Washington no tiene respuesta a la tiranía en Nicaragua

Aumentan los presos políticos bajo el régimen Ortega-Murillo

Pese a la creciente represión política en Nicaragua, Biden aplaza la aplicación de medidas contundentes. (Elaborado por el autor)

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El asedio a la oposición por parte de la dictadura nicaragüense Ortega-Murillo ha empeorado desde 2018, cuando 350 manifestantes fueron asesinados por el régimen. Desde entonces, el régimen ha capturado a al menos 205 presos políticos y socavado el Estado de derecho.

Pese a ello, el régimen de Biden aplaza la aplicación de medidas contundentes. Su última amenaza fue el 29 de agosto de 2022 cuando anunció que contempla frenar importaciones con Nicaragua para presionar por la liberación de los presos políticos.

Esto ocurrió como respuesta a una denuncia por parte de los familiares de los presos políticos sobre las torturas que sufren dentro de la cárcel de máxima seguridad de Managua, conocida como El Chipote. Nada ha cambiado. La dictadura Ortega-Murillo ignora sus amenazas y avanza con la represión, fortaleciendo lazos con Rusia, Irán y China y exacerbando la desestabilización de las débiles democracias en la región.

Acabar con toda oposición, venga de donde venga

Las detenciones arbitrarias no han cesado desde 2018, cuando los nicaragüenses se volcaron masivamente a las calles para oponerse al régimen. Desde entonces, Ortega ha sido implacable con sus opositores: estudiantes, periodistas, políticos, activistas y sacerdotes.

Para encarcelarlos, el legislativo controlado por el partido oficialista aprobó leyes que criminalizan a los disidentes de la dictadura. Con esto, la pareja Ortega-Murillo logró atornillarse en el poder, profundizando el autoritarismo incluso más que la misma Venezuela.

En cuatro años de represión, cerca de 900,000 nicaragüenses han abandonado su país huyendo del régimen. La mitad de ellos ha partido rumbo a EE. UU. Asimismo, más de 500 oenegés han sido clausuradas y más de una docena de universidades han sido despojadas de sus licencias. Los medios privados de radio, prensa y televisión han sido allanados, perseguidos y confiscados.

El 13 de septiembre, en el marco del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, 45 países firmaron una declaración conjunta. En esta, condenan las violaciones a los derechos humanos y exhorta al régimen la liberación inmediata de los presos políticos.

Apertura para la desestabilización

Nicaragua se ha ido equipando con armamento a una velocidad vertiginosa desde 2017. La intensificación armamentística ha causado conmoción entre sus vecinos, en especial Costa Rica que no cuenta con un ejército desde 1948. El 3% de la población costarricense lo congregan refugiados nicaragüenses.

En junio pasado, el legislativo aprobó una resolución urgente para ampliar la cantidad de armamento, buques y aviones rusos en el país, así como para autorizar el ingreso de tropas. El supuesto objetivo es intensificar la lucha contra el narcotráfico y realizar tareas humanitarias, algo para lo que Rusia no cuenta con experiencia.

Rusia ha contribuido a la modernización armamentista de Nicaragua desde hace más de una década. Esta ha incorporado a Nicaragua en el Sistema de Monitoreo Satelital Glonass y ha dotado de vacunas durante la pandemia. Por su parte, la dictadura sandinista ha sido leal al Kremlin en sus movimientos expansionistas: Georgia (2008), Crimea (2014) y ahora Ucrania.

De forma similar, en diciembre de 2021, la dictadura restableció las relaciones diplomáticas con China tras romperlas con Taiwán. El nuevo acuerdo comercial contempla que China demande el 90% de las antiguas exportaciones hacia Taiwán, construya nueva infraestructura y que ambos países firmen un tratado de libre comercio.

En cuanto a Irán, ambos países firmaron en mayo de 2022 un memorando para potenciar su cooperación. El acuerdo incluye la dotación de combustible y una nueva refinería petrolera. Se firmó también un convenio para la exportación de carne nicaragüense, uno de los principales productos de exportación.

Biden flaquea frente a la dictadura sandinista

Biden aprobó en noviembre de 2021 el Proyecto de Ley Reforzar el Cumplimiento de Condiciones para la Reforma Electoral en Nicaragua, pero esto no disuadió a la dictadura. Al contrario, la pareja Ortega-Murillo ha recrudecido la presión contra sus opositores y ha estrechado lazos con los principales antagonistas geopolíticos de Estados Unidos.

La ley habilita a Washington a tomar acciones conjuntas con los países del continente y la Unión Europea para presionar al régimen y moderar su comportamiento antidemocrático. El arsenal de medidas contempla sanciones individuales a miembros del régimen y empresas asociadas, así como sanciones a la economía nicaragüense: la restricción de los préstamos de organismos multilaterales, ayudas técnicas al desarrollo e incluso la exclusión de Nicaragua del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (CAFTA-DR).

La única sanción económica concreta ha sido eliminar a Nicaragua de la lista de países con preferencias arancelarias para la importación de azúcar en 2022–23. Esto generará al menos un poco más de presión al régimen, puesto que la industria azucarera representa el 4% del PIB nicaragüense. Además, 41% del azúcar importada hacia Estados Unidos en 2021 llegó desde Nicaragua.

Una medida trascendental sería la eliminación de Nicaragua del CAFTA-DR, que Biden lo puede hacer apelando a la seguridad nacional. El PIB nicaragüense podría verse afectado en alrededor del 7,3%.

La suspensión de las relaciones comerciales entre Estados Unidos y Nicaragua es un arma potente frente al régimen, pues EE. UU. recibe más del 60% de sus exportaciones. Según cifras oficiales, las exportaciones desde este país alcanzaron en 2021 los $4,655 millones.

Pese a ello, la dictadura Ortega-Murillo vocifera con holgura en contra del “malvado imperio yanki” porque percibe la pasividad del Gobierno de Biden.

La inacción de Washington para tomar medidas concretas que pongan en jaque a los tiranos termina brindándoles tiempo valioso para que estos profundicen lazos con jurisdicciones donde el imperio de la ley es irrelevante. A medida que la cooperación entre ellos crezca, las acciones que Estados Unidos implemente tendrán menor impacto. Los nuevos aliados de Nicaragua no pondrán cortapisas al momento de brindarles oxígeno que garantice su supervivencia en el poder.

Andrés Sebastián Díaz Ponce

Andrés Sebastián holds a bachelor’s degree in political science and international relations from the University of the Americas, Ecuador. He founded Libertario, a Spanish-speaking community that promotes the ideas of liberty in Latin America, and he collaborates with the Ecuadorian liberal think tank Libre Razón. Follow @asdp250.

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