comenzó a propagarse. Nos anticipa cómo se verá el país si los demócratas recuperan el poder político: personas que mueren por culpa de lo políticamente correcto.
La comisionada de salud, Oxiris Bardot, tuiteó el 2 de febrero: “Quiero asegurarles a los neoyorquinos que no hay razón para que nadie cambie sus planes de vacaciones, evite el metro o ciertas partes de la ciudad debido al #coronavirus… se trata de un virus, no de un grupo de personas. NO hay excusa para que alguien discrimine o estigmatice a las personas de ascendencia asiática”.
Una semana más tarde, declaró: “Hoy nuestra ciudad celebra el desfile del Año Nuevo Lunar en Chinatown, una hermosa tradición cultural con una rica historia en nuestra ciudad. Quiero recordarles a todos que disfruten el desfile y que no cambien ningún plan debido a la difusión errónea de información sobre el coronavirus”.
En respuesta a las críticas a Bardot, la portavoz del alcalde Bill de Blasio, Freddi Goldstein, indicó: “la Dra. Barbot nos ha guiado de manera experta a través de esta crisis desde el Día 1 y no hay absolutamente nadie más calificado para hacerlo”.
Thomas Frieden es un excomisionado de salud de la ciudad de Nueva York (2002-2009) y exdirector del Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (2009-2017). Frieden le dijo al New York Times que si la ciudad “hubiera adoptado medidas de distanciamiento social generalizadas una o dos semanas antes, incluido el cierre de escuelas, tiendas y restaurantes, entonces la cifra estimada de muertes por el brote podría haberse reducido entre un 50 y un 80 por ciento.”
La discriminación nunca está justificada, pero identificar enfermedades por su origen geográfico es común y no es discriminatorio hacia las personas de esos lugares. La diferencia ahora es que los practicantes de la política de identidad anteponen su ideología por encima de la ciencia y el sentido común, y esto ha causado una evitable pérdida de vidas. Ahora es el momento para un exhaustivo debate sobre la política de identidad.
Todos los hombres son creados iguales de acuerdo con la Declaración de Independencia. La Constitución sostiene que “Ninguna persona será… privada de la vida, la libertad o la propiedad, sin el debido proceso legal”. No hay distinciones de ningún tipo. La esclavitud fue una contradicción, y estos principios son los que la llevaron a su desaparición.
Martin Luther King Jr. soñó con un día en que las personas no serían juzgadas por el color de su piel sino por el contenido de su carácter. Algunos intentan relacionar esto con las condiciones sociales o políticas, pero en realidad es un objetivo aspiracional para los individuos, y deberíamos extenderlo a todas las características arbitrarias, como el origen étnico, la religión y la nacionalidad. El coronavirus lo deja muy claro.
Dividir a la sociedad en grupos genera conflicto. La discriminación contra cualquier grupo es discriminación contra todos los demás grupos. Todos debemos defendernos mutuamente, si queremos crecer y prosperar.
Los practicantes de la política de identidad no están de acuerdo. Piensan que cada grupo de víctimas debe defenderse, porque nadie más lo hará. Esta oscura visión favorece el colectivismo y es hostil con la libertad individual.
Para proteger a las personas de los insultos y la discriminación percibidas, los colectivistas promueven privar de las libertades y el debido proceso. Sacrifican la presunción de inocencia y el derecho al debido proceso —la base de la fundación de los Estados Unidos—, en favor del “bien colectivo”. Esto explica la negativa al debido proceso por parte de los demócratas y sus aliados en los medios de comunicación, al juez Brett Kavanaugh en la audiencia de su confirmación en el Senado para su posterior confirmación como magistrado de la Corte Suprema.
Cada vez que un oficial de policía blanco toma medidas contra una persona negra, es racismo, independientemente de los hechos o la ley. En la mente del colectivista, el debido proceso solo protege al culpable. Esto explica las reacciones de los demócratas y sus aliados en los medios ante Michael Brown y otros casos similares.
Para que existan grupos de víctimas, debe de haber opresores: racistas, homófobos, xenófobos, fanáticos religiosos, etc. La política de identidad es un camino hacia el socialismo que es amoral, y que hace lo que sea necesario para apoderarse y mantenerse en el poder. La religión se basa en principios individuales y es un obstáculo para el socialismo. Esto explica la reacción de los demócratas y sus aliados de los medios ante los recientes comentarios de Mike Lindell en la Casa Blanca.
Lindell, fundador y propietario de una exitosa compañía, junto con otros líderes del sector privado que ayudan a combatir el coronavirus, recibieron invitaciones del presidente Donald Trump a la Casa Blanca. Lindell convirtió el 75 por ciento de la capacidad de su empresa para fabricar mascarillas. Luego de sus comentarios, Lindell, un adicto al crack recuperado, habló sobre la Biblia. Los demócratas y sus aliados en los medios de comunicación llamaron a los comentarios personales de Lindell, de los cuales Trump dijo inmediatamente que no tenía conocimiento previo, una imposición gubernamental de la religión.
La posmodernidad es un amplio escepticismo, subjetivismo o relativismo moral, una sospecha general de la razón y una aguda sensibilidad al papel de la ideología para afirmar y mantener el poder político y económico. La política de identidad encaja perfectamente en esto, como lo demuestran los demócratas de la ciudad de Nueva York.
Los demócratas y sus aliados en los medios de comunicación ya no son simplemente personas con opiniones diferentes a las de sus oponentes políticos. Se han convertido en ideólogos inflexibles que rechazan hechos y pruebas, intentando imponer su visión socialista al resto de nosotros. Las elecciones de 2020 son críticas para la libertad. El coronavirus es una amenaza mucho menor que el virus del socialismo.
Join us in our mission to foster positive relations between the United States and Latin America through independent journalism.
As we improve our quality and deepen our coverage, we wish to make the Impunity Observer financially sustainable and reader-oriented. In return, we ask that you show your support in the form of subscriptions.
Non-subscribers can read up to six articles per month. Subscribe here.