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El secretario de estado estadounidense, Antony Blinken, y el nuevo presidente colombiano, Gustavo Petro, quien inició su gestión el 7 de agosto, tuvieron una rueda de prensa en conjunto en Bogotá el 3 de octubre. Las declaraciones de Blinken indicaron a los colombianos y al resto del mundo que Estados Unidos trabajará para imponer el marxismo a ellos y otros países.
Blinken dijo que Estados Unidos está “comprometido a trabajar con Colombia para mejorar la seguridad pública… Hace tiempo que comprendimos que —en Colombia y en los demás países— no podemos combatir la violencia enfocándonos solamente en promover el cumplimiento de la ley… Sino que también debemos abordar las raíces de la inseguridad pública: la corrupción, la impunidad y la inequidad”.
La equidad, base de las políticas domésticas del régimen de Biden, quiere decir igualdad de resultados: que todas las personas sean iguales en términos materiales. Dicho discurso es la bandera del socialismo. Usar al gobierno para crear igualdad material ha provocado destrucción cada vez que se ha intentado porque los humanos no tienen el poder de cambiar la creación de Dios y las leyes naturales.
Incluir a la inequidad como raíz de la inseguridad pública justifica la coerción del gobierno para crear igualdad material. Esto es marxismo. Como lo señaló un reporte de Heritage Foundation en mayo de 2022, el gobierno estadounidense “explícitamente se ha inclinado hacia el marxismo como un principio guía para la entrega de ayuda a países extranjeros”.
El totalitarismo se construye sobre mentiras. Por ejemplo, la mención de Blinken sobre la impunidad como una de las raíces de la inseguridad es verdad hasta cierto punto, por definición propia. Sin embargo, el régimen de Biden goza de impunidad y la usa como punto de partida para lograr una mayor intervención. El Departamento de Justicia de Estados Unidos encubre el demostrado tráfico de influencias de Joe Biden. Las palabras de Blinken deberían preocupar a los colombianos. “Impunidad”, en el lenguaje incomprensible del régimen de Biden, significa que Blinken no criticará los crímenes de Petro.
Blinken alabó el acuerdo de 2016 de Colombia con las narcoterroristas y marxistas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y encomió el compromiso de Petro para lograr su “implementación completa”. Petro, el ex guerrillero, alabó la intervención de Barack Obama en el proceso de paz.
Blinken, Petro y sus aliados colectivistas no reconocen que el proceso se ha vuelto antidemocrático. Los colombianos rechazaron el acuerdo en un referendo el 6 de octubre de 2016, 42 días después de que los negociadores lo habían anunciado. Entre algunos usos indebidos de bienes estatales por parte de la administración de Santos para favorecer la aprobación de los acuerdos estaba negar que había suficiente tiempo para debatir los acuerdos.
Con mayor tiempo para la transparencia, el voto de rechazo hubiese sido más cuantioso y decisivo. Rechazando la voluntad de los colombianos, Santos, con la participación de Obama, corruptamente hizo que se aprobara el acuerdo en el Congreso colombiano el 30 de noviembre de 2016.
El 4 de octubre, la senadora colombiana, María Fernanda Cabal, propuso citar al ministro de defensa, Iván Velásquez, ante una comisión conjunta. Cabal dice que Petro está negociando impunidad con más de 22 bandas criminales y acercándose a una convención constitucional. Ella llama a esto comunismo. Esto se debe a que hay impunidad que es “más igual” que otras, para los marxistas. Su estrategia, practicada a lo largo de América Latina, es cambiar las constituciones para lograr un poder arbitrario y centralizado —en dictadura—.
Cuando se anunciaba el nombramiento de Velásquez, Petro citó el periodo (2014-2019) que éste presidió la CICIG en Guatemala, creada por Naciones Unidas. Usando la inmunidad diplomática de la comisión y sin rendir cuentas a nadie, Velásquez cometió crímenes notorios perjudicando a los pueblos indígenas indefensos que él decía proteger. Los colombianos solo pueden esperar traición y corrupción de Velásquez, aparentemente una característica de Petro.
Velásquez trabajó de forma cercana con el exembajador estadounidense en Guatemala, Todd Robinson, ahora secretario adjunto para narcóticos internacionales y cumplimiento de la ley (INL). Robinson estaba sonriente con su amigo y camarada dos semanas después de que Velásquez había asumido como ministro de defensa de Colombia. Velásquez se encontró el 25 de septiembre en Caracas con su contraparte, Vladimir Padrino, quien es buscado por la justicia estadounidense por narcotráfico.
En el mejor de los casos es inapropiado que el jefe de antinarcóticos del Departamento de Estado sea cercano a un colombiano corrupto que trabaja con un venezolano acusado de narcotráfico. El régimen de Maduro se mantiene en el poder a través de ingresos obtenidos por drogas ilegales. Esto no molesta a Biden, cuyo asesor especial para América Latina, Juan Gonzalez, fue a Caracas este año para rogar por más petróleo a Maduro, quien también es buscado por la justicia estadounidense.
Pareciera que el supuesto compromiso de Blinken y Petro de luchar contra el narcotráfico es demagogia vacía. Lo mismo aplica para el cambio climático, tema que ambos enfatizaron en su encuentro con la prensa. No existe una explicación lógica para el ataque del régimen de Biden sobre la energía doméstica. El régimen utiliza al cambio climático como una fachada para destruir nuestra economía.
El clima de la Tierra nunca ha dejado de cambiar, y si la actividad humana causa el calentamiento global aún está por debatirse, pero incluso si así fuera, atacar a los combustibles fósiles sólo provoca destrucción porque la energía limpia no puede proveer para nuestras necesidades, al menos de que sea nuclear, la cual Biden y los alarmistas climáticos también rechazan. Existen maneras prácticas de luchar contra el cambio climático sin ser destructivos.
Reducir la producción doméstica de petróleo simplemente aumenta su producción en otro sitio, lo que contamina más que la producción estadounidense. También nos debilita, genera inflación y empodera a nuestros adversarios: Rusia, Irán y Venezuela.
Tal como hace con la inequidad, Blinken invoca al cambio climático para justificar la incrementada coerción del gobierno. Él y Petro promueven la idea de que el cambio climático es una causa clave de la migración. A pesar de cualquier conexión remota entre ambos asuntos, este par solo quiere a las personas en camino a la servidumbre.
Cabal dice que el comunismo le rompe las piernas a las personas y luego les da muletas. El nuevo gobierno colombiano ha estado debilitando a las instituciones y creando descontento para producir un levantamiento. Ellos quieren cambiar la Constitución e imponer un colectivismo que acabará con la libertad individual.
Las percepciones de Cabal y sus advertencias a las personas coinciden con lo que le está pasando en Estados Unidos. Además de tratar de destruir nuestra República constitucional, el régimen de Biden —en nombre de la democracia— está exportando su totalitarismo a otros países.
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