El presidente Donald Trump y su abogado personal, Rudy Giuliani, declararon que el ex vicepresidente Joe Biden abusó de su poder al utilizar ayuda estadounidense para despedir al fiscal general de Ucrania. Giuliani dijo, “[El expresidente Barack] Obama permitió que esto sucediera… Cualquier presidente honesto hubiese llamado a su vicepresidente y dicho Joe, ¿qué estás haciendo? Te envié para combatir la corrupción, y tú tienes a tu hijo… ganando millones junto con un delincuente.”.
Obama no podía cuestionar el abuso de poder de Biden, porque se trataba de un fenómeno transversal en la administración de la política exterior. Un claro ejemplo es Guatemala.
En enero de 2015, Biden escribió en un editorial de opinión del New York Times: “Obama me ha solicitado liderar este nuevo esfuerzo” en Centroamérica. Biden lo hizo con mano dura. Su apoyo a los socialistas en Guatemala —donde yo vivo— ha incrementado la ilegalidad, especialmente en áreas rurales junto a la frontera con México. Esto ha derivado en que más migrantes y drogas ilegales ingresen a Estados Unidos con facilidad.
Guatemala es el país clave de Centroamérica, porque es la única ruta terrestre que desemboca en México, a través de una porosa frontera de 956 km. Una vez en México, migrantes y contrabandistas fácilmente atraviesan esta nación con fallida vigilancia y arriban a la frontera estadounidense.
Para comprender cómo las tácticas de Biden apoyaron a la izquierda radical en Guatemala, observemos el caso de Ucrania, donde utilizó su oficina para ayudar a su hijo a enriquecerse y controlar el sistema judicial.
Un reportero le preguntó a Biden sobre la demanda a su hijo Hunter por sus negocios en el exterior, de la nunca ha hablado, a lo que Biden respondió: “Usted debe hacer esta pregunta a [Trump]. ¿Por qué está en conversaciones telefónicas con un líder extranjero? ¿A caso lo está tratando de intimidar?
Trump no intimidó al presidente ucraniano, pero hay un video que muestra a Biden presumiendo por hacer precisamente eso.
En Guatemala, Biden fue mucho más lejos. Visitó el país tres ocasiones durante el último año de gobierno del expresidente Otto Pérez. En su tercera visita, él se reunió en privado con Pérez para tratar un solo asunto: la extensión del mandato de la Comisión Internacional Contra la Corrupción (CICIG) de las Naciones Unidas.
Pérez dijo a Biden que tienen un proceso para determinar lo que el país considera que necesita y exhortó a Biden a que no dé la apariencia de que está ordenando que la CICIG se quede. Pérez relata que Biden inmediatamente dijo a la prensa, “La CICIG se queda, punto”.
Biden hizo esto porque la CICIG protegía a los sucesores de las guerrillas financiadas por Fidel Castro y su Departamento América durante el conflicto armado de 36 años con el gobierno guatemalteco. Cuando este terminó en 1996, las guerrillas se transformaron en el pilar de los partidos socialistas en Guatemala. La segunda vuelta de las dos últimas elecciones presidenciales incluyeron a candidatos socialistas de la exguerrilla apoyados por la Embajada de EE.UU.
Biden no era el único apoyando a los socialistas en Guatemala. Nancy Pelosi lideró una delegación del Congreso tres días antes de la elección de agosto para apoyar a la candidata colectivista. Su favorita perdió a pesar de la intervención y el juego sucio de la Embajada de EE.UU., el Consejo Electoral y la Corte de Constitucionalidad.
Biden utilizó de chantaje la asistencia anual de $1.000 millones para Guatemala, Honduras y El Salvador, conocida como Alianza para la Prosperidad. Pérez dijo que Biden dejó en claro que la condición para mantener la ayuda era la presencia permanente de la CICIG.
El propósito de la CICIG era identificar y desmantelar a grupos criminales clandestinos que estén fuera del alcance de la ley. Al contrario, la CICIG se convirtió en una herramienta de la Embajada de EE.UU. que abusó de su inmunidad diplomática para coaccionar al sistema judicial de Guatemala. Pérez mencionó que Biden quería que él le ayude a instalar entidades similares en El Salvador y Honduras.
Luego, la CICIG presionó exitosamente a la nueva fiscal general Thelma Aldana para ejecutar su agenda, y designó a aliados de los sucesores de la guerrilla en la Corte de Constitucionalidad, que tiene la última palabra en asuntos judiciales en Guatemala. Al tener control sobre Aldana y su oficina, removió la amenaza de acusación en contra de socialistas en Guatemala, de la misma forma en que Biden paró una investigación en contra de su hijo en Ucrania.
Ayudar a su hijo a comprar otra casa de playa es sórdido, y tal vez criminal, pero no perjudica a Estados Unidos como las acciones de Biden en Guatemala. La creciente violencia y la falta de oportunidades resultó en un aumento masivo del tránsito de migrantes y drogas ilegales hacia EE.UU.
Biden respondió a las acusaciones de Giuliani y Trump, “Lo que hice en Ucrania fue implementar una política exterior oficial del gobierno de Estados Unidos. No estuvimos presionando a Ucrania para que renuncie a un fiscal sobresaliente. Estábamos buscando que Ucrania reemplace un fiscal pusilánime.”.
Con Biden, la política exterior de EE.UU. era poner a socialistas en cargos importantes del gobierno de Guatemala para que ellos hagan su parte. La pieza fundamental era el fiscal general. Considerando este precedente, la explicación de Biden para sus acciones en Ucrania no es convincente.
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