Artículo publicado originalmente en inglés en BizPac Review.
Hermanos de vez en cuando, escrito por David Landau, es un relato histórico de dos hombres excepcionales que coloca al lector dentro de la revolución cubana que llevó a Fidel Castro al poder.
El libro ya está ganando elogios de los líderes conservadores. David Horowitz, un George Orwell estadounidense, ha llamado a Hermanos de vez en cuando “una narración cautivadora”, así como una guía para la izquierda de Bernie Sanders en Estados Unidos. Puesto que los partidarios de Sanders ahora están conduciendo el navío vacío de Joe Biden y los demócratas, Cuba y Castro se vuelven más relevantes para la elección de 2020.
Emilio Adolfo (Emi) y Adolfo Rivero fueron héroes de la resistencia cubana que empezaron a pelear contra el antecesor de Castro, Batista. Luego del golpe orquestado por Castro, los hermanos tomaron bandos opuestos. Emi rápidamente entendió que Castro era un peligro mucho más grande para Cuba de lo que Batista había sido. Adolfo, sin embargo, era un comunista comprometido que pensó que Castro llevaría a Cuba al sueño utópico de la justicia social.
Emi se convirtió en un agente de la CIA dentro de Cuba. Reconoció que los estadounidenses, debido a su descuidada falta de comprensión sobre Cuba y Castro, probablemente perderían. Pero su compromiso con la libertad lo impulsó a unirse a la batalla. Los agentes de Seguridad del Estado de Castro lo capturaron.
Un interrogador de Emi visitó a Adolfo y le preguntó por consejos para tratar con Emi. Adolfo sin dudar dijo: fusílenlo. Cuando luego el Partido Comunista se deshizo de Adolfo, él puso al Partido por encima de sí mismo y aceptó el exilio como su deber con la revolución. Pero cuando Adolfo cambió de parecer, el régimen lo arrestó.
En prisión, Adolfo trabajó con un nuevo camarada, Ricardo Bofill, para crear un movimiento cubano de derechos humanos. Contra toda probabilidad, el movimiento de derechos humanos tuvo éxito al poder contener a Castro dentro de sus propios estándares públicos. Castro respondió expulsando a los activistas fuera de Cuba.
Emi y Adolfo se encontraron en París en 1988. Conmovido, Adolfo contó a Emi que él había pedido su ejecución. Emi respondió a Adolfo que, al hacer eso, había salvado su vida.
Paradójicamente, Emi dijo, los camaradas de Adolfo lo querían por su pureza y por eso perdonaron a Emi. El amor existe, pero no oficialmente. En la Cuba de Castro, el régimen ordenaba a las personas a delatar a sus vecinos e incluso a sus familias.
El comunismo falla porque niega a la gente su humanidad. Motivado por la búsqueda de una utopía inexistente, la sociedad necesariamente se consume en sí misma. El resultado es un orden devastado como en la Cuba de Castro o en la Venezuela de Hugo Chávez.
Landau primero creó una versión narrada de la historia de Hermanos de vez en cuando en 1994. Su agente en Nueva York entregó el manuscrito a varias editoriales. Como Landau dice en el epílogo de su libro actual, los editores neoyorquinos “dieron la espalda” a su primer libro.
Algo clave en los motivos de aquellas editoriales se puede encontrar en una reciente reseña de Hermanos de vez en cuando por Aram Bakshian Jr., un exasesor de los presidentes Nixon, Ford y Reagan. En esa reseña, publicada por el Washington Times, Bakshian menciona sus propios primeros recuerdos de la revolución cubana y dice: “El New York Times —que había publicado una serie de artículos sobre Castro con notorio alivio— no podía estar más feliz”.
Lo notable es que, a diferencia de muchos que luego cambiaron de opinión, la gente que prevalece en el New York Times sigue admirando al régimen de Castro. El New York Times resulta ser la institución que establece la agenda de la intelectualidad literaria de Estados Unidos —y para los demócratas en general.
De su experiencia inicial, Landau comprendió que Hermanos de vez en cuando fallaría de nuevo si volvía al mundo literario de Nueva York con su nueva e incluso más rigurosa versión de la historia. Esta vez, él decidió incluir a aquellos pensadores que se oponen a varias doctrinas de la corrección política, que son las mismas de la plataforma del Partido Demócrata.
Claro que a los demócratas les gusta burlarse de los anticomunistas y pretender que sus enemigos políticos son los extremistas de la derecha. Sin embargo, como demuestra la narrativa de Landau, las estrategias del comunismo cubano y el programa de los demócratas son virtualmente lo mismo.
Los comunistas están empeñados contra la expresión personal, pero nuestro individualismo, como Emi Rivero atestiguó con su propia vida, es consistente con la naturaleza. Fuimos creados para ser libres. Simultáneamente somos posesivos, egoístas, caritativos y capaces de sacrificarnos por un bien mayor.
Los anticapitalistas se quejan de nuestra naturaleza y creen que el gobierno puede cambiarlo. Cuba demuestra lo contrario.
Nuestra Declaración de Independencia y nuestra Constitución contienen los principios idealistas a los que aspirar. La catástrofe de la Cuba de Castro, que queda expuesta por el relato de Hermanos de vez en cuando, es una historia que debe inspirarnos a defendernos de Biden, obedecer a nuestra naturaleza y estar a la altura de la excepcional y fantástica herencia que los fundadores estadounidenses nos transmitieron.
Join us in our mission to foster positive relations between the United States and Latin America through independent journalism.
As we improve our quality and deepen our coverage, we wish to make the Impunity Observer financially sustainable and reader-oriented. In return, we ask that you show your support in the form of subscriptions.
Non-subscribers can read up to six articles per month. Subscribe here.