Algo está podrido en la OEA

Su falta de condena regional a la represión en Cuba revela desorganización

Sin poderes vinculantes, la OEA se ha sumido en un liderazgo débil y en acciones poco asertivas. (Flickr)

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Uno de los principales y más antiguos organismos internacionales del hemisferio occidental, la Organización de Estados Americanos (OEA), ha vuelto a fracasar en el cumplimiento de sus ideales democráticos. En lugar de condenar la brutal represión de las protestas en Cuba, la OEA ha desviado la responsabilidad del régimen comunista.

El 28 de julio, más de una docena de Estados miembros se negaron a asistir a una reunión de la OEA para abordar el malestar social en Cuba durante las últimas semanas. Argumentaron que el embargo de Estados Unidos era el culpable de las penurias cotidianas de los cubanos, y no la economía centralmente planificada de la isla.

Como muchas otras instituciones basadas en el gobierno de la mayoría, la OEA ha sido cooptada por una facción antidemocrática. Los países del Caribe se han aliado repetidamente con Venezuela y otros regímenes autoritarios para bloquear las exigencias democráticas.

El estatus de miembro pendiente de Cuba

A instancias de Estados Unidos, la OEA suspendió a Cuba en 1962 tras el levantamiento de Fidel Castro. La última vez que la OEA convocó una reunión para hablar de Cuba fue en 2009, durante la estrategia de acercamiento de Obama, cuando votó para levantar dicha suspensión. Sin embargo, el régimen comunista no aceptó la oferta y se mantuvo al margen del escrutinio internacional.

En julio, los aliados de Cuba arremetieron contra la OEA, argumentando que la reunión sería ilegal e improductiva. El ministro cubano de Asuntos Exteriores, Bruno Rodríguez, también salió a la palestra y acusó a Estados Unidos de presionar a los miembros de la OEA para que firmaran una carta de condena a las detenciones arbitrarias en la isla.

Para reprogramar la reunión, la OEA obtuvo un dictamen legal que afirmaba que la OEA tenía autoridad para abordar la situación en Cuba porque esta nunca se retiró formalmente del organismo regional.

Aunque el dictamen jurídico validó la iniciativa, el daño ya estaba hecho. Y lo que es más importante, el suceso ilustra que la OEA tiene múltiples problemas estructurales y políticos, como la falta de cohesión y de voluntad de cooperación, lo que socava su misión.

El decreciente liderazgo de Estados Unidos

La OEA, fundada en 1948 como una herramienta de la Guerra Fría para frenar la expansión del comunismo en la región, ha perdido su norte en las últimas décadas. Ha sido incapaz de detener las tomas de poder marxistas en países clave como Venezuela y Nicaragua.

Por ejemplo, los diálogos que la OEA ha mediado durante años entre el régimen de Maduro y la oposición venezolana no han llegado a ninguna parte. La comisión anticorrupción que intentó crear en El Salvador, similar a la CICIG de Naciones Unidas en Guatemala, fue disuelta. En Ecuador (2017) y Perú (2021), la OEA respaldó elecciones presidenciales dudosas.

Los regímenes de izquierda han intentado sustituir la influencia de la OEA por sus propias organizaciones regionales. La Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), por ejemplo, fue creada en 2010 en Venezuela. El bloque regional excluyó a Estados Unidos, y Hugo Chávez se convirtió en el primer presidente de la CELAC. La Alianza Bolivariana y la UNASUR también surgieron para contrarrestar la influencia de Estados Unidos.

En lugar de promover la democracia y la prosperidad en toda la región, estos organismos regionales han amplificado el socialismo y la fragmentación regional. Sin poderes vinculantes, la OEA se ha sumido en un liderazgo débil y en acciones poco asertivas.

Aunque Estados Unidos sigue siendo un importante socio comercial en la región, una reciente encuesta del Latinobarómetro ha revelado que su relevancia geopolítica ha disminuido.

En particular, China ha tomado el relevo con la financiación de proyectos de desarrollo, y el liderazgo diplomático de México se ha recuperado. El presidente mexicano AMLO —quien ha dicho que Cuba es un “ejemplo de resistencia” y que debería ser declarada “Patrimonio de la Humanidad”— está intentando reactivar la CELAC, que no se reúne desde 2017. También ha anunciado donaciones de vacunas a los países de América Latina y el Caribe con dificultades en la lucha contra la pandemia del COVID-19.

El juego ha cambiado

La Guerra Fría ya ha pasado, pero las fuerzas que amenazaban a las Américas entonces se han convertido en una subversión desde dentro a través de la persecución judicial y las redes criminales transfronterizas. Trabajan con antiguas guerrillas como las FARC y movimientos de protesta para promover la desestabilización.

Las democracias de la región deben entender que las estrategias de hace décadas están obsoletas. Una forma de permitir que las voces democráticas pasen por encima de sus gobiernos represivos es incorporando la participación ciudadana en la OEA y fortaleciendo las redes de la sociedad civil que luchan por la libertad en Cuba y Nicaragua.

Para que la OEA sobreviva como organización creíble, debe replantearse su modelo de gobierno. Al no exigir responsabilidades a los gobiernos, fomenta la corrupción, el aumento de la migración, el crimen organizado y la pobreza en América Latina.

 

Paz Gómez

Paz Gómez is an Econ Americas analyst and a widely published economic commentator. Based in Quito, she leads the firm’s office in Ecuador. She holds an MS in digital currency and blockchain from the University of Nicosia, Cyprus, and a BA in international relations and political science from San Francisco University of Quito. She is a cofounder and the academic coordinator of Libre Razón, a classical-liberal think tank in Quito, Ecuador. Follow @mpazgomezm.

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