Este artículo se publicó originalmente en inglés en Epoch Times.
Los millonarios son el primer blanco de hostilidad por parte de Bernie Sanders y los Bernie Bros. Ellos están trabajando para vencer al que más detestan: el presidente Donald Trump.
Irónicamente, el apoyo de los grandes negocios millonarios es indispensable para que prevalezcan los socialistas. Los seguidores de Sanders son tan idealistas y fanáticos que no pueden ver la contradicción entre su desprecio por los millonarios y su dependencia en ellos para ganar a Trump.
Tampoco se percatan de la contradicción entre su creencia socialista de igualdad económica y la agenda millonaria de la que dependen.
CNN, NBC y MSNBC, CBC, ABC, y el Washington Post promocionan mentiras sobre Trump y ocultan la verdad sobre Joe Biden y los demócratas. Los partidarios disfrazados de periodistas no podrían hacer esto sin el apoyo de los dueños de estas corporaciones —millonarios y grandes empresas. Ellos son AT&T, Comcast, Viacom, Disney y Jeff Bezos de Amazon.
El ejemplo actual más atroz del sesgo mediático es la supresión del involucramiento de Joe Biden en los negocios extranjeros de su hijo Hunter. La evidencia ha revelado que Joe Biden violó su juramento al cargo a cambio de dinero. Las noticias falsas ignoran la historia y los millonarios intervinieron en Twitter y Facebook censurando el New York Post.
Las mismas corporaciones gigantes que suprimieron la evidencia condenatoria en contra de Biden promocionaron ampliamente la narrativa de la complicidad entre Rusia y Trump. Ahora sabemos de forma concluyente que carecía de substancia.
Los socialistas, desconectados de la realidad, persiguen su sueño utópico de justicia social, educación y atención médica gratuitas. Mientras tanto, los millonarios mantienen la condición protegida que les otorga ganancias máximas y control. Pese a que los socialistas y los millonarios comparten cama en contra de un enemigo común, están en un conflicto fundamental.
La élite política demócrata robó la nominación de Sanders en 2016. Se unieron de nuevo en contra de él en 2020 para favorecer a Biden, porque calcularon que el autodenominado socialista no ganaría. Los demócratas no rechazan el socialismo, solamente la etiqueta.
Los demócratas en parte atribuyen su pérdida en 2016 a haber alejado a los seguidores de Sanders. Para evitar que esto se repita, ellos han adoptado la agenda socialista de Sanders en su plataforma y han tomado a Kamala Harris, la única senadora más progresista que Sanders, como binomio de Biden.
Los seguidores de Sanders no ven, o no quieren ver, la dependencia de sus partidarios en China y lo que esta relación turbia implica.
China ha sido una fuente de dinero mercantilista. Los grandes negocios tienen ganancias extraordinarias esencialmente por esclavitud laboral —el resultado del totalitarismo—. Las compañías aliadas con China han sido capaces de exportar productos de regreso a Estados Unidos con aranceles mínimos o ninguno, mientras que China ha sido proteccionista en contra de Estados Unidos. Nuestras grandes compañías han presionado exitosamente a favor de China en varios gobiernos, hasta que Trump se dió cuenta del problema. Esta es la razón por la que aquellos que comparten cama con China tienen que vencerlo.
El modelo de los grandes negocios ha exportado empleos estadounidenses a China y otros países, donde el trabajo es peor que la explotación. Aunque el expresidente Barack Obama dice que los empleos industriales nunca regresarán, volvieron bajo el mandato de Trump. La combinación de recortes a los impuestos corporativos, menos regulaciones y un comercio más recíproco ha traído empleos —incluyendo de manufactura— de regreso a Estados Unidos.
Los seguidores de Sanders, que proclaman defender a los trabajadores, no logran entender que Biden re exportará aquellos empleos y más. Los demócratas piden fronteras abiertas, para despenalizar el ingreso a nuestro país sin documentos ni permiso. La afluencia de muchos millones de inmigrantes destruiría los salarios de la clase trabajadora.
Los políticos demócratas luego abandonarían toda pretensión de representar a la clase trabajadora y, en cambio, dependerían de los votos de nuevos migrantes para mantenerse en el poder.
Los socialistas y los millonarios ignoran la historia. Luego de ganar poder, los totalitarios deben consolidarse y mantenerse mediante la represión. Ejemplos de esto son Rusia luego de 1917, Alemania luego de 1933, China luego de 1949, Cuba luego de 1959 y Venezuela luego de 1998.
Las utopías de aquellos que apoyaron estos movimientos nunca se hicieron realidad —solo la miseria—. Cada nuevo movimiento proclama, como lo hacen Sanders y su colega Alexandria Ocasio-Cortez, que su sueño es puro y distinto a intentos previos de imponer la igualdad por medio de la coerción estatal.
Demasiados millonarios en Estados Unidos no se dan cuenta que deben más a la libre empresa estadounidense por su éxito que a su inteligencia, determinación y buena suerte. La arrogancia puede ser su declive. Ahora están desencadenando las fuerzas del totalitarismo al usar a la tropa de seguidores de Sanders para remover a Trump.
Si Biden triunfa, los millonarios se darán cuenta que son incapaces de regresar el genio a la botella una vez que los socialistas ostenten el poder. A la larga, perderán sus activos y el control.
Los ingenuos defensores del socialismo también sufrirán bajo el totalitarismo que están ayudando a crear. La defensa en contra del totalitarismo es adherirnos responsablemente a nuestra Declaración de Independencia y a nuestra Constitución.
Nuestro sistema de derechos individuales otorgados por Dios —que solo pueden ser alcanzados a través del debido proceso dentro de la división de poderes y un gobierno limitado— nos hace únicos en la historia. No debemos descartarlos por sueños ambiciosos e imposibles. Los millonarios y los socialistas necesitan que Trump y quienes lo respaldan les protejan de ellos mismos.
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