La versión original en inglés se publicó primero en BizPac Review.
El gobierno de Estados Unidos está apoyando abiertamente a Black Lives Matter (BLM), una organización comunista, al autorizar a las embajadas estadounidenses a ondear la bandera de BLM. “Somos marxistas entrenados” dijo la fundadora de BLM, Patrisse Cullors, en 2015. Cullors se refería a ella misma y a la cofundadora Alicia Garza, cuya inspiración fue Joanne Chesimard, quien huyó a Cuba para escapar de una condena a cadena perpetua por matar a un policía.
Tras la muerte de Fidel Castro, BLM proclamó: “Hay una abrumadora sensación de pérdida… debemos… salir en defensa de El Comandante… mientras aspiramos a construir un mundo enraizado en una visión de la libertad y la paz que solo viene con la justicia”.
Los marxistas sustituyeron el conflicto de clases por el conflicto racial como estrategia central. Dos tercios de los estadounidenses apoyaron a BLM hace un año creyendo que promovía la justicia racial. No es así. BLM utiliza la falsa narrativa del racismo sistémico de forma típicamente marxista: para dividir el país y erosionar sus principios. La teoría crítica de la raza (CRT por sus siglas en inglés), es racista e incompatible con los valores fundacionales estadounidenses.
Los comentarios de Tulsa echan gasolina al fuego
El presidente Joe Biden confirmó su uso de la raza para dividir a los estadounidenses con sus comentarios el 1 de junio en Tulsa. El lenguaje estándar de Biden acerca de la sanación contradice sus repetidas afirmaciones sobre la falsa narrativa marxista del racismo sistémico y el abrazo de su régimen a la CRT racista. Biden no mencionó la inspiradora invocación de Martin Luther King Jr. a la Declaración de Independencia y a la Constitución.
King insistió: “Ahora es el momento de generar la verdadera justicia para todos los hijos de Dios”. Los estadounidenses escucharon, y las relaciones raciales mejoraron drásticamente. Muchos líderes negros lo afirman ahora. Los marxistas ignoran cualquier hecho que contradiga sus objetivos.
Las principales políticas del régimen de Biden encajan todas en un ataque clásicamente marxista. El gasto y la deuda fuera de control; la paralización del oleoducto Keystone; la limitación de la exploración y producción de combustibles fósiles; y el aumento de las regulaciones se combinan para dañar la economía. Imponer la CRT a los militares y pretender expulsar a los extremistas —aquellos que rechazan la politización del Ejército— son intentos de crear lealtad al gobierno en lugar de a la Constitución.
Caos doméstico y en el extranjero
Los alcaldes, gobernadores y fiscales demócratas han permitido los disturbios de BLM y Antifa y han obstaculizado a la policía, desmoralizándola y desfinanciándola, creando consigo inseguridad para los ciudadanos. Las ciudades santuario aumentan la inseguridad. Utilizar el Departamento de Justicia, el FBI, y el Departamento de Seguridad Nacional para perseguir a los enemigos políticos y proteger a los aliados es una táctica marxista típica empleada en toda América Latina, incluso por el Departamento de Estado y los demócratas. He escrito extensamente sobre este tema, el cual ocurre en Guatemala.
El régimen de Biden está inundando a propósito el país con inmigrantes ilegales, atrayéndolos y empujándolos simultáneamente a Estados Unidos. Esto crea más crimen e inseguridad y proporciona una manera de cambiar la demografía del país para ayudar a los demócratas a ganar elecciones.
La mayoría de los demócratas y otros facilitadores de esta destrucción probablemente no son conscientes de que también eliminará su propia libertad. Son los idiotas útiles de Lenin. Los que nos oponemos al socialismo, sin embargo, también tenemos que aumentar nuestra conciencia. Tenemos que reconocer nuestra falta de preparación para este asalto marxista a nuestra libertad.
Contrastemos la validación de BLM por parte del régimen de Biden y sus afirmaciones de defender la justicia racial con la forma en que el héroe de BLM, Castro, trató a la población negra. La CNN ha informado de que un grupo de 60 destacados intelectuales y artistas negros, incluido el profesor de la Universidad de Princeton Cornel West, detestaban el trato que recibían los afrodescendientes en Cuba. Firmaron una declaración en 2009: “No podemos quedarnos de brazos cruzados y permitir que activistas de los derechos civiles decentes, pacíficos y dedicados en Cuba, y la población negra en su conjunto, sean tratados con insensible desprecio”.
El régimen comunista de Cuba persigue a los religiosos, incluidos los negros. Mientras en 2020 arrestaba a una pareja, la policía religiosa de Cuba gritó obscenidades sobre Dios y que su único Dios era Fidel Castro. Del mismo modo, al régimen de Biden no le importan las personas oprimidas, incluyendo a los negros. Los utilizan para promover la imposición de un gobierno unipartidista, centralizado y arbitrario.
Qué significa realmente la igualdad de resultados
La equidad es el nuevo término del régimen para la igualdad de resultados: el comunismo. Sus defensores creen que la equidad es alcanzable a través de la coerción gubernamental, que ha llevado a la devastación dondequiera que se ha intentado. La naturaleza hace que sea imposible de lograrla, y carecemos del poder del Creador para cambiar la naturaleza.
El régimen de Biden defiende de boquilla la libertad religiosa porque admitir la hostilidad a la religión es políticamente inconveniente. Sin embargo, la verdad es manifiesta: el régimen promueve la falsa conveniencia sobre los principios en su intento destructivo e inútil de cambiar las leyes del Creador. Los defensores de la equidad siempre se oponen a la religión porque es una alternativa a la autoridad del Estado.
Las personas que aprecian la libertad deben correr la voz y organizarse a nivel local y nacional. Deben insistir en que sus representantes estatales y federales apoyen los principios y valores bíblicos intemporales y aumenten la dificultad del fraude electoral.
La necesidad de la reprimenda electoral
Los impresentables que manejan la estrategia marxista del régimen de Biden no tienen límites. Sabiendo que sus políticas garantizarán la derrota electoral de los demócratas, quienes dirigen el gobierno entre bastidores tratan de robar las elecciones.
En Tulsa, Biden comparó el lema “venceremos” del movimiento por los derechos civiles de la década de 1960 con la falsa narrativa de los demócratas sobre la supresión de votantes en la actualidad. Insistió en que la SR-1, la llamada Ley para el Pueblo, se convierta en ley para que la población negra puedan votar. La legislación, que debilitaría las leyes de identificación de los votantes, debería llamarse Ley para el Fraude Demócrata.
La preservación de nuestros derechos naturales, que contradicen el dogma comunista, requiere elecciones libres. El régimen de Biden teme la seguridad y la transparencia electoral porque eso nos permitiría retomar nuestro gobierno y mantener los derechos que nos legaron nuestros fundadores.
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