Implosión en Cumbre de las Américas revela decadente autoridad estadounidense

Cómo la exclusión de Joe Biden a dictaduras latinoamericanas fue contraproducente

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La Cumbre se celebrará en Los Ángeles, California, del 6 al 10 de junio. (Flickr)

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Estados Unidos excluyó a las antidemocráticas Cuba, Nicaragua y Venezuela de la Cumbre de las Américas de 2022. Mientras el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, busca disfrazarse como adalid de la democracia, la exclusión del evento son meras palabras vacías. Su política exterior es contradictoria y perjudicial para Estados Unidos ya que mantiene acercamientos con las dictaduras cubana y venezolana, y les brinda concesiones.

La Cumbre se celebrará en Los Ángeles, California, del 6 al 10 de junio. El objetivo principal será fortalecer la democracia en la región. La Organización de Estados Americanos, como organizadora, planea abordar la migración, la corrupción y el cambio climático.

La Cumbre, sin embargo, carece de coordinación y coherencia. El Departamento de Estado de Estados Unidos (DOS) empezó a enviar las invitaciones a los cabeza de estado el 19 de mayo. Dos semanas antes de la apertura de la Cumbre, la lista de invitados continúa siendo privada y sigue sin revelarse. Funcionarios estadounidenses han reportado que podrían invitar un representante cubano como espectador.

El debilitamiento del trato frente a Cuba es una respuesta a presión de caudillos como el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador. Mostrando el descontento por la exclusión de los regímenes socialistas, AMLO y sus aliados amenazan con no participar en la Cumbre.

Durante su presidencia, Biden ha zigzagueado en su posición frente a estos regímenes antidemocráticos. En lugar de verla como un noble acto de compromiso democrático, esta exclusión parece más ser un chivo expiatorio que buscaría encubrir la mediocre política exterior de Estados Unidos en la región.

Los dictadores apadrinados

Pese a las sistemáticas violaciones a las libertades fundamentales de sus ciudadanos, los regímenes cubano, nicaragüense y venezolano han logrado entretejer un eficaz cinturón de apoyo entre las democracias de la región. Estos países democráticos están pidiendo a Biden que revierta su decisión sobre la Cumbre.

El que más soporte ha brindado a las dictaduras ha sido Andrés Manuel López Obrador, presidente de México. Luego de volver de una visita oficial a Cuba y alabar al tirano Miguel Díaz-Canel, diciendo que es “un presidente extraordinario”, AMLO amenazó a Biden.

A partir de estas declaraciones, otros presidentes — Luis Arce, presidente de Bolivia y Xiomara Castro, presidenta de Honduras— se han sumado a la causa. Así mismo, los países que conforman la Comunidad del Caribe (Caricom) también amenazaron con sumarse al boicot.

John Briceño, presidente de turno de Caricom y primer ministro de Belice, manifestó presiones desde Washington para que estos países asistan a la Cumbre. Países de Caricom siguen esperando la decisión definitiva de Estados Unidos.

Los presidentes de Argentina y Chile, Alberto Fernández y Gabriel Boric, solo han manifestado descontento con la decisión, pero no han renunciado a su asistencia. En contraste, Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, ha previsto no asistir al evento, pero sin dar explicaciones al respecto.

Hasta el momento no ha existido contacto alguno entre ambos presidentes. Bolsonaro se tardó en reconocer la victoria de Biden, ya que consideró al proceso electoral estadounidense como fraudulento. Asimismo, Bolsonaro ha manifestado que la obsesión de Biden con el tema ambiental ha afectado las relaciones bilaterales.

Alejandro Giammattei, presidente de Guatemala, también anunció que no asistiría. Él tomó esta postura un día después de que Estados Unidos criticara la renovación de Consuelo Porras como fiscal general.

Similar a Bolsonaro, Giammattei no asistirá por un motvio diferente a la exclusión de los tres regímenes socialistas. Él rechaza las constantes intromisiones del DOS en política guatemalteca.

La dictadura china, un actor cada vez más preponderante en la región, ha aprovechado esta polémica para salir en rescate de sus pares antidemocráticos. Zhao Lijian, un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China ha manifestado que la Cumbre de las Américas no puede reducirse a una “cumbre de Estados Unidos” y que este país debería dejar de tratar a la región como su patio trasero.

La presencia de China en Latinoamérica ha crecido de manera constante en las últimas dos décadas. En países como Argentina, Perú, Chile o Brasil ya supera a Estados Unidos como socio comercial y la brecha se va acortando en el total de la región.

De acuerdo con un estudio de Atlantic Council, China pasaría de representar 2% del comercio en América Latina a inicios de siglo a alrededor de 15% y 24% para 2035. Adicional al comercio, la inversión de infraestructura y cooperación en la región también crece exponencialmente.

Los países que apoyan a las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Venezuela están más comprometidos en promover una agenda socialista que en defender los valores democráticos. Mientras tanto, Estados Unidos permanece desorientado, incapaz de elaborar una agenda concreta para revertir esta situación.

Fricciones casa adentro

Por un lado, en Estados Unidos, el senador republicano por Florida, Rick Scott, en compañía del senador Marco Rubio y otros cuatro diputados, envió una carta a Biden para que prohíba la asistencia a la Cumbre a los dictadores de Cuba, Venezuela y Nicaragua. Ellos argumentan que invitarlos sería una forma de legitimar sus regímenes criminales.

Ellos exhortaron a que Juan Guaidó, en condición de legítimo representante de Venezuela según los mismos funcionarios estadounidenses, sea invitado a la cumbre. El documento también pide apoyo para aprobar la ley bipartidista Bolívar, que prohibiría a las agencias federales negociar con cualquier persona relacionada al régimen criminal de Nicolás Maduro.

Por otro lado, desde el Partido Demócrata, dieciocho legisladores, con los diputados Raúl Grijalva y Jesús García a la cabeza, exhortaron a Biden a levantar las sanciones económicas impuestas a Venezuela en la era Trump. También solicitan continuar con “el compromiso constructivo y la diplomacia con el gobierno venezolano”, refiriéndose a la reciente visita fugaz de funcionarios estadounidenses a Caracas en marzo.

El senador demócrata por el Estado de New Jersey, Bob Menéndez, contradijo a sus copartidarios. Menéndez se ha pronunciado en contra, tanto de los cambios de la política con Cuba, como de las recientes dádivas concedidas a la dictadura de Nicolás Maduro. “La administración Biden debe abstenerse de levantar cualquier sanción adicional hasta que Maduro haga concesiones concretas en la mesa de negociaciones”, mencionó Menéndez.

La Cumbre de la discordia

No invitar a dictaduras a una reunión de democracias es una medida amparada por la lógica y por el propio reglamento de la Cumbre. Las reglas indican: “Cualquier alteración o ruptura inconstitucional del orden democrático en un Estado del hemisferio constituye un obstáculo insuperable para la participación del gobierno de dicho Estado en el proceso de Cumbres de las Américas”.

Sin embargo, Biden y sus constantes tropiezos en menos de dos años de gobierno le han deslegitimado a tal punto que le impide siquiera llevar a cabo el pleno cumplimiento de las reglas de la Cumbre. En medio de toda esta controversia, a la administración Biden no se le ocurrió mejor idea que relajar de forma parcial algunas restricciones sobre Cuba y Venezuela.

Una de las medidas con Cuba, es la eliminación del tope de $1.000 en remesas por trimestre. A simple vista parecería algo positivo para el cubano de pie, pero el diablo está en los detalles.

Según un estudio de The Havana Consulting Group, el gran benefactor de esta medida sería la dictadura cubana. La investigación indica que la dictadura se apodera de alrededor de un 75% de cada dólar que llega en forma de remesas a la isla.

En el caso de Venezuela, Biden ha demostrado estar dispuesto a brindar oxígeno a la dictadura a cambio de petróleo. La relajación de las sanciones económicas permitiría a Chevron negociar su licencia con la empresa petrolera de la dictadura, PDVSA, para operar, pero no se permitiría la exportación de petróleo todavía.

¿Qué sentido tiene excluir a los autócratas de la Cumbre por ser antidemocráticos y al mismo tiempo brindar salvavidas a cambio de prácticamente nada?

Biden se ha puesto entre la espada y la pared. Si excluye a Cuba, Nicaragua y Venezuela, un importante sector internacional se pondrá de parte de estos y se ausentará de la Cumbre. Si da marcha atrás y los invita, mostrará su falta de determinación y firmeza con los supuestos principios que dice defender.

Estados Unidos arriesga en este evento mucho más que un simple ridículo a nivel internacional, ya que está arriesgando su papel como actor predominante en las decisiones del hemisferio. Su influencia es cada vez menor en la región, mientras que la de sus adversarios políticos como China, Rusia o Irán van ganando terreno.

Bill Clinton utilizó en su campaña de 1992 la frase: “Es la economía, estúpido”. Hoy habría que actualizarla para Biden: Es la política, estúpido.

Andrés Sebastián Díaz Ponce

Andrés Sebastián holds a bachelor’s degree in political science and international relations from the University of the Americas, Ecuador. He founded Libertario, a Spanish-speaking community that promotes the ideas of liberty in Latin America, and he collaborates with the Ecuadorian liberal think tank Libre Razón. Follow @asdp250.

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