Donald Trump obtuvo una victoria electoral en contra de los marxistas que controlan el Partido Demócrata y sus aliados del establishment: el complejo industrial-militar y la élite que ostenta con su ingeniería social. Con su participación demócrata debilitada, el establishment debe depender de sus aliados republicanos para proteger su poder.
Los demócratas y sus medios de comunicación aliados están atacando de manera atroz a los designados de Donald Trump para su gabinete, clasificándolos de improvisados y peligrosos. El enemigo está en la mitad de lo cierto: los designados de Trump son peligrosos para el poder del establishment.
El establishment ha controlado la burocracia federal y las compras públicas de bienes y servicios con una relación incestuosa entre los reguladores y los regulados. Trump publicó, el 21 de marzo de 2023, un plan “para desmantelar el estado profundo y recuperar nuestra democracia de la corrupción de Washington”. El cumplimiento exitoso de este objetivo es indispensable para nuestro futuro.
Los demócratas están acusando a Trump de tratar de destruir al país con sus designados. Como cualquier totalitario, ellos se proyectan a sí mismos en sus enemigos. El régimen de Joe Biden ha sido el gobierno más destructivo que hemos tenido desde la Guerra Civil.
Los ataques demócratas en contra de los designados de Trump son falsos, y tienen el propósito de dar motivos para que los senadores republicanos del establishment trunquen las audiencias de confirmación. Estos pretenderán que son audiencias de confirmación usuales, pero su actuación se alinea a las ambiciones del enemigo para permanecer en el poder y eventualmente despedazar nuestra Constitución.
El régimen de Biden ha socavado la capacidad de reacción de nuestra economía y milicia. Intencionalmente, ha inundado nuestro país con migrantes ilegales y narcóticos. El régimen ha empoderado a nuestros enemigos foráneos y ha atacado a nuestros aliados.
No existe un punto en común con el enemigo interior.
El líder de la minoría en el Senado Mitch McConnell (R-KY) —un fichaje del establishment— coordinó una breve votación secreta para nombrar al nuevo líder de la mayoría demócrata. Los electores de los senadores merecen saber por quiénes votaron, pero McConnell sabía que aquello resultaría en más votos para el senador Rick Scott (R-FL), a quién se oponía.
El senador John Thune (R-SD) ganó. Él dijo que apoyaría a Trump y dió más discreción a los senadores de lo que McConnell dio. La primera prueba del apoyo de Thune a la agenda de Trump será confirmar las designaciones de sus nominados.
Organizaciones pro libertad y las personas de los estados que votaron por Trump, incluyendo a aquellos con senadores demócratas, deben insistir en que sus senadores voten a favor de los nominados de Trump. No deben dejarse engañar por comentarios falsos y convencionales en contra de ellos. Terminar con ellos reduciría la probabilidad de éxito de la agenda de Trump.
Los demócratas se han enfocado en cuatro nominados de Trump: Matt Gaetz para fiscal general, Robert F. Kennedy Jr. para secretario de Salud y Servicios Humanos, Pete Hegseth para secretario de Defensa, y Tulsi Gabbard para director de Inteligencia Nacional. Todos ellos son personas con trayectoria que han sido víctimas de la politización, lo que les ha convertido en opciones impopulares para el establishment.
Gaetz está más calificado que Robert F. Kennedy lo estuvo en 1961, por quien el entonces presidente George W. Bush nombró el edificio del Departamento de Justicia. El rol de Gaetz en el Comité de Justicia en la Cámara de Representantes, incluyendo el cuestionamiento al fiscal general Merrick Garland y al director del FBI Christopher Wray, ha sido sobresaliente y perspicaz.
Kennedy Jr. fue un portavoz crítico de las políticas para abordar la Covid-19 y abogará por la capacidad individual de decisión informada en torno a vacunas y alimentos. El terminará con la relación incestuosa entre las grandes farmacéuticas y los grandes productores de alimentos, por un lado, y la FDA, CDC y NIH, por el otro.
Hegseth dice en The War on Warriors (2024), su sexto libro, que no debemos entregar “nuestra República a personas que aborrezcan al tipo de hombres que son vitales para defendernos”. Hegseth hará de nuestras Fuerzas Armadas un cuerpo de lucha letal efectivo que apalanque a Trump en los asuntos internacionales.
Gabbard es teniente coronel en la Reserva del Ejército de Estados Unidos. Como congresista demócrata, criticó a la administración de Barack Obama por no reconocer al extremismo islámico como una amenaza. Gabbard limitará la politización del sistema de inteligencia por parte del establishment, que nos lleva a guerras evitables.
El Departamento de Estado (DOS, por sus siglas en inglés) es clave en estas guerras evitables del establishment. Curiosamente, ha habido poca o ninguna crítica por parte de los demócratas hacia el nominado de Trump para liderar el DOS: el senador Marco Rubio (R-FL). Los demócratas podrían creer que Rubio actuará como el exsecretario Mike Pompeo, quien hablaba con firmeza pero permitía que los burócratas permanentes del DOS socavaran a la administración de Trump.
La prueba para Rubio será lidiar con el subsecretario de Estado para Asuntos Internacionales de Narcóticos y Aplicación de la Ley, Todd Robinson. Bajo Robinson, el flujo de narcóticos ilegales e inmigrantes ha aumentado considerablemente, lo que lo convierte en un candidato para una remoción inmediata. Cuando Robinson dirigía la Embajada en Venezuela en 2018, Rubio lo criticó por violar la política de Trump respecto a una elección presidencial.
En su video de 2023, Trump prometió “eliminar a todos los actores corruptos de nuestro aparato de seguridad nacional e inteligencia… Los departamentos y agencias que han sido politizados serán completamente reformados para que los burócratas anónimos nunca más puedan perseguir y acosar a conservadores, cristianos o enemigos políticos de la izquierda”.
Durante una década, Guatemala fue el caso emblemático de este tipo de abusos, bajo el control de Robinson. Ha perjudicado la seguridad nacional de Estados Unidos y cometido crímenes como funcionario gubernamental.
Exponer la criminalidad y traición de los burócratas federales aumentará la presión sobre los republicanos del establishment para apoyar la agenda de Trump de reformar el gobierno. Dichas reformas son necesarias para promover la libertad y la prosperidad. Si se realizan correctamente, también pueden hacer altamente improbable que aquellos responsables de los desastres de los últimos cuatro años regresen al poder.
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