Después del fallo de inmunidad presidencial de la Corte Suprema, Joe Biden y su partido han expresado que Donald Trump cometerá crímenes con impunidad si es elegido presidente. Al hacer tales acusaciones, los demócratas han malinterpretado el fallo y han proyectado sus propias tendencias criminales y totalitarias hacia Trump y sus seguidores.
Trump no violó o amenazó la Constitución cuando fue presidente. Biden y los demócratas sí lo han hecho repetidamente.
Biden sostiene que las acciones de Trump aquel 6 de enero fueron un asalto a la democracia y ha criticado el fallo de la Corte Suprema aludiendo que “el público tiene el derecho de saber lo que pasó el 6 de enero antes de que sean convocados a las urnas este año”.
La conciencia del público o la falta de ella no fue la pregunta ante la Corte. Al contrario, lo que los jueces estaban abordando era la constitucionalidad del procesamiento de Trump.
Los demócratas de la Cámara de Representantes y dos republicanos –sólo de nombre– ocultaron la verdad del 6 enero. El comité que creó Nancy Pelosi infringió las reglas del Congreso y manipuló la evidencia para llegar a la conclusión predeterminada de que Trump fue culpable. El comité no investigó el rol del FBI, de Pelosi, y de los grupos violentos vinculados al partido demócrata como Antifa.
El Departamento de Justicia de Biden no impuso cargos por insurrección a Trump, porque no hubiese logrado una sentencia incluso con un juzgado sesgado. En lugar de actuar inmediatamente, el Departamento de Justicia esperó para procesar a Trump de modo que el juicio ocurriera en 2024, despejando toda duda sobre su naturaleza política. El Departamento de Justicia, además, interpretó ampliamente un estatuto que no se aplicaba a lo ocurrido.
El Departamento de Justicia ha programado varias acciones judiciales en contra de Trump, todas sin fundamentos sólidos, para que las sentencias se emitan antes de la elección; todo esto, a sabiendas que estas se revertirán mediante apelación. El abuso del sistema legal por parte de Biden y los demócratas, conocido como lawfare, amenaza a la libertad.
El Departamento de Justicia de Biden ha caracterizado como terroristas a los padres molestos porque sus hijos han sido adoctrinados con propaganda. Ha perseguido a los manifestantes provida que no han hecho nada que conlleve a cargos judiciales. Irónicamente, ha otorgado pases a manifestantes a favor del aborto que han violado la ley protestando fuera de las residencias de los jueces de la Corte Suprema.
En 2021, la Cámara de Representantes aprobó un proyecto de ley nacional para regular las elecciones que hubiera prohibido requerir la identificación del votante. Esta y otras disposiciones del proyecto de ley hubiesen asegurado el poder perpetuo de los demócratas mediante fraude electoral. Para impedir que esta ley inconstitucional sea revertida, los demócratas propusieron aumentar el número de magistrados y designar jueces alineados con su agenda política en la Corte Suprema.
El proyecto de ley se estancó en el Senado porque dos demócratas se negaron a anular el procedimiento que requiere 60 votos para terminar con el debate y someter la propuesta a votación. Si Biden fuera reelecto con un Congreso demócrata, lo intentarían de nuevo. Parece que Biden y los demócratas creen que un Estado unipartidista es democrático, siempre que ellos lo administren.
En el debate del 27 de junio, luego de que Trump dijo que Biden es un criminal, Biden dijo: “La idea de que yo hice algo mal es indignante. Es una completa mentira.”
Biden ha negado que la Casa Blanca estuviera detrás de las acciones legales en contra de Trump. Sin embargo, los cargos llegaron justo después de que Trump anunció su candidatura. Biden ha dicho antes que él se asegurará que Trump no tome el poder. El pasado de Biden demuestra que él haría lo que sea que quiere. Sus acciones demuestran que él quiere un Estado unipartidista, lo opuesto a lo que él y su partido dicen.
En 2015, Biden utilizó dinero estadounidense para extender la permanencia de una Comisión criminal de Naciones Unidas en Guatemala. Luego utilizó la comisión para encarcelar a 17 personas inocentes, con el fin de recuperar un contrato de una empresa estadounidense. El presidente de Guatemala dijo que Biden era socio de dicha empresa y que ha realizado lobby a su favor en Washington DC y Guatemala.
Los auditores nacionales de Guatemala en 2017 concluyeron que el contrato fue asignado correctamente a la compañía competidora. Todos los acusados fueron absueltos en 2019, luego de haber pasado cerca de cuatro años en prisión sin fianza, excepto por dos que se suicidaron durante su estancia en prisión.
Ostensibles dictadores, aspirantes a tiranos y terroristas del Foro de São Paulo, el Grupo de Puebla y la Internacional Progresista –cofundada por Bernie Sanders– se reunieron en Honduras del 27 al 29 de junio. Al respecto, el eurodiputado español Hernamm Tertsch escribió: “Este encuentro [abordó]… los temores a perder a ese gran aliado que ha sido de hecho la administración de Joe Biden para las fuerzas totalitarias y narcocomunistas iberoamericanas.”
Tertsch añadió: “La radicalización de la izquierda norteamericana ha sido de gran ayuda a los regímenes narcocomunistas y así también a la facilidad de la penetración por parte de China, Rusia e Irán que suponen una amenaza estratégica masiva contra EE.UU. Parte considerable del Partido Demócrata se ha convertido así de hecho en una quinta columna de los enemigos fundamentales de EE.UU.”
El régimen de Biden, el partido demócrata y sus aliados burócratas del Departamento de Estado han apoyado a los enemigos de Estados Unidos y ha atacado a sus aliados. Están inundando nuestro país con migrantes ilegales y drogas en un intento de transformar Estados Unidos en una dictadura socialista como las que apoyan.
Biden y sus medios aliados, luego del fallo de inmunidad presidencial de la Corte Suprema, han estado diciendo que Trump nos convertirá en una dictadura si le dan otro periodo. Como es usual, se proyectan a ellos mismos en sus enemigos. Biden y los demócratas están demostrando ahora más claro que nunca que son dictadores de corazón.
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