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La reacción del régimen de Joe Biden frente a la distorsión de lo sucedido con Tyre Nichols busca socavar la nueva mayoría republicana en la Cámara. Biden, a propósito y maliciosamente, está exacerbando las divisiones raciales: “Los encuentros fatales con agentes de la ley han afectado disparejamente a personas de color”. Nichols, los policías involucrados y el jefe de la policía eran todos negros, así que la raza no formó parte de la tragedia.
La investigación del Comité Judicial de la Cámara sobre la instrumentalización del Gobierno amenaza la agenda del régimen de crear un Estado con un solo partido. Es crucial para esto el control de la justicia para perseguir a los adversarios políticos y proteger a los aliados prescindiendo de la evidencia y la ley.
Desde que asumió, Barack Obama promovió la falsa narrativa del racismo sistemático. La mentira ha dividido al país por la transformación de Estados Unidos que él prometió. Esto pavimentó el camino para que las ramas paramilitares del Partido Demócrata —Black Lives Matter y Antifa— cambien protestas pacíficas por violentas. Lo hicieron en Charlottesville en 2017, en el verano del 2020 y probablemente el 6 de enero de 2021. Lo trataron de hacer la semana pasada después de que Nichols fuera victimizado.
Protestas violentas, calificadas como pacíficas por los medios del régimen —el New York Times, Washington Post, CNN, NBC, CBS, ABC, PBS y otros— empezaron después de la muerte de George Floyd y continuaron después de los disturbios en Kenosha, Wisconsin. Disturbios anteriores habían ocurrido en grandes ciudades y, una vez que llegaron a un pueblo pequeño en Wisconsin, las encuestas en estados indecisos que oscilan se volvieron en contra de los demócratas.
De forma repentina, y no por casualidad, las protestas se calmaron. Los titiriteros de Biden pueden poner fin o hacer un llamado a la violencia cuando esta beneficie a sus agendas y, simultáneamente, defender la paz solo de boquilla.
El movimiento de Obama utiliza la estrategia de su héroe, Saul Alinsky. En su obra maestra de 1971, Tratado para radicales, Alinsky escribió: “Todos los conflictos deben ser polarizados… Uno actúa decisivamente solo bajo la convicción de que los ángeles están de su lado y los diablos están del otro… Nosotros lo explotamos [al racismo] para nuestros propósitos”.
Los totalitarios a lo largo de la historia han usado la polarización para conquistar países. Satanizar a los supuestos enemigos mantiene a los crédulos agitados, enojados y con temor. Esto también los hace insensibles a la razón, rechazando reflexivamente los hechos que contradicen su falsa narrativa.
El régimen tiene un abanico de temas —racismo, cambio climático, ideología de género, COVID-19, etc— para mantener a sus seguidores alineados. El régimen sataniza a sus objetivos como supremacistas blancos, homófobos, xenófobos, tránsfobos, insurreccionistas fascistas.
El régimen también utiliza mentiras descaradas. Biden, por ejemplo, dijo el 26 de enero que los republicanos de la Cámara que apoyan a Trump quieren eliminar la seguridad social y Medicare, así como aumentar impuestos y los precios de la gasolina. El uso exitoso de la satanización y las mentiras es una razón por la que el régimen no fue vencido rotundamente en las elecciones de medio término.
Para resistir la investigación republicana sobre la instrumentalización del Gobierno, el régimen usará sus estrategias de satanización y cero cooperación. Este acusará a sus adversarios por motivos políticos y difamará a los jugadores más importantes y a cualquier persona prominente que quiera informar al público la verdad.
El régimen se ha salido con la suya con esta estrategia porque sus medios, cuyos dueños son los oligarcas, apoyan las mentiras y suprimen la verdad que no sea favorable al régimen. Van Jones de CNN, por ejemplo, dice que el racismo antinegros “todavía puede ser un factor, incluso cuando los perpetradores son todos negros”. De acuerdo con el régimen y sus aliados, la muerte de Nichols es parte de la perversa supremacía blanca estadounidense.
El movimiento Defund the Police —parte de la estrategia electoral de los demócratas en 2020— aumentó la probabilidad de que ocurriera lo que sucedió con Nichols. Desmoralizar a la policía tiene como consecuencia más renuncias y mayor dificultad para contratar personal calificado. Los cinco policías acusados de homicidio de segundo grado por el caso Nichols violaron los estándares propios de la policía.
Nada de esto es coincidencia. La violencia y el caos son herramientas para conquistar sociedades. Dejar que criminales y terroristas entren al país a través de una política de fronteras abiertas es otra herramienta. La violencia desgasta a la gente, los lleva al deseo de estabilidad y los prepara para la justicia severa y arbitraria que caracteriza al totalitarismo.
Para los partidarios del régimen y los consumidores de los medios del régimen nada importará lo que el Comité Judicial de la Cámara descubra. Para ellos, cualquier cosa que mantenga al enemigo lejos del poder está justificado. Esto incluye espiar a padres de familia que están preocupados por los pénsum escolares o no procesar la intimidación ilegal a jueces de la Corte Suprema.
Los republicanos deben apelar a la empatía y humanidad de los estadounidenses, ya que los totalitarios son inhumanos y despiadados. Ellos sacrifican a cualquiera, incluyendo a Nichols y los migrantes ilegales, cuando su sufrimiento promueve su agenda totalitaria.
Los republicanos deben comunicar lo que significa ser perseguidos por simplemente oponerse a los regímenes como el que nos gobierna actualmente. Las personas deben entender que esto le puede pasar a cualquiera, a cualquier momento y por cualquier motivo. La justicia arbitraria y totalitaria es la antítesis del debido proceso y el individualismo sobre el cual fue fundado Estados Unidos.
La libertad no puede sobrevivir al uso ilegal del Gobierno en contra de la libre expresión y otros derechos naturales por parte del régimen de Biden. Esto empeorará si no se lo frena ahora.
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