La anunciada reversión de las políticas migratorias del presidente Donald Trump, aparentemente para hacerlas más humanas, es una pantalla para robar las elecciones de 2024.
Los estadounidenses verán los inevitables resultados negativos de una administración demócrata, si ocurre. Entonces, los demócratas no tendrán otra opción que agregar más votantes ilegales a su impresionante variedad de métodos de fraude electoral para continuar en el poder.
Trump vio correctamente a Guatemala como la clave para detener el flujo de migrantes a Estados Unidos. Biden también ve a Guatemala como la clave para asegurar el flujo de inmigrantes.
Como el hombre clave de Barack Obama para el Triángulo Norte de Centroamérica (TNC) integrado por Guatemala, Honduras y El Salvador, Biden apoyó a los sucesores de las guerrillas y aliados de Fidel Castro en Guatemala, país en donde he vivido durante casi cinco décadas. Biden cooptó el poder judicial y la persecución penal, lo que exacerbó el desempleo, la violencia y la migración. La política de Biden mantuvo abierta la frontera de 956 kilómetros de Guatemala con México, la única ruta terrestre para los migrantes y las drogas hacia Estados Unidos desde Centro y Sudamérica.
Los migrantes económicos abusaban del asilo para entrar en Estados Unidos. Trump evadió la negativa de los demócratas del Congreso para eliminar el abuso del asilo. Concretó acuerdos con los países del TNC para trasladar a los solicitantes de asilo a sus territorios.
En su anuncio del 22 de diciembre, Biden se comprometió a poner fin a esos acuerdos. Esto sería un acto de autodestrucción voluntaria.
Los demócratas y los inmigrantes esperaban cambios inmediatos, pero Biden y sus representantes han explicado que los cambios tardarán unos seis meses. Biden dice que quiere evitar tener “2 millones de personas en nuestra frontera”.
Una afluencia inmediata complacería a la base de Biden, pero se arriesgaría a perder un apoyo crítico. La campaña de Biden solo tenía dos mensajes: Trump es malvado y Trump manejó mal la COVID-19. Ante la inconveniencia política de permitirse una enorme ola de inmigración que sería un evento de súper contagio de COVID-19, Biden está creando un giro para retrasar la afluencia de migrantes. Esta decisión política para retrasarla requiere la cooperación de su coalición de radicales que anhelan una gratificación inmediata.
Nuevas caravanas de América Central, que pasan cerca de donde vivo, aparecieron en diciembre y se esfumaron. Por diferentes razones, ni Trump ni Biden las quieren en este momento.
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO) ha cooperado con Trump para evitar que las caravanas lleguen a su frontera con Estados Unidos porque ha temido la influencia económica de Trump. AMLO estará encantado de no tener que detener más caravanas bajo el gobierno de Biden. Sin embargo, AMLO tendrá que mantener la aplicación de la ley, al igual que el Presidente de Guatemala Alejandro Giammattei, para detenerlas hasta que Biden esté listo para abrir el grifo.
La COVID-19 le dio a la coalición anti-Trump la excusa para atacarlo sin piedad y robar las elecciones del 2020. Para la segunda mitad de 2021, las vacunas contra la COVID-19 harán que el riesgo de contagio del virus de forma masiva y descontrolada por los migrantes deje de ser relevante. Irónicamente, la capacidad de Trump de hacer que los sectores público y privado trabajaran juntos para crear vacunas en un tiempo récord, motivo por el cual los anti-Trump le niegan el crédito a Trump, facilita los planes de los demócratas para robarse las futuras elecciones.
Un futuro fraude será más fácil si los demócratas controlan el Senado porque podrán legalizar nuevos votantes y corromper la Corte Suprema con nuevos jueces políticos. Incluso si los republicanos controlan el Senado, los demócratas encontrarán la manera de que millones de inmigrantes agradecidos voten en las futuras elecciones. Si los demócratas no pueden aumentar el número de magistrados de la Corte Suprema en 2021, trabajarán para hacerlo en 2025.
Biden podrá abrir el flujo de inmigrantes cuando quiera. Los demócratas alentarán a los nuevos inmigrantes a establecerse en las grandes ciudades de Texas bajo control demócrata. Junto con su exitoso aparato de fraude electoral masivo y la demostrada negativa judicial a lidiar con ello, cambiar los 38 votos electorales de Texas aseguraría a los demócratas el continuo control del poder ejecutivo.
A menos que Trump gane de alguna manera otro mandato inmediatamente, el obvio fraude electoral de 2020 descalificará a Estados Unidos de dar lecciones a otros sobre elecciones libres. Personas de varios grupos de la sociedad en otros países, como Guatemala, que anhelan la libertad y la prosperidad tendrán que unirse y resistir la intromisión de Estados Unidos. Posiblemente esa resistencia, junto con la resistencia interna de los estadounidenses, todavía pueda encontrar una manera de preservar la libertad.
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