El presidente Donald Trump se enfrenta a una confrontación geopolítica indirecta con China, en la que está implicado el presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva. Leonardo Coutinho explica que Lula “antepone los intereses de Pekín a los de su propio país… en una misión deliberada para contrarrestar los intereses de EE. UU. en el hemisferio occidental”. Desafortunadamente para Trump, otros líderes de la región, como el presidente colombiano Gustavo Petro y el presidente guatemalteco Bernardo Arévalo, también están a bordo del tren chino.
El régimen de Joe Biden y funcionarios del Departamento de Estado (DOS) han respaldado y protegido a Lula, Arévalo y Petro. Funcionarios estadounidenses participaron en los fraudes electorales de Brasil en 2022 y de Guatemala en 2023 que colocaron en el poder a Lula y Arévalo. Lula puede postularse nuevamente, mientras que Arévalo y Petro no. A menos que Trump actúe, los tres robarán sus respectivas elecciones en 2026 (Lula y Petro) y 2027 (Arévalo), con ayuda de funcionarios del DOS contrarios a EE. UU.
El 30 de julio, Trump ordenó aranceles adicionales del 40 % sobre una gama de productos brasileños para proteger la “seguridad nacional, la política exterior y la economía” de EE. UU. Su aliado Steve Bannon señaló que Trump está “reestructurando el sistema estratégico del mundo posterior a la Segunda Guerra Mundial… y regresando a una defensa hemisférica”.
China aumentó su comercio con América Latina de US$12 mil millones en el año 2000 a $430 mil millones en 2021, y se convirtió en el principal socio comercial de nueve países de la región. Ese crecimiento continuó, alcanzando los $518 mil millones en 2024.
El presidente argentino Javier Milei ha demostrado que es posible comerciar con China —con un intercambio total de $16 mil millones en 2024— sin convertirse en su títere. En contraste, Lula se alinea con “potencias que no solo compiten con EE. UU., sino que buscan su caída”, según Coutinho, director ejecutivo de Center for a Secure Free Society.
El Comité de Supervisión de la Cámara descubrió en 2023 transferencias de dinero desde China hacia Joe Biden a través de su hijo Hunter. Esto concuerda con el apoyo del régimen de Biden a China, incluyendo a sus aliados hemisféricos.
Trump ha afirmado que las acciones del gobierno brasileño “amenazan la política estadounidense de promover libertad de expresión y elecciones libres y justas a nivel nacional e internacional”. Las tiranías latinoamericanas son aliadas naturales de los tiranos chinos. Trump debe corregir la traición de Biden y del DOS para cumplir sus objetivos hemisféricos.
Trump ha criticado abiertamente el lawfare de Lula contra el expresidente Jair Bolsonaro. El sistema judicial corrupto de Brasil casi con certeza condenará a Bolsonaro por insurrección, sin importar la evidencia o la ley. Los lacayos de Biden intentaron hacer lo mismo con Trump antes de las elecciones de 2024, pero fracasaron gracias a los recursos personales de Trump y a los restos del Estado de derecho estadounidense que el enemigo interno no pudo eliminar.
Trump tiene razón al afirmar que el lawfare promovido por nuestros enemigos hemisféricos contra nuestros aliados pone en peligro la seguridad nacional de EE. UU. La fiscal general corrupta de Petro, por ejemplo, acaba de condenar al expresidente Álvaro Uribe. Hoy es un preso político, sentenciado a 12 años de arresto domiciliario.
Petro está preparando el terreno para robar las elecciones de 2026 en favor de su coalición.
El régimen de Biden y el DOS guardaron silencio ante la violencia ejercida por aliados de Petro antes de las elecciones de Colombia en 2022, tal como lo hicieron los demócratas en EE. UU. antes de las elecciones de 2020. El ex subsecretario del DOS para Asuntos del Hemisferio Occidental, Brian Nichols, protegió a Petro durante una audiencia en el Congreso en 2023. Nichols dijo tener “plena confianza en las instituciones colombianas” para esclarecer las denuncias de que Petro ha recibido $3.4 millones en aportes ilegales desde Venezuela.
El régimen de Biden y el DOS apoyaron abiertamente a Arévalo con mentiras e intimidación para hacerlo presidente. Arévalo y el DOS cometieron múltiples delitos contra la fiscal general Consuelo Porras, la mejor aliada de EE. UU. contra el narcotráfico y la trata infantil en el hemisferio. Arévalo ha degradado a las Fuerzas Armadas de Guatemala al mantener ilegalmente a su cómplice como ministro de Defensa, incluso después de que su mandato terminó por Ley. Esto perjudica los esfuerzos antidrogas de Estados Unidos.
El embajador de Biden y el subjefe de misión siguen en sus cargos ejecutando las políticas anti estadounidenses de Biden. Han intimidado al poder judicial guatemalteco para mantener ilegalmente a Arévalo en el poder y están ayudando a corromper al Ejército. Los funcionarios remanentes de Biden quieren asegurarse de que Arévalo consolide su poder con nombramientos clave en 2026. Luego, su régimen podrá robar las elecciones de 2027 y Guatemala se convertirá en un aliado abierto de Nicolás Maduro.
Lula, Petro y Arévalo forman parte del Grupo de Puebla, que incluye a los líderes de Cuba y Venezuela. Petro tiene un rol en los esfuerzos de Lula, junto con Xi Jinping, para socavar al dólar como moneda de reserva global. Para deslegitimar la política exterior estadounidense, tanto Lula como Petro han acusado a Israel de genocidio en Gaza.
Arévalo es más cauto en relación con China e Israel. Teme que Trump se dé cuenta de la traición de los funcionarios estadounidenses y apoye la correcta aplicación de la ley. Aun así, Arévalo mostró su verdadera cara cuando revirtió 77 años de sólidas relaciones con Israel al votar contra las posiciones de EE. UU. sobre Israel en 2024 en las Naciones Unidas.
Así como lo ha hecho con Brasil, Trump debería tomar el control directo de la política estadounidense hacia Colombia y Guatemala. Estados Unidos podría adoptar una postura coherente contra la tiranía en la región. Además de revertir el daño causado por Biden, estas acciones inspirarían a los aliados estadounidenses en todo el hemisferio.