Un juicio de impugnación completo en el Senado es una oportunidad histórica para exponer a los demócratas radicales y a sus aliados del estado profundo. ¿Los republicanos la tomarán?
La presidenta de la Cámara de Representantes de EE.UU. Nancy Pelosi sabía que era arriesgado solicitar impugnación, pero ella falló en controlar a su bloque liderado por la representante Alexandria Ocasio-Cortes y los radicales. Los demócratas pagarán un precio tremendo por esta falla si –y tan solo si– el Senado realiza un juicio completo y robusto con testigos y contrainterrogatorios.
En sus procedimientos de impugnación en contra del presidente Donald Trump, los representantes demócratas de la Cámara se han proyectado a ellos mismos como una asamblea de patriotas afirmando los valores constitucionales para defender una república en peligro. Al mismo tiempo, los demócratas y sus aliados en los medios han retratado a los republicanos como una masa inflexible que ignora los hechos y defiende al presidente con argumentos procesales.
Un juicio en el Senado bajo normas imparciales podría contrarrestar a estas criaturas. Cuando los demócratas se queden cortos en su habilidad de ir y venir entre un cargo falso a otro, los estadounidenses –viendo televisión sin filtros mediáticos– verán a los líderes demócratas en sus tamaños y formas reales.
Los republicanos no pueden pedir algo mejor.
El líder de la mayoría del Senado Mitch McConnell ha dicho a su caucus que convocar testigos podría llevar a una “destrucción mutua segura.” Aparentemente, McConnell cree que los testimonios extendidos podrían presentar un problema para algunos senadores republicanos que busquen su elección en 2020. Con otro potencial nombramiento a la Corte Suprema, McConnell no quiere hacer algo que le pueda costar incluso un voto.
En circunstancias ordinarias, su posición sería razonable. En esta circunstancia, cualquier acción menor a un juicio completo dejaría pasar una oportunidad monumental.
El problema con una votación rápida en el Senado es que llevará a los demócratas precisamente a una instancia donde son buenos. Si los demócratas son rechazados en el Senado sin un juicio completo, ellos obtendrán el argumento crucial que necesitan para ganar su guerra de palabras. Dirán que los republicanos impidieron el juicio para esconder la culpa de Trump y suprimir un caso sencillo.
La falsa narrativa podría dar a los demócratas lo que ellos realmente quieren: la victoria en las encuestas de noviembre.
Las audiencias de la Cámara, como la mayoría demócrata las ha llevado a cabo, han sido tan solo un poco mejor que juicios de espectáculo. Los estadounidenses –que reconocen la injusticia cuando la ven— no estaban impresionados. Incluso con administración de mano dura, los demócratas perdieron cuando Jonathan Turley, el único testigo para argumentos republicanos, venció rotundamente a sus tres oponentes.
Imagínense el espectáculo que se produciría en el Senado con un ambiente en igualdad de condiciones: Adam Schiff en una pelea justa con, digamos, Alan Dershowitz. Para empezar, sería muy educativo. El efecto acumulado sería brutal.
Un juicio de impugnación en el Senado es un espacio ideal para exponer la gran mentira de los demócratas: que Trump extorsionó al presidente de Ucrania por ayuda en la elección de 2020. Esta invención, a la que los demócratas tienen el descaro de llamar un hecho establecido, se pondría en conflicto con una explicación más creíble: que el interés de Trump en el presidente de Ucrania era exponer la corrupción de la elección de Estados Unidos en 2016, la cual permanece en los dos países.
Lejos de ser el caso más grande de corrupción –pero sí uno que los demócratas se han empeñado en eliminar– es el del tag team de Joe y Hunter Biden jugando su partida favorita: el juego de entregar dinero a cambio de influencia.
Muchos estadounidenses han escuchado sobre aquel escándalo, pero pocos saben que Joe Biden fue también la persona designada de Obama en Centroamérica, tal como lo fue en Ucrania. Al ser un residente de Guatemala por un largo tiempo, yo observé y reporté cómo el estado profundo y Biden instaló una función judicial de mano dura y corrupta para apoyar a sus aliados socialistas, incluyendo los demócratas.
El modelo en Ucrania es curiosamente similar al de Guatemala. Bajo el pretexto de esfuerzos anticorrupción, el Departamento de Estado intervino con la Fiscalía General para proteger a ciertos ucranianos. Un tribunal ucraniano criticó a dos de ellos por interferir en nuestra elección en 2016.
Trump se reunió con el presidente de Guatemala Jimmy Morales ayer, un día antes de la votación de los demócratas para la impugnación. El presidente de EE.UU. estaba sentado con alguien atacado por los mismos demócratas, el estado profundo y los medios por remoción del cargo con cargos falsos.
El juicio de impugnación tiene el potencial para develar evidencia que legitime los motivos del presidente –con una audiencia masiva sin precedente recibiendo acceso directo a las revelaciones–.
Esta es la razón por la cual los republicanos del Senado, en lugar de terminar con el debate, podrían hacer más al dejar que los argumentos desgarren. Incluso si el presidente gana la reelección, los demócratas volverán a atacar en su contra a menos que sean expuestos en un interrogatorio en vivo presenciado por los estadounidenses. Esa es la única posibilidad sobre la mesa con un juicio completo en el Senado.
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