La versión original en inglés se publicó primero en BizPac Review.
Cuando era candidato, Joe Biden extendió una invitación a los migrantes: “A todas esas personas que buscan asilo, ellos merecen ser escuchados… Si quieren escapar y si están huyendo de la opresión, deberían venir”.
Ahora, unos 16 mil menores están aglomerados en instalaciones sobrepasadas esperando su entrada al país. La mayoría de los migrantes son de países del Triángulo Norte: El Salvador, Guatemala y Honduras.
Soy un ciudadano estadounidense que ha vivido en Guatemala por casi 50 años. He entrevistado a coyotes aquí, y su negocio está prosperando.
Los guatemaltecos han estado viajando a Estados Unidos por generaciones. La sencilla razón es que los mismos trabajos que realizan en Guatemala son mucho mejor pagados en Estados Unidos.
Así como Biden lo señaló en su conferencia de prensa, más del 70 % de los menores detenidos en la frontera tienen 16 y 17 años. Para la cultura guatemalteca, ellos son adultos; trabajan a tiempo completo y van a Estados Unidos para ganar dinero. Guatemala está perdiendo una generación de fuerza laboral.
Esto no es nada nuevo. Por décadas, la mayor fuente de ingresos en moneda extranjera para Guatemala han sido las remesas de los guatemaltecos que viven en Estados Unidos.
Las remesas han representado el 10 % o más del PIB de Guatemala por 20 años. En 2019, las remesas habían ascendido a los US$11 mil millones, igual al total de los bienes exportados de Guatemala y alrededor del 14 % de la economía. El PIB per cápita fue de $4.620 en 2019, contrastando los $65.300 de Estados Unidos. Tome en cuenta que Guatemala es el país más rico del Triángulo Norte.
Las caravanas se dirigen al norte, y más están preparándose. Sin embargo, Biden afirma que su régimen está devolviendo migrantes ilegales. Esta afirmación contradice sus trivialidades sobre tratos humanos y la legalidad, lo cual requiere una audiencia para solicitantes de asilo.
Sin suficientes jueces, estas audiencias toman años y fomentan la política de “capturar y liberar”. Trump trabajó contra esto con acuerdos que posibilitaron audiencias de asilo en Centroamérica. Biden canceló estos acuerdos, y su afirmación sobre devolver ilegales, mientras estos se acumulan en la frontera por decenas de miles, es sencillamente falsa.
Con los estadounidenses horrorizados por lo que ven en la frontera, el gobierno está intentando fervientemente mostrar lo mucho que hacen para detener la marea que Biden desencadenó. Está emitiendo miles de anuncios en radio y redes sociales en varios idiomas en Brasil, El Salvador, Guatemala y Honduras para que las personas no vayan a la frontera de Estados Unidos.
En Guatemala hay más teléfonos móviles que personas. Las familias aquí y en Estados Unidos están en constante comunicación. Las débiles campañas no hacen nada por contrarrestar las palabras de Biden. Los centroamericanos saben que ahora es el momento de viajar, y hablan con sus familiares que cruzan la frontera todos los días.
A medida que las instalaciones fronterizas se llenan y los medios son impedidos de ingresar, Biden y los demócratas tienen que ofrecer una explicación del caos que los estadounidenses están viendo en televisión. A pesar de la habladuría sobre el asilo, nuestra frontera sur no está siendo sobrepasada por migrantes que huyen de la persecución de regímenes asesinos como el de Cuba. En realidad, los migrantes van a Estados Unidos en busca de mejores ingresos. Si los estadounidenses lo supiesen, la mayoría diría: “Lo siento, pero tenemos nuestros propios problemas. Por favor regresen a sus casas”.
Los demócratas deben pintar una situación mucho más dramática: una crisis humanitaria. Estos migrantes están huyendo de un verdadero infierno en la Tierra. ¿Cómo podría alguien ser tan desalmado para no sentir simpatía?
Muchas ciudades al interior de Estados Unidos son más violentas que los peores lugares del Triángulo Norte. ¿Deberían los residentes menores de Baltimore recibir asilo en Canadá?
La portavoz de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo que “los niños que llegan a nuestra frontera, que están huyendo de la violencia, que están huyendo de la persecución, que están huyendo de situaciones terribles, no son una crisis”. Sin embargo, huir de la violencia y situaciones terribles por sí solas no son suficientes requisitos para obtener asilo. El asilo es para víctimas de persecuciones o para aquellas personas con un temor bien fundado de persecución futura “en razón de su raza, religión, nacionalidad, opinión política, o grupo social específico”.
Ninguno de estos cinco requisitos existen en el Triángulo Norte.
Durante el gobierno de Trump, la amplia mayoría de quienes Biden considera solicitantes de asilo dejaron de intentar cruzar la frontera. Sabían que ellos no calificaban y no serían admitidos.
Biden ha hecho lo que dijo que haría: volver a procesar solicitantes de asilo en Estados Unidos como antes de los acuerdos de asilo de Trump. La resultante oleada de migrantes era predecible.
En la reciente conferencia de prensa de Biden, un complaciente reportero de NPR, medio financiado por impuestos, preguntó si la percepción de Biden como un “hombre moralmente decente es la razón por la que muchos inmigrantes están viniendo a este país”. La respuesta es no. Están viniendo porque él les dijo que lo hicieran, y más dinero los espera en Estados Unidos.
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