Desde 2010, el Departamento de Estado de Estados Unidos (DOS) ha intentado imponer el totalitarismo en Guatemala: un gobierno dirigido por los sucesores de los insurgentes militarmente derrotados y apoyados por Fidel Castro.
Hasta hace poco, el DOS controlaba el poder judicial y la Fiscalía General por medio de la imposición de delincuentes en altos cargos. Este año, las autoridades guatemaltecas resistieron la intervención ilegal del DOS para volver a nombrar a la magistrada Gloria Porras y mantener al fiscal Juan Francisco Sandoval. Ambos tienen un largo historial público de criminalidad.
En respuesta a la afirmación de la soberanía de Guatemala para crear imperio de la ley, el DOS ha acusado a las autoridades guatemaltecas de acomodarse a los intereses corruptos.
Dada la pérdida de control de los tribunales y de la Fiscalía, la subversión dirigida por el DOS está ahora en su punto más débil en diez años. Para mantener vivo el sueño socialista, el DOS debe liderar abiertamente la carga. De lo contrario, la agenda socialista retrocederá muchos años.
La Liga Pro-Patria, una asociación sin ánimo de lucro que promueve el imperio de la ley en Guatemala, terminó una declaración del 28 de julio: “Hasta que Estados Unidos esté a la altura de sus principios fundacionales y haga responsables a sus propios funcionarios corruptos, el Departamento de Estado es nuestro enemigo público número uno”. La Liga reaccionaba así a los intentos de los funcionarios del Departamento de Estado de intimidar a Guatemala para que restituyera a Sandoval, a quien la Fiscal General había despedido y a quien el Departamento de Estado había elogiado como campeón anticorrupción.
El 1 de julio, el Departamento de Estado utilizó la Ley de Refuerzo del Compromiso entre Estados Unidos y el Triángulo del Norte (División FF, Título III, Subtítulo F-página 1946) para revocar los visados estadounidenses de veinte guatemaltecos. Ese es el derecho del DOS. Sin embargo, ese derecho no incluye declarar arbitrariamente a personas culpables de “socavar el proceso democrático” y de “corrupción significativa”, como “soborno y extorsión… lavado de dinero y actos de violencia, acoso o intimidación” de los investigadores.
La fiscal general Consuelo Porras se mantuvo firme ante la amenaza de sanciones y despidió a Sandoval, el favorito del DOS, el 23 de julio, tras lo cual el DOS aumentó la presión. Múltiples funcionarios del DOS condenaron a Porras por corrupción y/o por actuar en contra del imperio de la ley.
En una declaración del 4 de agosto, el Departamento de Estado dijo: “Estados Unidos está poniendo en marcha una nueva autoridad de restricción de visados como parte de nuestro esfuerzo para ayudar a la gente de Guatemala, Honduras y El Salvador a mejorar sus condiciones políticas, económicas y de seguridad … Con estas restricciones, estamos enviando un mensaje claro de que aquellos que socavan la democracia o el imperio de la ley en Guatemala, Honduras y El Salvador no son bienvenidos en Estados Unidos.”
Honduras y El Salvador tienen problemas. Sin embargo, su inclusión es probablemente la cobertura de la desesperación del DOS en relación con su pérdida de control socialista en Guatemala.
La declaración del DOS es el colmo de la neolengua orwelliana. Hay un amplio registro público de la corrupción de Sandoval y Porras mientras estaban en el cargo. Lo mismo ocurre con otros exfuncionarios, como las ex fiscales generales Claudia Paz y Paz y Thelma Aldana. Estas dos también hicieron el trabajo criminal del DOS y ahora están protegidas en Estados Unidos. Porras y Sandoval salieron de Guatemala hacia Estados Unidos el mismo día que dejaron sus cargos.
Los grupos sucesores de la guerrilla, protegidos por el DOS y las oenegés, algunas financiadas por la USAID y las organizaciones de George Soros, convocaron protestas los días 29 y 30 de julio y 5 y 6 de agosto. Exigen la dimisión de Porras y del presidente Alejandro Giammattei. Los alborotadores han bloqueado ilegalmente las carreteras y han violado el derecho de los guatemaltecos al libre tránsito, que a veces terminan en tragedias médicas.
Con matices de las llamadas protestas mayoritariamente pacíficas del verano pasado en Estados Unidos, las advertencias del DOS a los ciudadanos estadounidenses han calificado a los alborotadores de “organizaciones cívicas y estudiantiles”.
El DOS cree y ha declarado muchas veces que las élites del sector privado son responsables del subdesarrollo y la emigración de Guatemala. El DOS y sus aliados han acusado a estas élites de pagar a congresistas y funcionarios del gobierno para que rechacen a jueces y fiscales favorecidos por la Embajada.
Es innegable que Guatemala es un país subdesarrollado, lo cual es un fenómeno latinoamericano derivado de la centralización y el abuso de poder. El antídoto es la descentralización y el imperio de la ley, no el socialismo.
Los guatemaltecos vieron los desastrosos resultados de la corrupta Corte de Constitucionalidad controlada por el DOS, dirigida por Porras, y de la corrupta Fiscalía Especial contra la Impunidad, dirigida por Sandoval. Esta es la verdadera razón por la que las autoridades guatemaltecas han nombrado a magistrados independientes para su alto tribunal y por la que Porras despidió a Sandoval.
Cegada por prejuicios ideológicos, el DOS se aferra a una explicación estática del subdesarrollo de Guatemala. Después de ver cómo los totalitarios ponen en peligro sus bienes y su libertad, algunas de las élites se están dando cuenta de que deben cambiar sus métodos si quieren ser libres y estar seguros. Esos cambios son la descentralización y la competencia de mercado basada en la calidad y el precio de los bienes y servicios dentro de un sistema de leyes basado en el individualismo.
Los mercantilistas tradicionales siguen existiendo entre las élites, aunque menos que antes. La mayoría de las élites tienen miedo de enfrentarse al DOS y se doblegan ante él. Esta es la razón de las nuevas restricciones de visado. El DOS persigue específicamente a personas cuyo único delito es oponerse legítimamente a la política del DOS, con la esperanza de que las élites intimidadas presionen al gobierno para que se someta a la criminalidad del DOS.
El DOS debería reconocer la nueva realidad y trabajar con el sector privado para descentralizar y crear un auténtico imperio de la ley, en contraposición a la perversión orwelliana del DOS. Sin embargo, dada la escasa probabilidad de que el DOS dé un giro, Guatemala tendrá que lograr la prosperidad a pesar de la intervención del DOS. Eso significa que las élites guatemaltecas deben superar sus miedos, entender que el DOS es el principal obstáculo para la prosperidad y la seguridad, y enfrentarse al enemigo. Cuanto antes ocurra eso, antes tendrá éxito Guatemala.
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