Artículo publicado originalmente en inglés en BizPac Review.
El expresidente Barack Obama dijo en un evento de campaña en Orlando, Florida, el pasado martes que la presidencia no cambia, sino que revela, quien uno es realmente. Esta fue la única parte verdadera de su discurso.
Lo que también es cierto es que Obama tiene un interés particular en el resultado de las elecciones. Su espionaje ilegal de la campaña de Donald Trump en 2016 puede acarrearle problemas legales a Obama y sus acólitos si Trump gana la reelección y las investigaciones continúan.
No es ninguna sorpresa que Obama haya tomado la oportunidad de entrar en la campaña electoral en dos Estados claves de esta contienda: Florida y Pensilvania.
El problema para Obama y Biden es que demasiados residentes de Florida pueden detectar sus mentiras y distorsiones. Ellos ven el verdadero programa socialista redactado, en parte, para apaciguar a los simpatizantes de Bernie Sanders que no apoyaron a Hillary Clinton en 2016. Tal vez consciente del problema de Obama con los latinoamericanos desconfiados del socialismo, la campaña de Biden mantuvo a Obama fuera del sur de Florida.
Obama, en una actuación digna de Fidel Castro o Hugo Chávez, demonizó a su oposición —el ingrediente clave de la estrategia de dominación marxista en la transformación de Estados Unidos impulsada por Obama. El expresidente repitió reportajes desacreditados como si fueran hechos y distorsionó otros, pintándose a sí mismo y a Biden como si hubieran hecho lo que no hicieron y a Trump como malvado e incompetente.
Los estadounidenses de origen cubano, venezolano y nicaragüense han visto con sus propios ojos o han escuchado de familiares cómo el programa socialista de Biden es lo que destruyó sus países. Trump califica la plataforma de campaña de los demócratas como un “manifiesto”. Estos votantes saben que las mismas políticas en Estados Unidos tendrán los mismos resultados y los dejarán sin ningún lugar al cual huir.
Obama afirmó que Trump no le dio crédito por el estado de la economía que heredó. El hecho es que los recortes impositivos, la reducción de regulaciones y los tratados recíprocos de comercio de Trump han traído de vuelta a Estados Unidos los trabajos de manufactura. Obama dijo que esos trabajos no regresarían y que lo que se necesitaba era más intervención federal e impuestos más altos.
Los únicos focos de la campaña de Biden son tergiversaciones sobre la pandemia y ataques contra la personalidad de Trump. Por ejemplo, Obama dijo que Trump ignoraba la pandemia. Como Biden, Obama luego culpa a Trump por todas las muertes de COVID-19.
El sentido común nos dice que eso es absurdo. Trump organizó un equipo impresionante de expertos de muchos sectores y tomó en cuenta sus consejos para tomar decisiones.
Esta división resulta de prioridades subyacentes distintas. Trump favorece un gobierno limitado pero efectivo, mientras que Obama y Biden favorecen un gobierno más grande e intrusivo.
Obama dijo que Biden promovería los derechos humanos en Cuba mediante la reinstauración de las políticas de Obama. Esto no se condice con los hechos, dado que Obama y Biden rescataron a la espantosa dictadura castrista al proveerle el dinero en efectivo que necesitaba para sobrevivir. Las encarcelaciones políticas se dispararon luego de las concesiones y de la visita de Obama a la isla, la cual demostró la voluntad de su gobierno de ayudar a un camarada socialista.
Ahora Biden y Obama quieren imponer el sueño de Castro en Estados Unidos. Los residentes de Florida y todos los estadounidenses deben saber esto.
Obama insinuó que Trump encarcela a adversarios políticos sencillamente por discordar con él. Como es típico de los socialistas, ellos acusan a sus enemigos de lo que ellos mismos hacen. Yo he sido testigo de cómo Obama y Biden, su hombre fuerte en Guatemala —donde he vivido por casi 50 años—, han encarcelado a sus enemigos políticos sin evidencia y violando la ley. Ellos hacen esto para respaldar a los guerrilleros entrenados y apoyados por Castro que pelearon en la guerra de tres décadas contra el Gobierno y luego se convirtieron en el partido socialista en Guatemala.
Obama habló sobre combatir el racismo con fiscales progresistas. En realidad, eso significa un aumento de las tensiones raciales y el agravamiento de las políticas de la identidad. Acerca de los fiscales, probablemente se refería a personas como Kim Gardner de St. Louis. Ella imputó a la familia McCloskey, que solamente estaba ejerciendo su legítimo derecho a la autodefensa. Extrañamente, ella no imputó a la turba que invadió su comunidad privada, destruyendo un portón cerrado y amenazando a residentes.
Una victoria de Biden traería este espectro a todas las comunidades en Estados Unidos. El caos es una táctica esencial de los revolucionarios marxistas de Castro.
Biden hablará en Broward County el jueves. Aunque los hispánicos deberían ver a Biden como alguien tan tóxico como Obama, Biden trata de mantener una falsa imagen de tío bonachón. Él cree que puede engañar a suficientes personas. Su verdadero objetivo debería ser demasiado sencillo para que los residentes de Florida no lo vean, especialmente aquellos que entienden el peligro que el socialismo representa para nuestra república.
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