La promesa de Joe Biden de volver a la política exterior de su antiguo jefe, Barack Obama, socava los esfuerzos del presidente Donald Trump por detener el flujo ilegal de drogas a Estados Unidos.
A principios de abril, Trump anunció una coalición con 22 naciones para endurecer las operaciones antidrogas en el hemisferio. El anuncio siguió la imputación del Departamento de Estado sobre Nicolás Maduro y un gran círculo de cómplices, incluyendo líderes de las FARC, por el contrabando anual masivo de cocaína hacia Estados Unidos.
El régimen cubano supervisa a Maduro, Venezuela, las FARC y los jefes del narcoterrorismo. Los sucesores de Fidel Castro son quienes mandan hoy en el Estado venezolano. Ellos proveen la experiencia del negocio del tráfico de drogas y comandan la política de la alianza narcoterrorista.
Entonces llega Joe Biden, quien dice que Estados Unidos debería restaurar la política de Obama de entablar amistad con Cuba. Biden dijo recientemente a CBS4 News de Miami que trabajar con Cuba “fortalece la influencia de Estados Unidos por toda América Latina y el Caribe”.
El reportero Jim DeFede preguntó a Biden por qué Estados Unidos debería recompensar a Cuba por sostener a un régimen como el de Maduro. Biden respondió bruscamente: “No hay razón por la cual no podamos seguir sancionando [al régimen cubano], pero no reconocerlos en absoluto es algo distinto a sancionarlos”.
Además de ser descortés, la respuesta de Biden era equivocada de cabo a rabo. La política de Trump es ser duro con los cubanos y al mismo tiempo reconocerlos. Es el tipo de operación simultánea que Biden tendría dificultad en sostener y que obviamente no está considerando.
La política Obama-Biden es congraciarse con los cubanos. Con Obama, Estados Unidos derrochó dinero en el régimen castrista desesperado y hambriento sin obtener nada a cambio. A medida que la generosidad de Obama hacia La Habana aumentaba, los cubanos recrudecían su represión hacia disidentes y su actuar deplorable en general.
Hoy en día, Biden se acerca a la población de Florida al intentar presentarse como un reformista compasivo que desea fortalecer la clase media y garantizar el acceso a la educación. Es difícil conjugar ambas posturas con las políticas de fronteras abiertas y anti fuerzas del orden que Biden apoya.
Hay más. Por años, Biden ha estado creando miseria y trabajando en contra de los intereses de Estados Unidos y Centroamérica. Lo ha hecho con un menosprecio desdeñoso hacia los intereses legítimos de las poblaciones locales. También ha pisoteado el Estado de derecho en una región donde respetar las leyes salvaguardaría un interés de seguridad vital para Estados Unidos.
Sucede que el círculo narco de Maduro—contra el cual Trump ha estado trabajando—depende de la ruta terrestre que cruza Centroamérica para mover sus productos letales hacia Estados Unidos. Si bien los militares estadounidenses han bloqueado las vías marítimas de los cárteles, un amplio camino permanece abierto a través de Guatemala, nación centralmente ubicada.
La mayoría de los guatemaltecos desearía ver el fin del dañino tráfico de drogas, pero su país tienen un problema grave. Las áreas rurales están gobernadas por bandas criminales fuertemente armadas que descienden directamente de los grupos que pelearon como agentes castristas en décadas pasadas. Desde 2010, simpatizantes de guerrilleros dirigen el poder judicial del país.
Por ocho años, Obama apoyó enérgicamente a los grupos de Fidel Castro en Guatemala. Biden fue el principal esbirro de dicha política. Como presidente, Biden solo empeoraría esta realidad procastrista en Centroamérica, con consecuencias mortales para los estadounidenses.
Como lo han demostrado noticies recientes de Washington, Trump y su gobierno han estado bajo ataque por parte de una poderosa facción que nació dentro de la presidencia de Obama. Biden ha intentado negar su presencia en dicho círculo, pero lo admite cuando se lo interroga al respecto.
A pesar del boicot dentro de su propio gobierno, Trump ha alcanzado muchos logros como presidente. La gente de Florida, por su parte, sabe bien que el camino hacia una sociedad mejor no pasa por una alianza con los sucesores de Castro. Pero un presidente fidelista es exactamente lo que tendremos si Biden gana en Florida y otros “Estados péndulo” en 2020.
En un discurso a los habitantes de Florida en noviembre, Trump dijo: “El Partido Demócrata quiere fronteras abiertas, lo cual es una traición a cada madre y padre que quiere que las drogas queden fuera de sus comunidades”.
Trump está peleando por esos padres al tratar de detener el flujo de drogas a Estados Unidos. Muchos habitantes de Florida han vivido en países que Castro ha desestabilizado. Ellos reconocerán la verdadera cara de Biden y trabajarán con sus vecinos para castigarlo en las elecciones de noviembre.
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