Los regímenes en Cuba y Venezuela prometieron erradicar la pobreza y mejorar los estándares de vida de sus ciudadanos. Sin embargo, los cubanos y venezolanos se dieron cuenta de que sus nuevos tiranos tenían un solo objetivo: mantenerse en el poder.
Nicaragua, Bolivia y Ecuador siguieron el mismo rumbo: ahora estas naciones se enfrentan a enormes déficits fiscales y amplias economías informales. La corrupción y la erosión de las libertades civiles son otras de las consecuencias desafortunadas.
De hecho, la mayoría de la región –incluyendo grandes economías como Brasil, Argentina y Chile– han sido conejillos de indias de la planificación central autoritaria. Ahora Andrés Manuel López Obrador quiere incluir a México en la lista.
Las tomas izquierdistas de poder en todos estos países han seguido un mismo guión. Analizar estas historias y comprender su agenda podría prevenir más Venezuelas en el futuro.
Tácticas para dividir y conquistar
Los socialistas han usado estrategias populistas para ganar elecciones. Sus líderes, muchos con pasado en la milicia o en la guerrilla, han forjado sus carreras fuera de la política. Entonces, aparentan llegar en el momento preciso para salvar a sus países de la ruina.
Fidel Castro en Cuba, Hugo Chávez en Venezuela, Evo Morales en Bolivia y Rafael Correa en Ecuador asumieron el poder con antecedentes de golpes de Estado. Esos eventos les permitieron calificar a los regímenes anteriores como incompetentes o corruptos.
Dado que América Latina es una región en desarrollo con niveles significativos de pobreza y desigualdad, la retórica de justicia social resuena en un amplio segmento de la población. Los líderes izquierdistas culpan a las grandes corporaciones y a los gobiernos extranjeros por sus infortunios, y prometen prosperidad para todos.
En Venezuela, el rechazo al sector privado se volvió tan popular que un amplio sector ciudadano celebró las expropiaciones al inicio del gobierno de Chávez. La consecuencia lógica fue un declive en la inversión y el colapso económico.
El paso crucial: las reformas políticas
Las victorias electorales eran fundamentales para mantenerse en el poder, por lo que reformaron las reglas del juego para inclinar la balanza a su favor. Daniel Ortega en Nicaragua pudo volver al poder solamente después del masivo fraude electoral en la elección de 2006.
Una vez que logran suficiente respaldo en las urnas, los socialistas están listos para transformar la estructura del Estado. En Ecuador, Correa argumentó que existía un caos institucional y ordenó rediseñar profundamente las instituciones gubernamentales. Una década después, el tamaño del Estado se ha duplicado, pero la eficiencia del gasto público no.
Los socialistas frecuentemente buscan crear una nueva Constitución para abrir la puerta a mayor control estatal, intervencionismo y clientelismo. Es por eso que los manifestantes en Chile hicieron de ésta su primordial demanda. Pese a que Michelle Bachelet fue presidenta durante dos periodos, la larga historia chilena de libre mercado, derechos de propiedad e imperio de la ley evitó que los socialistas destruyeran las instituciones republicanas. Esto está por cambiar si los socialistas chilenos logran su cometido en el plebiscito de abril.
Censura y propaganda
A los socialistas no les interesa esconder su deseo de censurar a los medios. En Nicaragua, Ortega ha perseguido y encarcelado a periodistas desde que la conmoción social inició en abril de 2018. La presión política y las amenazas de muerte han forzado a varios periodistas a dejar el país y a periódicos tradicionales a suspender su publicación.
Para silenciar a la oposición, los Kirchner en Argentina enviaron auditorías fiscales a los empresarios; Ecuador y Nicaragua debilitaron a las organizaciones sin fines de lucro; y Bolivia levantó cargos falsos en contra de sus adversarios políticos.
La guerra jurídica es una herramienta favorita de estos regímenes. Durante una presentación televisada, Evo Morales incluso presumió, “yo digo a los abogados: ‘si es ilegal, vayan y háganlo legal. Para eso fueron a la universidad”. A su gobierno no le tembló la mano aplicar la ley retroactivamente para su beneficio.
Ningún régimen socialista está completo sin propaganda. Los populistas latinoamericanos han recurrido a la publicidad moderna, han instalado ministerios de propaganda con extensos presupuestos y han manipulado estadísticas con el fin de presentar a sus gobiernos como exitosos. Cristina Kirchner proveyó datos de inflación falsos. Chávez mantuvo un programa semanal para alabarse a sí mismo y, principalmente, desacreditar a sus opositores. Nicolás Maduro continúa con estas transmisiones.
Maduro ordenó al Banco Central de Venezuela (BCV) dejar de publicar indicadores económicos nacionales a finales de 2013. Un año antes, el precio de petróleo empezó a caer, y la economía venezolana ya sentía el impacto de la mala administración de fondos públicos y el despilfarro.
Pese a que líderes de oposición informaron que las cifras oficiales que todavía se publicaban eran alteradas por el gobierno, la inversión de capital y las exportaciones de petróleo, por ejemplo, aún demostraban cómo Venezuela se dirigía hacia su debacle.
Soberanía económica
La mayoría de estos regímenes socialistas gozaron de bonanza económica durante sus primeros años en el poder, en especial debido a los altos precios del petróleo y de gas natural. Dado que una gran parte del ingreso venía de los recursos naturales, y no de los contribuyentes, los gobiernos incrementaron el gasto público sin mayor resistencia ciudadana.
Los buenos tiempos también les permitieron a los socialistas mantenerse en contra de la hegemonía estadounidense y comerciar con otras naciones. Correa expulsó a una base militar estadounidense y paralizó los acuerdos de libre comercio con EE. UU. y la Unión Europea. Las difíciles condiciones económicas, sin embargo, le obligaron a buscar un acuerdo comercial con la Unión Europea, Colombia y Perú al final de su gobierno.
Con la excusa de la soberanía económica, adoptada por la Constitución de 2008, Correa planificó fortalecer las industrias nacionales. Simultáneamente, incrementó aranceles a las importaciones, de hasta 45 %, para 28 mil productos. Entre estos estaban listadas herramientas de construcción, maquinaria industrial y materias primas, lo cual afectó al desempeño de toda la economía. Ecuador está lejos de ser un país industrial al día de hoy. El resultado de esta política demostró una vez más que el proteccionismo no puede transformar a una economía basada en recursos naturales.
Intervencionismo estatal
Los izquierdistas latinoamericanos hacen énfasis en ayudar a los más pobres y vulnerables para contrarrestar la desigualdad de oportunidades. Lo irónico es que el alcance de la intervención gubernamental requerida usualmente genera problemas más grandes y hace incluso más pobres a las personas.
Por ejemplo, en Bolivia, el precio del azúcar subió considerablemente en 2011. La respuesta del gobierno de Morales fue imponer controles de precios y prohibir las exportaciones. En lugar de estabilizar el mercado, esto causó desabastecimiento y contrabando, obligando al gobierno a racionar el azúcar.
Las políticas monetarias expansivas son otra herramienta favorita para financiar sus ambiciones y programas sociales insostenibles, así como para mantener su base política. Sin mirar más lejos que a Venezuela y Argentina, podemos ver los efectos destructivos de las espirales inflacionarias.
Mientras que Cristina Kirchner impuso controles cambiarios, Maduro decidió borrar ceros de la moneda nacional y crear su propia criptomoneda: el petro. Los argentinos y venezolanos, sin embargo, prefieren los dólares estadounidenses y los bitcoins.
En contraste, Correa se enfrentó a un obstáculo importante en Ecuador: la economía se dolarizó en 1999 para prevenir justamente este tipo de manipulación monetaria por parte de los políticos. Luego creó una moneda digital gestionada por el Estado para evitar las limitaciones que la dolarización genera en la política monetaria expansiva. Los ecuatorianos no confiaron en ella y se negaron a utilizarla, provocando su vergonzoso ocaso en 2018.
Detener el programa socialista
Sus derrotas consecutivas no han detenido a los socialistas latinoamericanos. Continúan exportando los modelos cubano y venezolano, socavando el Estado de derecho y removiendo pesos y contrapesos de cada nación donde ganan elecciones. Luego de que ellos logran comprometer las libertades económicas e individuales, quedan pocos incentivos para hacer negocios e invertir. Como resultado, las personas se van a otro país y la fuga de capital aumenta.
Aquellos países que aún no han sido blanco de las tácticas de la izquierda, incluyendo Estados Unidos, deben tomar nota de su guión. Conocer su plan de acción puede ser la mejor protección en contra de las tomas de poder socialistas.
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