¿Demasiado inglés en nuestras universidades?

El uso del inglés en la disciplina de la economía la aleja a la investigación de las instituciones locales

Cuando la investigación se lleva a cabo únicamente en inglés, se corre el riesgo de omitir cuestiones de importancia nacional. (Canva)

Por Eva Forslund y Magnus Henrekson

Hay profesores e investigadores guatemaltecos que compiten en la arena científica global. Para hacerlo, usan el inglés a pesar de no ser su lengua nativa. Quienes participan en el juego académico, ¿están haciendo lo correcto por su país? ¿Están haciendo lo correcto por sus estudiantes en las aulas?

La presencia invasiva del inglés no es un fenómeno específico de un solo lugar. Ocurre en Guatemala, así como ocurre en Suecia, Países Bajos, Japón e Italia. En algunos países esta práctica, aunque presente, no ha sido tan invasiva fuera de lo académico. Está claro que el inglés facilita el intercambio de conocimiento internacional, pero el uso del inglés en ambientes académicos ha ido demasiado lejos en ciertos países.

¿Es positivo el uso del inglés entre los profesores para el pueblo guatemalteco? Existen pros y contras, por lo que es fundamental entender la relación costo-beneficio que esta situación implica.

El uso del inglés obliga a que la atención se dirija a temas de interés global; las publicaciones académicas internacionales no suelen interesarse en asuntos particulares de Guatemala. Por el contrario, suelen interesarse en temas relacionados con Estados Unidos y otros países influyentes o en verdades universales y teorías abstractas. Cuando la investigación se lleva a cabo únicamente en inglés con el objetivo de publicarla en revistas internacionales, se corre el riesgo de omitir cuestiones de importancia nacional y de ignorar detalles institucionales.

En las aulas, la tendencia del uso del inglés hace que las lecturas y los materiales del curso sean en dicho idioma. De tal forma, los estudiantes se ven obligados a estudiar y comunicarse en inglés, en lugar de usar su lengua materna para dar sentido al mundo y abordar cuestiones de investigación.

Hemos explorado estos problemas en un artículo que está disponible en internet (en inglés). En el artículo, ilustramos este fenómeno a través de ejemplos de nuestro país, Suecia, y de nuestra disciplina, la economía. Junto a nuestro artículo, se publicaron dos editoriales: uno de un compatriota sueco y otro de un italiano.

Idioma, economía y enseñanza

Cuando los estudiantes no reciben clases en su lengua materna, la comprensión se dificulta. La mayoría de los estudiantes trabajarán en el sector público o privado de su país de origen, por lo que es necesario un profundo conocimiento del entorno institucional local. Ellos tendrán que comunicarse en su lengua materna con personas no especializadas. Si durante sus estudios universitarios leen únicamente textos en inglés, reciben clases exclusivamente en inglés y oyen hablar de temas a menudo teóricos y abstractos, se familiarizarán poco con los asuntos locales de su país. Así, terminan menos preparados para los trabajos que los esperan.

En Suecia, solo una universidad ofrece un programa de maestría en economía en sueco, por lo que pocos estudiantes de posgrado están bien preparados para transmitir ideas y resultados económicos a un público nacional. El inglés como lengua de enseñanza dificulta la comunicación sobre el entorno local, porque entre otras cosas la bibliografía relevante rara vez existe en inglés.

Idioma, economía y comunicación

Investigar en inglés tiene, por supuesto, sus ventajas. La academia necesita abrirse al mundo y los investigadores suelen tener que basarse en conocimientos existentes. Pero como los economistas influyen en la formulación de políticas públicas, deben dominar la comunicación de sus ideas en su lengua materna.

¿Cómo deberíamos ver la economía bajo esta óptica? En disciplinas como la física, las condiciones e instituciones locales son irrelevantes. Por lo tanto, la elección del lenguaje es de menor importancia, especialmente porque las matemáticas son el lenguaje común.

La literatura y la historia se encuentran en el otro extremo del espectro. Los estudios de humanidades suelen estar profundamente inmersos en un contexto cultural y temporal específico. En derecho, cada palabra individual tiene un significado específico y las condiciones domésticas son cruciales para entender la disciplina.

La economía, sin embargo, se encuentra en un punto medio; los conocimientos se transmiten a menudo en forma de diagramas, ecuaciones y técnicas econométricas. Se podría argumentar que el inglés debería ser el idioma de referencia, sin embargo, la economía es también importante para entender las instituciones, la cultura y el contexto local.

En una encuesta, el 32% de los investigadores de ciencias sociales en Suecia afirmaron que participarían más en la divulgación científica, si esta fuera más valorada. Si existieran mayores incentivos para comunicar los conocimientos y resultados científicos, los investigadores estarían más dispuestos a hacerlo en su lengua materna, facilitando que la gente común los entendiera. Sin estos incentivos, se corre el riesgo de no comunicar los resultados científicos.

La elección de la lengua afecta cómo y qué aprendemos. Las condiciones domésticas son más fáciles de describir en la lengua materna, por eso, tienen más espacio para consolidarse cuando se comunican en dicho idioma.

El lenguaje no es un portador neutral de significado. El idioma afecta lo que queremos transmitir, lo que consideramos y lo que valoramos.

Un cambio de idioma es un cambio de mundos. Debemos preguntarnos si nuestro entorno local está bien atendido. Cuando la competitividad en el mercado mundial de la investigación se convierte en la máxima prioridad, los asuntos nacionales y las habilidades de comunicación en la lengua materna quedan relegados. Como resultado, es posible que importantes conocimientos económicos no lleguen nunca a la sociedad en general.

Sobre los autores:

Eva Forslund tiene una Maestría en economía por la Universidad de Uppsala. Es secretaria ejecutiva de la Asociación Económica Sueca y trabaja en un diccionario de economía en sueco. Su dirección de correo electrónico es Eva.Forslund@nationalekonomi.se.

Magnus Henrekson es profesor de economía e investigador principal del Instituto de Investigación de Economía Industrial (IFN) en Estocolmo (Suecia). Fue presidente del IFN hasta 2020, tras 15 años de servicio. Hasta 2009 ocupó el profesorado en honor a Jacob Wallenberg en el Departamento de Economía de la Escuela de Economía de Estocolmo. Su página web personal es https://www.ifn.se/mh y su dirección de correo electrónico es Magnus.Henrekson@ifn.se.

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